Sin suficientes rampas en caminerías, edificios ni en el transporte público, Caracas, la capital venezolana, impone barreras a las personas con discapacidad para movilizarse de forma segura e independiente.
Amarrado con un cinto de seguridad a su silla de ruedas, sujetando sus manos a una motocicleta, José Marcano se traslada desde el lugar donde vive, en una zona pobre de la capital venezolana, hasta el centro de rehabilitación. Sabe que es peligroso, pero lamenta que sea una de las pocas opciones que tiene para poder ir de un lugar a otro.
«¿A qué me expongo? A que me choquen. A tener un accidente”, advierte Marcano, un joven venezolano que sufrió una lesión medular tras recibir un disparo para robarle.
Al quedar en esta condición, se volvió dependiente de otros. “Al quedar así, si no tienes apoyo, te mueres. ¿Cómo comes?. ¿Cómo te mantienes?», lamenta.
Las cifras de la organización no gubernamental Consorven revelan que un 46 % de las edificaciones públicas de Venezuela tienen limitaciones para el acceso de personas con discapacidad. Si ocurre una falla de electricidad y los ascensores quedan fuera de servicio, los ciudadanos en esta condición deben subir de un piso a otro en hombros de quien pueda ayudarles.
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