Ovidio Guzmán López fue acusado en febrero de conspirar para importar a Estados Unidos toneladas de cocaína, al haberse convertido en el sucesor de su padre, Joaquín «El Chapo» Guzmán, al frente del poderoso Cártel de Sinaloa.
Es uno de los prófugos más buscados del mundo. El jueves fue capturado en Culiacán tras una balacera. Lo que vino después deja en evidencia el poderío militar de los narcotraficantes, que obligó a la recién creada Guardia Nacional a liberar a Guzmán López.
Se hizo para “salvar vidas” explicó un alto funcionario mexicano. Aunque no lo explicó en un primer momento, posteriormente quedó claro que las vidas que se salvaron fueron las de soldados mexicanos que fueron rodeados por una numerosa y bien armada fuerza del Cártel de Sinaloa que los obligó a liberar al joven capo de la droga a cambio de salir del lugar con vida.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, conocido por sus iniciales AMLO, quien ha sido un crítico del enfoque «militarista» que sus predecesores dieron al conflicto con los narcos y que en lugar propone atender las “raíces sociales” del crimen, admitió haber avalado la decisión del gabinete de Seguridad para liberar a Guzmán López. Pero le dio un giro humanitario a los hechos diciendo que se salvarían vidas de «ciudadanos», sin precisar que los «ciudadanos» eran los soldados rodeados por los narcos.
«Se trató de un operativo que llevó a cabo el Ejército a partir de una orden de aprehensión de un presunto delincuente, como ya lo expliqué fue una reacción muy violenta que ponía en riesgo la vida de mucha gente», dijo López Obrador en su rueda de prensa matutina.
«Esta decisión se tomó para proteger a los ciudadanos. Es que no se puede apagar el fuego con el fuego, esa es la diferencia de esta estrategia con relación a lo que han hecho los anteriores gobiernos, nosotros no queremos muertos, no queremos la guerra», agregó.
Falko Ernst, un investigador mexicano que trabaja con el organismo no gubernamental International Crisis Group, dijo al diario Los Angeles Times que la situación de caos en Culiacán, establece “un precedente muy peligroso”.
“El mensaje es: el gobierno mexicano no tiene el control, y puede ser extorsionado”, dijo Ernst.
Todo empezó en horas de la tarde del jueves cuando fuerzas de la Guardia Nacional realizaban un patrullaje de rutina en el barrio Tres Ríos de la ciudad de Culiacán, cuando fueron atacados con armas de alto poder desde una residencia.
Los soldados respondieron el fuego de metralla y tras una intensa balacera lograron tomar el control de la residencia, donde capturaron a cuatro sujetos, uno de ellos Ovidio Guzmán, de 28 años. Pero poco después, hombres vestidos de civil, usando chalecos antibalas y rifles automáticos, rodearon la casa con una fuerza más numerosa que la de los soldados, que se mostraron apaciguados ante la abrumadora respuesta del Cártel de Sinaloa.
Alfonso Durazo, ministro de Seguridad, dijo a Reuters que se tomó la decisión de liberar a Guzmán López “para salvar vidas”. En un primer momento se pensó que las autoridades temían un baño de sangre de civiles ocasionado por los narcotraficantes en represalia por la captura de Guzmán López.
El Cártel de Sinaloa es uno de las más poderosas organizaciones criminales del mundo. Era liderada por Joaquín “El Chapo” Guzmán, quien después de protagonizar dos espectaculares fugas de cárceles mexicanas, fue extraditado a Estados Unidos donde fue condenado a cadena perpetua. Desde su extradición, sus hijos Ovidio e Iván Archivaldo, conocidos como “Los Chapitos” controlan una parte de las operaciones del Cartel. Han estado bajo presión de otros narcotraficantes que han pretendido sacarlos del negocio.
El arresto de Ovidio Guzmán habría sido un importante trofeo para el gobierno mexicano. Sin embargo, el poderío militar de los narcotraficantes, y la falta de capacidad de las fuerzas de seguridad mexicana para enviar refuerzos, resultó en la decisión de tener que liberar a uno de los más buscados prófugos con tal de salvar la vida de los soldados que lo habían capturado.
Y es que ante el arresto de uno de sus líderes, los hombres del Cártel de Sinaloa no solo se desplazaron a rodear el lugar donde Guzmán López era retenido, sino que abrieron varias fuentes de batalla, cerrando calles con carros incendiados y disparando contra policías y militares en distintos puntos de la ciudad creando una situación caótica que logró abrumar a las autoridades.
Los narcos de Sinaloa hicieron gala el jueves de su armamento. Uno de los vídeos subidos a las redes por habitantes de Culiacán, muestra un camión volquete con una ametralladora calibre .50 en un trípode, empernado a la tina del camión.
El Cártel de Sinaloa es el principal sospechoso de haber perpetrado una sangrienta emboscada que el lunes pasado resultó en la muerte de 14 policías federales en el estado de Michoacán. Es además una organización que sobrepasa por mucho el tamaño y poderío de lo que fue el colombiano Cartel de Medellín, encabezado por el legendario narco, Pablo Escobar Gaviria.
Y es que, según expertos en el tema, Escobar Gaviria controlaba el tráfico de cocaína a Estados Unidos. El Cártel de Sinaloa controla el tráfico de cocaína, anfetaminas, marihuana y otras drogas, hacia Estados Unidos, Europa, Asia y Africa.
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