Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas ) informaron de que la variante KP.3.1.1 COVID-19 es ahora la cepa más común en Estados Unidos, pero un portavoz añadió que no hay pruebas de que cause síntomas más graves.
Las últimas estadísticas actualizadas de los CDC muestran que la variante, una rama de la variante KP.3, representa alrededor del 27.8% de los casos estimados para el periodo de dos semanas que finalizó el 3 de agosto. Le sigue la variante KP.3, que representa aproximadamente el 20% de todos los casos de EE.UU., seguida de las variante LB.1 y KP.2.3.
Un portavoz de los CDC dijo a The Epoch Times el miércoles que la KP.3.1.1 «es muy similar a otras variantes circulantes en Estados Unidos, y todos los linajes actuales son descendientes de la JN.1, que surgió a finales de 2023».
«En este momento, anticipamos que los tratamientos y vacunas contra COVID-19 continuarán funcionando contra todas las variantes circulantes», dijo el portavoz, y agregó que la agencia monitoreará la gravedad de las variantes y si las vacunas son efectivas.
Andy Pekosz, profesor de microbiología molecular en la Universidad Johns Hopkins, dijo que la variante KP.3 no parece causar síntomas más graves. Los anticuerpos proporcionados a través de una infección previa o de vacunas han dado lugar a mejores resultados en los últimos meses, dijo en una entrevista publicada en el sitio web de la universidad en mayo.
«Se es contagioso uno o dos días antes de experimentar los síntomas y unos días después de que éstos remitan. Y al igual que con las variantes anteriores, algunas personas pueden tener virus vivos detectables hasta una semana después de que comiencen sus síntomas, y algunas pueden experimentar síntomas de rebote», dijo en ese momento.
Los datos sobre aguas residuales recopilados por los CDC muestran que los niveles de COVID-19 son actualmente «muy altos» en unas dos docenas de estados y «altos» en una docena más. Según la agencia, en el periodo de notificación semanal más reciente, que finalizó el 5 de agosto, los casos positivos han aumentado un 16.3%, las visitas a urgencias un 2.2% y las hospitalizaciones un 3.1%.
Pero las tendencias históricas proporcionadas por los CDC muestran que las muertes por el virus están en sus niveles más bajos desde que comenzó la pandemia a principios de 2020.
Durante un aumento previo de COVID-19 en el invierno de 2023-24, se registraron alrededor de 2000 muertes semanales. Y en el invierno de 2020-21, se contabilizaron más de 25,000 muertes relacionadas con el COVID cada semana, según los datos de los CDC.
Los CDC informaron que el COVID-19 ya no es una de las principales causas de muerte en los Estados Unidos, ya que la enfermedad aparece en 49,928 certificados de defunción el año pasado. Eso es una disminución de 86,552 en 2022 y un pico de 416,893 en 2021, según datos de la agencia.
El COVID-19 cayó a la 10ª causa de muerte. Al principio de la pandemia, el virus era la tercera causa de muerte en el país. En 2022 pasó a ser la cuarta.
Las principales causas de muerte fueron las enfermedades cardíacas, el cáncer y una categoría de lesiones que incluye muertes relacionadas con armas de fuego y sobredosis de drogas.
El año pasado se produjeron casi 3.1 millones de muertes en Estados Unidos, frente a los 3.3 millones de 2022. Durante muchos años antes de la pandemia, las muertes solían aumentar año tras año, en parte porque la población del país crece. El COVID-19 aceleró esa tendencia, convirtiendo 2021 en el más mortífero de la historia de EE. UU. con 3.4 millones de muertes. Pero la cifra se redujo en 2022 a medida que la pandemia disminuía.
Mientras tanto, un panel asesor de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) dijo en junio que los principales fabricantes de vacunas de EE. UU. ahora deben apuntar a cualquier variante de COVID-19 que se derive de JN.1. Esas vacunas deben ser lanzadas en el mercado de EE. UU. Esas vacunas deberían lanzarse en otoño de 2024, según las autoridades.
Con información de The Associated Press
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