Un frente unido de reconocidos medios de comunicación, multimillonarios de Silicon Valley, “organizadores comunitarios” de izquierda y políticos demócratas están impulsando una campaña de censura política dirigida a los conservadores.
Su objetivo: incriminar el eslogan de la campaña del presidente Donald Trump de “Hacer a Estados Unidos grande de nuevo”, o “Make America Great Again, (MAGA)”, como un símbolo de odio. Entonces pueden utilizar esto para justificar la censura política en línea y la represión a la base de votantes de Trump.
El público acaba de presenciar dos incidentes en los que reconocidos medios de comunicación fueron expuestos por haber reportado historias falsas que ayudaron a dar forma a su relato de “nacionalista blanco”. El primer caso involucró a un estudiante de Covington Catholic High School, Nick Sandmann, quien fue hostigado por un hombre nativo americano mientras llevaba puesta una gorra de MAGA y luego difamado por los medios de comunicación y figuras públicas. El segundo caso implicó al actor de la serie de televisión “Empire”, Jussie Smollett, quien interpretó un falso crimen de odio contra sí mismo.
A pesar de que ambos incidentes fueron desacreditados, el relato aún permanece vigente. Y para aquellos que lo impulsan, este relato tiene un valor estratégico.
Arma política
Después del incidente de Sandmann, la actriz Alyssa Milano todavía tiene un tuit publicado que dice: “La roja gorra de MAGA es la nueva capucha blanca”.
El tuit de Milano es solo un ejemplo que muestra que para muchas personas, un incidente no necesita ser real para evocar emociones; y una vez que se forma una memoria emocional, puede ser agitada y sostenida para su utilización política.
Hillary Clinton también está aprovechando este impulso. En un tuit del 9 de abril dijo, “Los nacionalistas blancos ciertamente piensan que MAGA es un eslogan nacionalista blanco”. Y lo relacionó con un artículo del Huffington Post que afirma que “los extremistas de derecha” de todo el mundo están utilizando “los eslóganes del Presidente Trump y las gorras de MAGA” como símbolo de su movimiento.
Hacer declaraciones como ésta es estratégicamente valiosa para la izquierda. Facebook, por ejemplo, prohibió recientemente contenido que apoyaba el “nacionalismo blanco” y el “separatismo blanco” en su sitio web. Bajo esta política, si los operadores políticos pueden incriminar la gorra de MAGA cómo un símbolo de “nacionalismo blanco”, pueden usarlo como una herramienta de censura política que puede limitar los mensajes de Trump en las elecciones de 2020, o como un arma para lanzar ataques contra cualquiera que apoye este eslogan.
Palabras de poder
Esta estrategia no es nueva. Se relaciona con las tácticas comunistas de utilizar “palabras de poder” y con los conceptos antiguos de usar ciertas palabras para la invocación y la manifestación.
Bajo los sistemas socialistas, las palabras de poder son herramientas esenciales para controlar al público. Las palabras evocan imágenes, sentimientos y conceptos; y los agitadores socialistas utilizan este mecanismo transformando las palabras en herramientas políticas alterando las imágenes, sentimientos y conceptos que las palabras evocan.
Bajo Mao Zedong en la China comunista, por ejemplo, el significado de la palabra “mixin” -en castellano, “creencia ciega”- fue alterado; originalmente era un concepto tradicional de creencia, y ahora se convirtió en una herramienta utilizada para atacar a los creyentes religiosos por considerarlos supersticiosos. Mao impregnó la palabra de violencia, usándola en las campañas políticas contra los llamados “Cuatro Viejos”: viejas tradiciones, viejas cultura, viejas costumbres y viejas ideas.
Es importante recordar que los sistemas comunistas se basan en gran medida en las oscuras tradiciones ocultistas. Hegel y Engels sacaron estos conceptos del hermetismo; y los primeros pensadores socialistas de los sistemas naturistas gnósticos.
En los conceptos hechiceros de la magia, el uso de palabras de poder se relaciona con las ideas de invocación y manifestación. El uso de “hechizos” invoca una imagen o concepto que luego se manifiesta en la conciencia. Desde su manifestación inicial, puede entonces ser impregnado y fortalecido para manifestarse físicamente. Ejemplos populares de esta teoría se pueden encontrar en libros como “El Secreto”, que habla sobre el uso de la conciencia dirigida para la manifestación física.
Cuando este método se aplica a la política, se utilizan palabras para invocar conceptos en la conciencia pública. Estos conceptos son entonces agitados a través de la desinformación o la propaganda para manifestar la demanda pública, y la demanda pública es entonces interpretada físicamente a través de la política.
En los recientes ejemplos, pudimos ver que esto sucedió con las ideas inculcadas de “nacionalismo blanco”. Se fabricaron incidentes falsos contra Sandmann y Smollett para dar forma a conceptos; los medios de comunicación y figuras públicas agitaron estos conceptos con desinformación y propaganda para crear una demanda pública; y ahora las plataformas en línea y los funcionarios públicos utilizan esta demanda para promover regulaciones de censura.
Guerra memética
Desde otra perspectiva, lo que se utiliza es una forma de guerra memética. La memética es una teoría moderna sobre cómo las ideas se desarrollan con el tiempo para eventualmente impactar en una cultura. La guerra memética es la introducción intencional de ideas, y las manipulaciones de su desarrollo, para crear un desenlace cultural intencionado.
La dialéctica hegeliana utiliza una estrategia de tesis, antítesis y síntesis para analizar los desenlaces sociales, y los movimientos comunistas han utilizado conceptos similares desde su comienzo. Marx adoptó la dialéctica de Hegel y su idea que “el conflicto impulsa hacia adelante” para formar su propio sistema de materialismo dialéctico que utiliza la inversión estratégica para agitar por el cambio social. Ambas teorías funcionan subvirtiendo procesos en movimiento.
Hoy en día, todos estos métodos están en la caja de herramientas de los agitadores políticos de izquierda que buscan enmascarar sus verdaderas agendas detrás de una ilusión del bien público. Es la estrategia de juego de “arriba y abajo”: Primero, crear la ilusión de la demanda, y luego responder a la demanda para instituir el cambio social.
Con estas tácticas, los hechos ya no importan. Lo que importa es la memoria emocional residual y su noción asociada. Como el perro de Pavlov, las víctimas de esto están condicionadas a reaccionar a ciertas palabras como estímulos; y a través de esta táctica socialista, las pobres almas de la nueva izquierda se están convirtiendo en perros de ataque político, condicionados a salivar con rabia.
Joshua Philipp es un reportero de investigación senior de La Gran Época.
Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.
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Una historia de tragedia, fe y resistencia frente al totalitarismo brutal. Memorias de un esclavo del comunismo es el viaje de un hombre que busca revelar lo que cree que lo ha mantenido a él y a su pueblo como rehenes durante demasiado tiempo.
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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