Centenares de hondureños iniciaron en las últimas horas una nueva caravana con destino a Estados Unidos desde San Pedro Sula, norte de Honduras, aduciendo la falta de empleo e inseguridad en su país.
El primer grupo, con alrededor de un centenar de personas, compuesto por hombres, mujeres y niños, salió anoche, entre las 23:00 y 23:30 horas locales, mientras que el segundo entre las 05:00 y 06:00 de este miércoles, desde la Gran Central de Autobuses de San Pedro Sula.
«Voy con unos primos y amigos, somos como quince, esperamos llegar a Estados Unidos», dijo a Efe uno de los inmigrantes, que se identificó como Luis Antonio Álvarez, de 23 años.
Agregó que se va porque «aquí está difícil conseguir trabajo» y que este es «el segundo intento» que hace por llegar a Estados Unidos, desde el del 13 de octubre de 2018, cuando más 1000 hondureños salieron en caravana hacia el país del norte.
Álvarez señaló que procede de Tegucigalpa y que de llegar a Estados Unidos se reencontrará con su esposa, y su hija, de cinco años, «quienes se fueron con un coyote» (traficante de personas).
«Ellas ya están allá, espero llegar para que nos encontremos expresó Álvarez, sin precisar detalles de su esposa y su hija.
Dijo además que no teme al peligro que implica el largo recorrido, principalmente en México, donde muchos inmigrantes son víctimas de múltiples abusos por parte de bandas criminales.
En su opinión, para no tener problemas en México «con no molestar a nadie es suficiente, porque al mexicano le gusta que lo traten bien y que no se irrespeten sus leyes».
Álvarez señaló que él y el resto del grupo, todos de Tegucigalpa, llevan «muy poco dinero, casi solo con lo del bus», para pagar el pasaje entre San Pedro Sula y el sector de Agua Caliente, en el departamento occidental de Ocotepeque, fronterizo con Guatemala.
Otros emigrantes, hombres y mujeres, respondieron escuetamente, sin identificarse, que se van del país porque en Honduras no tienen trabajo.
Algunos de los emigrantes, que dijeron ser de comunidades de los departamentos de Cortés, Yoro y Santa Bárbara, norte y occidente del país, van en grupos familiares, mientras que otros son amigos y algunos se han conocido en la terminal de autobuses.
El grupo que salió anoche, unos a pie y otros en autobuses, lo hizo porque «los policías estaban diciendo que era prohibido viajar de manera ilegal» y porque en los autobuses les querían cobrar 300 lempiras por el viaje (unos 22 dólares), cuando el coste es de menos de la mitad, dijo otro de los inmigrantes que decidió salir hasta hoy.
Extraoficialmente, con mensajes por redes sociales, el martes trascendió que el grupo que saldría hoy sería de al menos 500 personas.
Desde la primera caravana, de octubre de 2018, y otra de enero de este año, las autoridades hondureñas han venido difundiendo campañas con llamamientos a no viajar de manera irregular por el peligro que implica por las bandas criminales y traficantes de personas.
También es reiterado el mensaje de que Estados Unidos no les concederá asilo, ni es cierto que, por el hecho de que se hagan acompañar de niños, les permitirán ingresar a ese país.
Desde hace muchos años, miles de inmigrantes hondureños, entre 100 y 150 diarios, según organismos de derechos humanos, han ido abandonando su país con destino a Estados Unidos, pero en octubre del año pasado sorprendieron al hacerlo en caravanas, aunque muchos no pudieron pasar de México y fueron retornados.
De los que partieron en enero, también muchos fueron retornados, unos en autobuses y otros en avión desde México.
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