El 31 de marzo, el régimen chino anunció un nuevo brote de COVID-19 en una ciudad fronteriza del suroeste, destacando que más del 40 por ciento de las personas infectadas en la ciudad tienen pasaporte birmano.
El régimen bloqueó rápidamente la ciudad y cerró la frontera, ordenó pruebas masivas a todos los residentes y tomó medidas enérgicas contra las personas que cruzan la frontera ilegalmente y contra quienes les dan posada.
Este es el segundo brote en Ruili, una ciudad en la provincia de Yunnan, en la frontera con Birmania (también conocida como Myanmar). Nueve personas han dado positivo por el virus del PCCh (Partido Comunista Chino), comúnmente conocido como nuevo coronavirus que causa la enfermedad COVID-19.
El régimen no anunció cómo comenzó el brote, pero la estatal Xinhua publicó un comentario el 31 de marzo para criticar al gobierno local por no aprender de su primer brote, que ocurrió en septiembre de 2020 y comenzó con dos birmanos que ingresaron ilegalmente a Ruili.
El diario estatal Health Times informó el miércoles que el nuevo brote en Ruili es peor que el primero, que es difícil controlar la frontera y que el brote en Birmania es muy grave.
Nuevo brote
El gobierno provincial de Yunnan anunció por primera vez el nuevo brote de COVID-19 el 31 de marzo.
El régimen dijo que el brote comenzó en la mañana del 28 de marzo cuando un ciudadano birmano dio positivo y el régimen examinó los contactos cercanos de esa persona. Para el 30 de marzo, nueve personas habían dado positivo por el virus. Cinco ciudadanos chinos y un ciudadano birmano fueron diagnosticados con COVID-19, y tres ciudadanos birmanos fueron considerados portadores asintomáticos.
El gobierno de la ciudad de Ruili anunció el miércoles que todos los residentes deben someterse a la prueba del virus del PCCh y todos los residentes serán puestos en cuarentena en casa durante una semana. Los residentes deben solicitar un permiso del comité comunitario si necesitan salir de casa. La ciudad está bloqueada y solo se les permite operar a las tiendas de comestibles y a las farmacias.
El régimen amenazó con “reprimir estrictamente a las personas que cruzan la frontera ilegalmente, que organizan los cruces fronterizos ilegales y que albergan a inmigrantes ilegales”.
Además, las autoridades ordenaron a todos los que visitaron la ciudad el 14 de marzo, o más tarde, que se reportaran al gobierno local sin importar dónde se encuentren. Este tipo de autoinforme significa que las personas serán puestas en cuarentena en un centro de cuarentena durante dos semanas. Un centro que, según informes, es caro y está en malas condiciones.
Los residentes de Ruili confirmaron el bloqueo en entrevistas telefónicas, pero dijeron que los anuncios oficiales no son precisos.
“El primer paciente fue diagnosticado el 27 de marzo. El municipio de Jiegao fue cerrado el 28 de marzo. Todos nuestros residentes recibieron la primera prueba ese día. El 31 de marzo, recibimos la segunda prueba”, dijo Liu Bin (seudónimo), un empresario que opera una tienda de jade en Jiegao, Ruili, a The Epoch Times en idioma chino, el 31 de marzo.
Bloqueos
Los habitantes de Ruili dijeron que están afrontando dificultades debido a los métodos que utiliza el régimen para frenar la propagación del virus.
“A las 3:30 a.m. [del 31 de marzo], el funcionario del comité comunitario llamó a nuestra puerta y les pidió a todos los miembros de mi familia que se hicieran una prueba en la planta baja” de la casa, de acuerdo a una citación del Health Times sobre un estudiante de secundaria en Ruili.
El artículo dijo que el régimen ordenó que más de 1800 miembros del personal médico de las ciudades vecinas vinieran a Ruili para apoyar con las pruebas de COVID-19.
El personal médico y la población local se quejó en Weibo y WeChat, dos redes sociales chinas, dando a conocer su disgusto por las pruebas se realizan las 24 horas del día, lo que agota tanto al personal médico como a los residentes.
Mientras tanto, una gran cantidad de personas que trabajan en la ciudad fronteriza de Jiegao y viven en el centro de la ciudad de Ruili no pueden regresar a casa desde su lugar de trabajo porque el régimen cerró el único puente que conecta Jiegao y la otra parte de la ciudad, según el diario Health Times
La empresaria de Jade, Wang Min (seudónimo) le dijo a The Epoch Times en idioma chino el 31 de marzo que todos los residentes de la zona pudieron finalmente volver a sus casas, pero que después se quedaron encerrados allí.
“Los turistas y los empresarios [birmanos] están en una mala situación. Están varados en hoteles y no pueden irse. Los chinos que fueron a [Birmania] por negocios no pueden regresar debido al cierre”, agregó Wang.
¿Propaganda?
El régimen chino ha negado desde el primer día que el virus del PCCh procediera de China. Esta vez, el régimen no anunció específicamente dónde comenzó el brote de Ruili, pero enfatizó que la ciudad tiene una frontera de 160 kilómetros con Birmania y que el país vecino está sufriendo un brote grave.
Health Times citó a Zeng Guang, científico jefe del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de China: “Es una tarea muy difícil proteger la larga y compleja frontera y evitar que el virus entre en China. Es comprensible que algunos infectados ingresaran a China ocasionalmente”.
El artículo se centró en la situación epidémica en Birmania y en las dificultades del control fronterizo, lo que dio a los lectores la impresión de que el virus en Ruili es de Birmania.
La primavera es una temporada turística en Yunnan. Zeng animó a la gente a viajar y dijo que es poco probable que el brote en Ruili se extienda a otras ciudades de la provincia.
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