Análisis
Las tensiones entre el régimen chino y la administración Trump, que ya están tomando la forma de una guerra comercial, ahora parecen intensificarse en América Central y el Caribe, creando un nuevo obstáculo en una relación ya de por sí difícil y volátil.
En un momento de fuertes tensiones en las relaciones con China, Estados Unidos envió contundentes mensajes de descontento a tres naciones centroamericanas que recientemente formalizaron sus relaciones con China.
El 7 de septiembre, en el aniversario del Tratado del Canal de Panamá Torrijos-Carter, el Departamento de Estado retiró a Roxanne Cabral, la encargada de negocios de Estados Unidos en Panamá. También retiró para una consulta en Washington a los embajadores de Estados Unidos en la República Dominicana y El Salvador, Robin Bernstein y Jean Manes, respectivamente. Cada diplomático convocado representa a Estados Unidos en esos países latinoamericanos que decidieron cortar lazos diplomáticos con Taiwán para establecerlos con China en el último año.
Según el comunicado emitido por el Departamento de Estado, los diplomáticos tenían previsto “reunirse con líderes del gobierno de EE.UU. para analizar la manera en que Estados Unidos puede apoyar instituciones y economías sólidas, democráticas e independientes en toda América Central y el Caribe”.
Para algunos analistas en la región, el tono de la declaración implica la inquietud de que la generosidad china estaría debilitando la estabilidad institucional en esos países.
Un área de preocupación para la administración Trump, es el ritmo al que los países están rompiendo los lazos diplomáticos con Taiwán y estableciendo vínculos con China.
Beijing se niega a mantener relaciones diplomáticas con países que reconocen a Taiwán, una isla-Estado independiente de 23 millones de habitantes frente a la costa sudeste de China continental, que el régimen chino considera una provincia rebelde. Taiwán tuvo lazos diplomáticos y económicos de larga data con América Latina, pero ahora la tendencia está cambiando a favor de Beijing.
El Salvador cortó las relaciones con Taiwán en agosto, República Dominicana en mayo y Panamá el verano pasado, dejando a Taiwán con solo 17 aliados diplomáticos formales.
A pesar de que Washington cambió sus relaciones diplomáticas formales de Taipei a Beijing en 1979 y se adhiere a la “Política de una sola China”, aún continúa manteniendo una embajada de facto en Taiwán llamada Instituto Americano. Lo que es aún más importante, Estados Unidos mantiene una alianza estratégica con Taiwán que incluye la venta de armas a la isla-Estado y la promesa de protegerla en caso de un conflicto militar.
Durante años, Taiwán fue un elemento decisivo en el cordón sanitario alrededor de China que lidera Estados Unidos… y en el Canal de Panamá.
El problema panameño
Además del cambio en el reconocimiento diplomático por parte de Panamá, Estados Unidos está cada vez más preocupado de que el gobierno panameño haya otorgado amplias concesiones a los intereses chinos a lo largo de la Zona del Canal, y el 43 por ciento de las actividades de la zona de libre comercio están actualmente bajo control chino, según Euclides Tapia, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Panamá.
Estados Unidos también está inquieto por otros acuerdos conjuntos chino-panameños firmados en las áreas de finanzas, cooperación económica, ferrocarriles y asuntos industriales. Muchos de estos tratados están siendo firmados por el Ejecutivo panameño, sin consultar a la Asamblea Nacional.
La falta de escrutinio y del debido proceso democrático en estos acuerdos también preocupa a algunas empresas y fuerzas políticas panameñas.
En Panamá los críticos de estos tratados creen que el creciente endeudamiento del país centroamericano con China llevará a que los intereses chinos construyan una cuarta serie de esclusas en el canal. Según Tapia, los chinos quieren construir un cuarto conjunto de esclusas, pero la constitución no lo reconoce, por lo que no hay necesidad de la aprobación legislativa.
“Ya están llevando a cabo un estudio de viabilidad sin la aprobación de nadie. En otras palabras, nos endeudarán hasta el cuello y ese canal no será de Panamá hasta que pague lo que debe”, señaló Tapia en el diario local La Estrella de Panamá.
La práctica del régimen chino de movilizar miles de millones de dólares en deuda para obtener activos cruciales, dominio económico e influencia política en Asia también está alarmando a un creciente coro de críticos en el continente americano.
Un informe reciente de investigadores de la Universidad de Harvard menciona que hay un creciente número de países con deudas demasiado grandes como para pagarlas, lo que permite a Beijing “adquirir activos estratégicos o influencia política sobre las naciones deudoras”.
Por ejemplo, el puerto en Sri Lanka construido con préstamos chinos fue arrendado a empresas estatales chinas por un período de 99 años para ayudar a pagar las deudas multimillonarias del país. Lo mismo podría ocurrir en otros países endeudados. Una preocupación para los intereses de la seguridad nacional de Estados Unidos es que tales construcciones podrían tener propósitos de uso múltiple que podrían ir desde el uso comercial, hasta el logístico e incluso posiblemente militar.
Hay mucho en juego en el Canal de Panamá. La mayor preocupación de Estados Unidos es controlar el acceso a la navegación transoceánica. Ese ha sido siempre un interés geopolítico estratégico de la política exterior de Estados Unidos, y la mínima amenaza de que una potencia extranjera –y una potencia adversaria– pueda tener ese control es simplemente insostenible para los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos.
Muchos analistas de seguridad nacional creen que la perspectiva de un canal con una base militar de una nación adversaria ubicada en el Hemisferio Occidental podría desencadenar una crisis geopolítica.
Las intenciones de China de construir un canal a través de Nicaragua fueron desplazadas. Consideraciones financieras y de otro tipo terminaron con la posibilidad de tener un canal de propiedad y control chino a través de dicha nación. Desde hace mucho tiempo China tiene otros proyectos estudiados, incluyendo líneas ferroviarias de última generación y otras infraestructuras de transporte para apoyar a su comercio transoceánico; pero tener un canal transoceánico sigue siendo su prioridad.
Mientras China trabaja para lograr sus objetivos en América, es probable que se intensifiquen las tensiones con Estados Unidos. El deterioro de las relaciones se vio agravado por la inestabilidad de las condiciones comerciales y por una serie de otros conflictos.
El último intercambio de comunicados diplomáticos y advertencias de la superpotencia en la región puede significar un renovado interés hacia la región y un posible cambio en el centro de gravedad entre Estados Unidos y China.
Fernando Menéndez es escritor y analista de la relación China-Latinoamérica con sede en Washington.
Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.
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