Se ha detectado un nuevo subtipo de la variante ómicron, altamente transmisible, cerca de Shanghái, donde los residentes se encuentran actualmente en régimen de aislamiento.
La nueva iteración del virus del PCCh (Partido Comunista Chino) fue reportada por las autoridades municipales de Suzhou, una ciudad que limita con Shanghái, el 2 de abril. La cepa fue aislada el 28 de marzo de un paciente local infectado.
Las autoridades municipales dijeron que el virus aislado había evolucionado a partir de la rama BA.1.1 de la variante ómicron. Además, el subtipo no coincidía con otras variantes de COVID-19 ya encontradas en China, ni con las encontradas en la base de datos pública de seguimiento de virus GISAID.
Mientras tanto, los funcionarios de salud en Dalian, una ciudad portuaria en la provincia nororiental china de Liaoning, encontraron el 1 de abril otro nuevo subtipo de ómicron en un paciente local infectado, según los medios de comunicación estatales de China. Se dijo que la cepa no coincidía con ningún virus del PCCh encontrado en China y que había evolucionado a partir de la rama BA.2 de la variante ómicron.
Desde el inicio de la pandemia de COVID-19, hasta ahora, han aparecido miles de variantes de coronavirus en todo el mundo. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU., BA.1, BA.1.1 y BA.2 son los tres linajes más comunes de la variante ómicron.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su informe epidemiológico semanal, publicado el 22 de marzo, declaró que BA.2 se había convertido en “la variante predominante” en todo el mundo. La cepa BA.2 ha sido apodada como la «variante sigilosa» porque contiene mutaciones que la hacen más difícil de detectar.
La cepa BA.1 fue responsable de una gran cantidad de infecciones en Estados Unidos a fines de 2021. Ahora, BA.2, que se sabe que es más transmisible que BA.1 y BA.1.1, constituye la mayoría de las nuevas infecciones (54.9 por ciento) en Estados Unidos, anunció el CDC el 29 de marzo.
La variante BA.2 también es la principal responsable de la nueva ola de infecciones en China, siendo Shanghái una de las áreas más afectadas. El 28 de marzo, la ciudad comenzó a aplicar un confinamiento, donde se prohíbe salir de las casas, se restringe el acceso a las carreteras, se cierran los negocios no esenciales y se llevan a cabo jornadas masivas para pruebas de detección. Todos estos métodos son parte de la dura estrategia “cero-COVID” del régimen chino.
El 4 de abril, los funcionarios de salud de Shanghái informaron un total de 9006 nuevos casos diarios.
Un día antes, el ejército chino, el Ejército Popular de Liberación (EPL), envió a más de 2000 miembros de su personal médico a Shanghái, según el diario estatal PLA Daily. Una de sus funciones es realizar pruebas de ácido nucleico.
Ha habido muchas quejas de los residentes de Shanghái que luchan por continuar con sus vidas en medio del cierre. Algunos exigen tener más acceso a alimentos y medicinas, mientras que otros se quejan de cómo les han quitado sus hijos a la fuerza.
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