A menos de un mes de las elecciones, los electores están siendo bombardeados con publicidad por correo y televisión de candidatos que esperan obtener su voto. Pero en las elecciones presidenciales de 2016, Internet y las redes sociales surgieron como un nuevo campo de batalla para influir en los votantes.
En esos nuevos espacios, ya no se trata solo de políticos o incluso de fervientes seguidores locales que defienden a sus candidatos o ideas. Países extranjeros con motivos ocultos también se han metido en Internet para sembrar discordia y tratar de influir en los resultados de las elecciones democráticas de Estados Unidos.
Tras las elecciones de 2016, la atención se centró en los intentos de Rusia de influir en el resultado. Sin embargo, de cara a las elecciones de medio término de 2018, China –no Rusia– parece ser la mayor amenaza de influencia extranjera.
“China está haciendo un esfuerzo sin precedentes para influir en la opinión estadounidense”, declaró el 10 de octubre la secretaria de Seguridad Nacional Kirstjen Nielsen en una audiencia del Senado sobre seguridad nacional, en respuesta a una pregunta sobre la integridad de las elecciones.
“Están trayendo todo lo que tienen. Están jugando a largo plazo. Están tratando de influirnos de todas las maneras posibles”.
El director del FBI, Christopher Wray, cuya agencia es responsable de abordar la influencia externa en las elecciones estadounidenses, hizo hincapié en la amenaza que plantea China.
“Creo que China representa la amenaza de inteligencia más amplia, más complicada y de más largo plazo a la que nos enfrentamos”, afirmó Wray a una comisión del Senado el 10 de octubre. “Afecta a todos los sectores de nuestra economía, a todos los estados del país y a todos los aspectos de lo que consideramos valioso”.
Ambos comentarios se hacen eco de la afirmación que el presidente Donald Trump hizo el mes pasado en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, cuando sorprendió a muchos al señalar a China por intentar interferir en las elecciones de mitad de período.
“Ellos [China] no quieren que ni nosotros ni yo ganemos, porque soy el primer presidente que desafía a China en materia de comercio”, remarcó Trump al Consejo de Seguridad.
El mes pasado, Trump impuso aranceles a las importaciones chinas por valor de 200.000 millones de dólares, y China respondió con aranceles a las importaciones estadounidenses por valor de 60.000 millones de dólares. Pero China está contraatacando con algo más que los aranceles.
El 23 de septiembre China Daily, un periódico estatal chino en inglés, publicó un anuncio de cuatro páginas en el periódico Des Moines Register de Iowa. En un claro esfuerzo por influenciar a los electores de Iowa, un artículo afirmaba que la guerra comercial estaba obligando a los importadores chinos a comprar soja de Sudamérica.
“No me gusta cuando atacan a nuestros agricultores, y no me gusta cuando emiten mensajes falsos”, informó Trump a los periodistas el 26 de septiembre en la ONU. “Pero, además de eso, nos enteramos de que están tratando de entrometerse en nuestras elecciones. Y no vamos a dejar que eso suceda, al igual que no vamos a dejar que eso suceda con Rusia”.
Trump prometió luchar contra cualquier interferencia rusa, pero puede que no tenga que utilizar un martillo tan pesado como con China. En la revisión sobre la intromisión rusa realizada después de las elecciones, Facebook encontró que en el período de casi dos años desde junio de 2015 a mayo de 2017, solo se gastaron 100.000 dólares en unos 3000 anuncios que “probablemente se originaron en Rusia”.
Wray señaló en la audiencia del Senado, por qué China es en realidad la mayor amenaza.
“En muchos sentidos, Rusia está luchando para seguir siendo relevante después de la caída de la Unión Soviética”, sostuvo Wray. “Están peleando la batalla de hoy. China está luchando la batalla de mañana”.
Puede que China esté peleando la batalla de mañana, pero la administración Trump está luchando hoy. El 4 de octubre, el vicepresidente Mike Pence pronunció un ardiente discurso en el Instituto Hudson en el que señaló a China por intentar ejercer influencia en Estados Unidos.
“No puede haber duda: China está interfiriendo con la democracia de Estados Unidos”, manifestó Pence. “Para decirlo sin rodeos, el liderazgo del presidente Trump está funcionando, y China quiere otro presidente estadounidense”.
Pence señaló que la comunidad de inteligencia descubrió que China está utilizando temas polémicos, como el comercio y los aranceles, para dividir a los funcionarios de nivel federal y local. Destacó que Beijing está tratando de cambiar la percepción de los estadounidenses sobre la política china mediante la movilización de actores encubiertos, grupos fachada y canales de propaganda. Incluso amenazan con negar una licencia comercial a una gran corporación estadounidense a menos que esa empresa se pronuncie en contra de la política de Trump.
Según Pence, se estima que el 80 por ciento de los condados de EE.UU. a los que apunta China votaron por Trump en 2016. Eso podría tener un efecto no solo en las elecciones de medio término del próximo mes, sino también en las elecciones presidenciales de 2020.
Pero nuestras máquinas de votación y nuestra infraestructura electoral parecen estar a salvo, por ahora, de China.
“Hasta la fecha, no hemos visto ningún intento chino de comprometer la infraestructura electoral”, refirió Nielsen.
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