Estados Unidos debe hacer más para entender cómo el régimen comunista de China está aprovechando la coerción económica y el arte de gobernar en su contra, según el representante Ami Bera (D-Calif.).
«Es extremadamente importante que la administración de Estados Unidos, ya sea demócrata o republicana, entienda cómo China utiliza la coerción económica», dijo Bera durante un seminario web organizado por el Center for a New American Security (CNAS), un grupo de expertos con sede en Washington.
«Lo que están haciendo realmente es coerción directa», añadió.
Desde el comienzo de la guerra comercial entre Estados Unidos y China en 2018, las represalias económicas como los aranceles, las sanciones y las restricciones a la inversión han definido cada vez más la relación chino-estadounidense.
Más recientemente, los informes documentaron una ola de acaparamiento masivo por parte del Partido Comunista Chino (PCCh), a través de la cual el régimen continúa almacenando recursos preciosos como chips de semiconductores y algodón. Esto se llevó a cabo aparentemente para aislarse de los efectos de los controles comerciales de Estados Unidos.
Bera subrayó el problema de la ambigüedad en la estrategia económica y de disuasión de Estados Unidos, y dijo que el Congreso y la Administración Biden debían esclarecer mejor cúales son las herramientas de la nación para la competencia económica y sus reglas para desplegarlas.
«Deberíamos tener cierta claridad en cuanto a las herramientas de disuasión que están disponibles», dijo Bera, «y algunas de esas herramientas son de disuasión económica».
Ese esfuerzo es también el tema de un proyecto de ley bipartidista que Bera presentó junto con la representante Ann Wagner (R-Mo.), llamado Ley para Contrarrestar la Coerción Económica de China.
Este proyecto de ley, si se convierte en ley, requeriría que el presidente establezca un grupo de trabajo responsable de desarrollar e implementar una estrategia para responder a la coerción económica del PCCh, y para monitorear los costos asociados y los impactos de dicha coerción.
«Las políticas económicas severas y depredadoras de la República Popular China [RPC] perjudican a nuestros socios y socavan los intereses estadounidenses mucho más allá de la región Indo-Pacífica», dijo Wagner en un comunicado de prensa conjunto.
«Nuestros esfuerzos para responder a la coerción económica de la RPC deben ser estratégicos, medidos y proactivos».
Sin embargo, para Bera sigue siendo una cuestión no resuelta el que Estados Unidos pueda influir en el régimen chino sin exacerbar las tensiones, o incluso abrir líneas de diálogo significativas.
«Vamos a ser competitivos con China en el siglo XXI. Eso es un hecho», dijo Bera. «La competencia no es algo malo, [pero] ¿podemos tener competencia sin una confrontación directa?».
«No tenemos que adivinar la dirección en la que Xi Jinping quiere llevar a China».
En este sentido, Bera dijo que el estilo de gobierno de Xi, de línea dura y a veces provocador, tiene algunos aspectos positivos.
«Creo que el enfoque duro que a veces adopta China en realidad está haciendo nuestro trabajo», dijo Bera.
«Hace tres o cuatro años, por ejemplo, habría dicho que Australia estaba adoptando una actitud de liberalismo económico hacia China. Hoy no es así. Probablemente sean uno de nuestros aliados más fuertes a la hora de entender cómo contrarrestar lo que está haciendo China en todo el mundo y, desde luego, en el Indo-Pacífico».
Estados Unidos es más lento en actuar que China
Los comentarios de Bera también ayudaron a contextualizar un informe publicado por el CNAS en diciembre, titulado «Contención de la crisis: conceptos estratégicos para un arte de gobernar económico coercitivo».
Ese informe se basaba en ejercicios para posibles situaciones llevados a cabo por el CNAS en los que se constataba que Estados Unidos estaba en general menos dispuesto que China a ejercer una coerción económica muy agresiva, y que los gobiernos de ambas naciones seguían deseando un amplio acceso a los mercados de la otra.
«Mientras que tanto China como Estados Unidos pueden estar dispuestos a aceptar impactos económicos negativos para perseguir objetivos geopolíticos, ambos demuestran también una preferencia por retener ampliamente el acceso al mercado del otro, lo que puede limitar el uso de las formas más extremas de coerción económica», decía el informe.
Sin embargo, el informe también señalaba que el PCCh estaba dispuesto a utilizar una gama mucho más amplia de métodos para coaccionar económicamente a Estados Unidos y a otros países, mientras que Estados Unidos se limitaba generalmente a las sanciones selectivas o a los controles de las exportaciones.
En particular, el informe concluyó que la estrategia económica de Estados Unidos tenía como objetivo general preservar el statu quo internacional. Por ello, Estados Unidos tendía a coordinar su política más lentamente que China, ya que buscaba un equilibrio entre la defensa de sus principios y la reducción de las situaciones de conflicto abierto.
El informe recomendaba que Estados Unidos siguiera una estrategia persuasiva, más que coercitiva, en lo que respecta a su conjunto de herramientas económicas, y subrayaba la importancia estratégica de mejorar las relaciones diplomáticas con las potencias medias de toda Asia y el Indo-Pacífico.
La Administración Biden espera un nuevo marco para el Indo-Pacífico
Los comentarios de Bera coincidieron con las declaraciones de Kurt Campbell, coordinador de la Casa Blanca para el Indo-Pacífico, durante un seminario web organizado por la Fundación Carnegie para la Paz Internacional el 6 de enero.
Las observaciones de Campbell, a su vez, fueron similares al pronóstico del informe del CNAS. Afirmó que la relación de Estados Unidos con las naciones más pequeñas de Asia y el Indo-Pacífico, especialmente en lo que respecta al comercio, sería fundamental para cualquier éxito o fracaso que pudiera tener a la hora de dirigir el futuro de la región.
«Tenemos que dejar claro que no solo estamos profundamente comprometidos diplomática, militar, integral y estratégicamente, [sino] que tenemos un enfoque abierto, comprometido y optimista de las interacciones comerciales [y] de la inversión en el Indo-Pacífico», dijo Campbell.
«Las murallas, las áreas en las que vamos a tener que competir en el Indo-Pacífico, no son necesariamente solo en la competencia militar, sino en todos los ámbitos de la tecnología», dijo también Campbell.
Para ello, el funcionario dijo que la nación necesitaría encontrar un marco comercial para reemplazar el Acuerdo Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (CPTPP, por sus siglas en inglés), un acuerdo comercial de 19 naciones que surgió del Acuerdo de Asociación Trans-Pacífico (TPP por sus siglas en inglés), del que la Administración Trump se retiró en 2017.
El expresidente Donald Trump rechazó el TPP y se retiró del acuerdo propuesto debido a las críticas de que era malo para el mercado laboral estadounidense. Funcionarios de la Administración Biden han dicho durante meses que están participando en un esfuerzo para crear un nuevo marco económico más sólido para el Indo-Pacífico. Sin embargo, todavía no se ha materializado nada de este esfuerzo.
Con todo, Campbell señaló que se finalizará un nuevo marco, pero también advirtió que la competencia real y significativa será la característica que defina las relaciones chino-estadounidenses en las próximas décadas.
«La propuesta general de la Administración Biden es que el paradigma dominante entre Estados Unidos y China se va a definir cada vez más por la competencia», dijo Campbell.
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