La noticia de que Sinopec, la refinería de petróleo estatal china, ha cancelado sus planes de inversión de 500 millones de dólares en el sector energético ruso no presagia una disociación general de las economías de China y Rusia.
Por el contrario, significa una interrupción temporal de una asociación económica que probablemente crecerá en tamaño y complejidad a medida que las potencias mundiales se reagrupen en nuevos bloques rivales tras la invasión de Rusia a Ucrania y las sanciones masivas que las naciones alineadas han impuesto al agresor.
Eso es lo que dice Ross Kennedy, miembro del Securities Studies Group y fundador de Fortis Analysis, que habló en el programa «China Insider» de EpochTV el 2 de abril.
Unas semanas antes de la invasión rusa, el líder chino Xi Jinping y el presidente ruso Vladimir Putin anunciaron una asociación «sin límites», una relación que no ha mostrado signos de disminuir incluso cuando Moscú se convierte en un paria en la escena mundial por su actual ataque a Ucrania. Pero Beijing aún no se ha apresurado a proporcionar una ayuda económica significativa a Moscú, cauteloso por no verse afectado por las sanciones occidentales en el proceso, según Kennedy, experto en logística y cadena de suministro.
«Beijing, a pesar de haber declarado de forma bastante contundente y abierta que no hay límites en los lazos entre Moscú y Beijing, también tiene que tener en cuenta cuál puede ser el impacto de las sanciones. Y ahora mismo hay una zona un poco gris [en lo que respecta] a cómo va a funcionar el flujo de capital entre los dos países, sobre todo en el aspecto de la inversión», dijo Kennedy.
Calificando a China de «potencia de consumo» que sigue necesitando enormes cantidades de energía y materias primas, Kennedy dijo que la disponibilidad y la facilidad de los bienes producidos en la región del mar Negro y en la parte oriental de Rusia siguen teniendo un gran atractivo para Beijing. Aunque los gobernantes chinos desconfían por el momento de lo que pueda suponer para la economía china el incumplimiento de las sanciones a Rusia. De ahí que Kennedy se muestre escéptico sobre la importancia a largo plazo de la decisión de Sinopec.
«No creo que esto sea un indicador de que China esté enfriando su apoyo a Rusia. No creo que refleje nada más que el hecho de que Beijing haya dado instrucciones a Sinopec, y a otras empresas, para que sean un poco más cautelosas en este momento y se aseguren de que las empresas estatales no estén expuestas a las sanciones occidentales», dijo.
A pesar de la decisión de Sinopec, el comercio sigue siendo de gran volumen entre ambas potencias en grupos de productos como piensos, vitaminas y oligoelementos, aminoácidos, materiales de construcción y otros componentes de larga data de la relación comercial entre Rusia y China, dijo Kennedy.
Más que una disociación, Kennedy ve probable que las empresas estatales chinas aumenten sus compras de productos energéticos y cereales a Rusia. Según el análisis de Kennedy, China, India y posiblemente otras potencias se aprovecharán de los precios más bajos de los productos energéticos disponibles para ser enviados en camiones cisterna desde Rusia, ya que esta última potencia se encuentra cada vez más aislada de los mercados occidentales. Es muy probable que se produzca un notable aumento de las transacciones no denominadas en dólares ni en euros, añadió.
«Está bastante claro que Moscú y Beijing, e incluso otros países del mundo, como India e Irán, están trabajando y colaborando estrechamente para tener la capacidad de liquidar transacciones entre ellos», dijo Kennedy.
La creciente dependencia de las transacciones que no implican monedas o sistemas bancarios occidentales tiene lugar bajo la rúbrica del BRICS, el grupo de potencias compuesto por Rusia, China, India, Brasil y Sudáfrica. Kennedy considera que el BRICS es el nexo de esta creciente consolidación y formación de un bloque que rivaliza con las democracias occidentales.
Además de la devastación de Ucrania y la imposición de sanciones masivas, la invasión de su vecino por parte de Rusia ha contribuido a iniciar un nuevo panorama geopolítico. El nuevo bloque no surgirá de la noche a la mañana. Más bien, está en forma incipiente, dijo Kennedy.
«Estamos viendo la aparición de una esfera de cooperación económica y geopolítica liderada por Rusia y China que contrastará con lo que es más bien una anglosfera, o una alianza de tipo transatlántico entre Canadá, Estados Unidos y nuestros socios de la OTAN», dijo Kennedy.
«Creo que cuando miremos atrás dentro de tres, cinco o diez años, veremos que en realidad se trata de dos bloques económicos completamente formados que tienen cierto nivel de cooperación entre ellos cuando es necesario», continuó.
En la medida en que el comercio y la cooperación se produzcan entre los bloques rivales, dependerá de los facilitadores que tengan presencia en ambos bloques, como India, Arabia Saudí y posiblemente Emiratos Árabes Unidos, predijo Kennedy. Calificó la nueva configuración geopolítica como algo sin precedentes desde los días de la Guerra Fría, cuando el mundo se componía en gran medida de la Unión Soviética, las potencias occidentales lideradas por Estados Unidos y una serie de países en desarrollo leales a uno u otro.
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