Más de 400 profesionales del sector médico del sur de California se manifestaron frente al Hospital Riverside Community el 9 de agosto, para protestar contra el requisito estatal de que todos los trabajadores de la salud estén completamente vacunados contra el COVID-19.
Según los miembros de la organización America’s Healthcare Workers for Medical Freedom (Trabajadores de la Salud de Estados Unidos por la Libertad Médica), hasta ahora se han celebrado siete concentraciones de este tipo en California, incluida una en el condado de Orange, con más de 500 participantes.
El Departamento de Salud Pública de California anunció el 5 de agosto que los trabajadores de los hospitales, centros de enfermería especializada, residencias de larga duración y de otros ámbitos relacionados con la atención sanitaria deben vacunarse antes del 30 de septiembre. El Estado Dorado es el primero en Estados Unidos en promulgar este requisito.
Heather K., una de las fundadoras de America’s Healthcare Workers for Medical Freedom, dijo a The Epoch Times que muchos de los participantes son trabajadores de la salud de primera línea para la pandemia.
«No somos antivacunas, somos anti-obligación», explicó. «Hemos trabajado todo el año y medio y ahora quieren despedirnos si no nos vacunamos. Así que creemos de verdad que eso está mal y que deberíamos poder elegir».
Heather es enfermera desde hace 11 años. Ella subrayó que es por la libertad y la seguridad que los manifestantes se oponen a la vacunación obligatoria.
«Esta no está totalmente aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). Hay reportes de que han ocurrido eventos adversos y como proveedora de atención sanitaria, sé de buena mano que subestimamos estos casos y en gran medida los pasamos por alto», indicó.
«Creo que es una decisión equivocada porque pone en riesgo a los pacientes, la calidad de la atención bajará si despiden a un montón de personal del hospital. Así que estamos haciendo esto juntos porque no estamos de acuerdo», añadió.
Carol Blount, una enfermera presente en la manifestación, se hizo eco de la postura de Heather.
«Ahora siento que nos están quitando la libertad», dijo a The Epoch Times. «No solo porque soy enfermera, sino porque también soy ciudadana estadounidense y creo en la libertad y sobre todo en la libertad de elección».
Órdenes de vacunación no están pensados para la seguridad pública, dicen manifestantes
Sandy Shipley, enfermera titulada, cree que las órdenes de vacunación no están pensados para proteger al público, sino para alguna agenda oculta.
«Ellos solo quieren imponer esta peligrosa vacuna tóxica a todo el mundo», dijo Shipley.
Jay, que trabaja en la sala de urgencias del Centro Médico de Loma Linda, cree que las políticas gubernamentales de vacunación se han politizado en nombre de la seguridad, pero esto no es por la seguridad en absoluto. Ella reveló a The Epoch Times que algunas personas seguían infectadas después vacunarse.
«Mi buena amiga acaba de terminar de estar en cuarentena, tenía COVID, ella y su marido y se vacunaron en marzo», dijo.
«Esta es una [política] forzada», añadió. «Somos estadounidenses, este es un país libre. No vivimos en un país socialista, comunista. Se están quitando poco a poco las libertades y si esto es impuesto, ¿qué será lo siguiente? Creo que si la gente no defiende nuestros derechos ahora…», dijo.
Jay subrayó que los trabajadores de la salud son profesionales formados y que se les debe permitir tomar sus propias decisiones. Ella afirmó que los trabajadores de la salud de primera línea han atendido muy bien a los pacientes con COVID-19 antes de la puesta en marcha de las vacunas, sin problemas, y preguntó por qué ahora se les exige que se vacunen.
Según los datos oficiales, el 63.6 por ciento de los californianos se han vacunado completamente contra COVID-19, y alrededor del 10 por ciento ha recibido una dosis.
Algunos trabajadores de la salud presentes en la manifestación cuestionaron la eficacia de la vacuna y se preguntaron por qué California está experimentando de nuevo el «incremento más rápido» de nuevos casos de infección a pesar de que la tasa de vacunación en el estado es considerable.
Rhonda La-blanc, que trabaja en el quirófano, dijo que ha estado trabajando en la primera línea de la batalla contra el COVID-19 incluso cuando estaba embarazada.
Al explicar su oposición a la vacunación obligatoria, citó problemas de eficacia y seguridad.
«No necesitamos que otros nos obliguen a inyectarnos veneno en el cuerpo. Alguien en mi pequeño pueblo murió de la noche a la mañana por la vacuna (…) ¿Se está informando de esto?», cuestionó. «La gente sigue enfermando con la vacuna».
Kristine, enfermera que trabaja en urgencias desde hace 10 años, llevó a su hijo a la manifestación de protesta. Ella dijo que estaba allí «por la libertad de todos, por nuestros hijos, por nuestras familias».
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