Investigadores holandeses especializados en experiencias cercanas a la muerte (ECM) han recopilado más de 70 casos de personas que al parecer abandonaron sus cuerpos y observaron escenas que no podrían haber percibido con sus sentidos físicos.
Los detalles de lo que vieron —por ejemplo, las acciones realizadas por las personas en el hospital— pudieron verificarse, proporcionando quizá una de las pruebas más sólidas de la capacidad de la mente de existir fuera del cerebro.
Titus Rivas, Anny Dirven y Rudolf Smit publicaron esta recopilación en un libro titulado «Wat een stervend brein niet kan» («Lo que no puede hacer un cerebro moribundo»). Están buscando financiación para traducir el libro del holandés al inglés. Mientras tanto, The Epoch Times ha traducido algunos de los casos para su presentación.
En uno de los casos, relatado por el cirujano cardíaco Lloyd W. Rudy (1934-2012), un paciente declarado muerto durante al menos 20 minutos volvió a la vida de forma sorprendente. No solo fue inusual su resucitación, sino que lo que dijo sobre el tiempo que estuvo muerto desafió la explicación convencional.
El Dr. Rudy se graduó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington; fue decano del Programa de Corazón de la Facultad de Medicina de la Universidad de Georgia y miembro del primer equipo de trasplante de corazón de la Universidad de Stanford. Un día de Navidad, Rudy y su ayudante Roberto Amado-Cattaneo realizaron una operación para sustituir una válvula cardíaca infectada. El paciente sufría un aneurisma causado por la infección y, una vez terminada la operación, no habría sobrevivido sin soporte vital.
Después de que la situación del paciente se volviera aparentemente desesperada, los cirujanos redactaron un certificado de defunción, informaron a la esposa del hombre de su muerte y apagaron las máquinas.
«Por una u otra razón, se habían olvidado de apagar la máquina que mide las funciones corporales, como la presión arterial», escribieron los investigadores. «Además, antes de proclamar que el paciente no tenía cura, habían bajado un largo tubo con un micrófono en el extremo dentro de su cuerpo para obtener una impresión precisa de ciertas funciones corporales, como los latidos del corazón».
«Rudy y su ayudante ya se estaban cambiando. Ambos se quitaron las chaquetas, los guantes y las máscaras y se situaron en el hueco de la puerta. Hablaron de lo que podrían haber hecho y de los medicamentos que podrían haber administrado para salvar al paciente.
«Habían pasado entre 20 y 25 minutos desde que el paciente fue declarado muerto. De repente, pareció haber algún tipo de actividad eléctrica… Rudy y su ayudante pensaron que se trataba de algún tipo de convulsiones cardíacas, pero la actividad aumentó y dio lugar a un latido, primero lento y luego más rápido».
Nadie había hecho nada para reanimar al paciente desde que fue declarado muerto; la reanimación fue espontánea. El paciente tardó un par de días en recuperar la conciencia, pero se recuperó completamente sin ningún signo de daño cerebral.
Amado-Cattaneo dijo: «He experimentado algunas veces que la gente se recuperaba de un profundo y largo shock, pero estas personas seguían vivas, mientras que en este caso el hombre había muerto».
Al igual que muchas personas a las que se les ha informado de que han abandonado el cuerpo durante una ECM, el paciente describió una luz brillante al final de un túnel. Sin embargo, son los sucesos que observó dentro del hospital los que intrigan a quienes buscan verificar científicamente las ECM.
Vio a Rudy y a Amado-Cattaneo hablando; describió con precisión su posición en la habitación y cómo estaban con los brazos cruzados sobre el pecho; vio al anestesista entrar en la habitación; pero lo más interesante es que vio el monitor del ordenador de una enfermera con una fila de notas adhesivas alineadas una sobre otra. Efectivamente, la enfermera había tomado mensajes telefónicos para Rudy en notas post-it y los había pegado en esta disposición.
Los autores escribieron: «Rudy señala que el paciente no podía haber visto las notas antes de la operación, ya que no había habido ninguna llamada sin contestar [en ese momento]. Obviamente, la forma en que las notas post-it estaban pegadas una encima de otra en el monitor no era común, y el paciente no podría haber adivinado al azar cómo [la enfermera] había pegado las notas en este caso.
«Rudy concluye que el paciente debía estar realmente situado encima de su cuerpo, porque no podría haber descrito la habitación y tal de otra manera. Por lo tanto, conjetura que la coincidencia o el conocimiento previo normal no podrían ser explicaciones realistas».
Amado-Cattaneo tampoco pudo explicar el fenómeno. Confirmó que el paciente describió con precisión acontecimientos que no pudo ver, porque sus ojos estaban cerrados con cinta adhesiva para proteger la córnea durante la operación.
Las máquinas que controlaban sus constantes vitales no funcionaban mal, su corazón se había detenido y no mostró signos de respiración durante al menos 20 minutos. Sin embargo, Amado-Cattaneo no recordaba el nombre del paciente y Rudy ya había fallecido cuando Rivas y sus compañeros de investigación profundizaron en el caso.
En un artículo publicado en la Revista de Estudios de Experiencias Cercanas a la Muerte, Rivas y Smit escribieron sobre este caso: «Por supuesto, este caso estaría completo si se pudiera establecer la identidad del paciente para poder examinar los registros médicos, pero a menos que Amado-Cattaneo recuerde su nombre, tal investigación adicional no es factible. Sin embargo, en nuestra opinión, esta imperfección solo reduce ligeramente, pero en ningún caso niega, el caso como prueba seria para la AVP*».
Rivas y Smit concluyen en el documento: «Creemos que la acumulación de estas pruebas anecdóticas hace cada vez más difícil descartar este tipo de casos por completo».
*AVP significa percepción verídica aparentemente no física, término que se da a las percepciones que deberían haber sido imposibles según el estado y la posición del cuerpo físico de quien las experimenta.
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