Un día después de que el Departamento de Justicia de Estados Unidos anunciara una nueva iniciativa para perseguir de manera más agresiva los casos de espionaje chino, este informó que los fiscales presentaron nuevos cargos en un caso previamente difundido de un ciudadano chino que buscaba exportar ilegalmente tecnología militar de Estados Unidos a China.
En un comunicado de prensa del 2 de noviembre, el Departamento de Justicia (DOJ) anunció que se presentaron cargos adicionales contra Qin Shuren, un residente permanente de Estados Unidos que vive en Wellesley, Massachusetts, por contrabando, lavado de dinero y declaraciones falsas a funcionarios del gobierno. En junio, Qin fue arrestado por su presunta conspiración para exportar dispositivos de guerra antisubmarinos de Estados Unidos a un instituto de investigación militar chino, entre otros cargos, según el DOJ.
De 2015 a 2016, Qin exportó al menos 60 hidrófonos –dispositivos que se pueden usar para monitorear el sonido bajo el agua– a la Universidad Politécnica del Noroeste (UPN), un instituto de investigación militar ubicado en la ciudad de Xi’an, en el noroeste de China, que está afiliado al Ejército Popular de Liberación, según un comunicado del Departamento de Justicia.
Qin, de 41 años, transfirió más de USD 100.000 a cuentas bancarias estadounidenses desde cuentas chinas para facilitar su plan de exportación, según documentos judiciales.
Debido a los riesgos de seguridad nacional, el Departamento de Comercio estadounidense exige que una empresa obtenga una licencia de exportación para enviar mercancías de Estados Unidos a la UPN, la cual trabaja con el Ejército de China para mejorar su capacidad militar. Los fiscales dijeron que Qin exportó los dispositivos a China sin obtener la licencia, y que se ocultó intencionalmente a un proveedor estadounidense de hidrófonos, que la UPN era el destinatario.
Inicialmente fue acusado de conspiración para cometer violaciones a la exportación, fraude de visa y conspiración para estafar a Estados Unidos. En total, enfrenta hasta 70 años de prisión, además de más de USD 2 millones en multas, según el comunicado de prensa del Departamento de Justicia.
Tales intentos de robar tecnología militar de Estados Unidos en beneficio del régimen chino no son infrecuentes.
Apenas este año, el DOJ anunció otros dos casos de contrabando de tecnología estadounidense.
En julio, una ciudadana china se declaró culpable de exportar ilegalmente a China equipos relacionados con «radares avanzados, bloqueadores de señal de comunicaciones de grado militar, amplificadores de bajo ruido y [sistemas] de comunicaciones espaciales de banda Ka». Ella pudo acceder a la tecnología a través de su función en los servicios de contabilidad para empresas aeroespaciales, incluidos contratistas de defensa de Estados Unidos, según el DOJ.
En enero, dos ciudadanos estadounidenses y un canadiense naturalizados fueron acusados de planear exportar chips de computadora utilizados en la guerra electrónica y sistemas de radar. Los sospechosos eran taiwaneses y vietnamitas. Los tres se hicieron pasar por clientes nacionales que buscaban comprar los chips de una compañía estadounidense, antes de exportarlos a una compañía china llamada Chengdu GaStone Technology Co.
En otros casos los culpables han sido académicos chinos. En 2015 dos ingenieros, que se conocieron mientras estudiaban tecnología de resonador acústico de película delgada (FBAR) en una universidad del sur de California, fueron acusados de espionaje económico.
Más tarde trabajaron para firmas de tecnología estadounidenses que se especializaba en FBAR, y conspiraron para robar el código fuente de las compañías y otras tecnologías vitales con aplicaciones para comunicaciones militares y de defensa nacional. Planeaban compartir los secretos comerciales con la Universidad de Tianjin en China, antes de abrir una empresa conjunta con la universidad para producir en masa equipos FBAR para clientes comerciales y militares chinos, según el DOJ.
El patrón de robo de propiedad intelectual de China en los campos de la ciencia y la tecnología, ha llevado a los Estados Unidos a acortar la duración de las visas emitidas a estudiantes graduados chinos que estudian en campos específicos, como la robótica, aviación y fabricación de alta tecnología.
El régimen chino ve el desarrollo en esos campos como objetivos prioritarios para su sector manufacturero, descritos en su plan económico a 10 años, Made in China 2025.
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