En medio de la tercera ola de brotes del virus del PCCh en la región noroccidental de Xinjiang y la ciudad nororientl de Dalian, las autoridades chinas promulgaron reglas estrictas de cuarentena, y algunos residentes fueron severamente castigados por violar las normas.
Algunos de los que hablaron con The Epoch Times criticaron a las autoridades por sus medidas draconianas.
Desde que la capital de Xinjiang, Urumqi, fue clausurada el 16 de julio, los residentes dijeron a la edición china de The Epoch Times que sus vidas cotidianas han sido severamente restringidas. Las autoridades les dijeron que no pueden hacer posteos online sobre el brote.
El 11 de agosto, Li Qiang, residente de Urumqi, dijo que él y sus vecinos se sometieron a dos pruebas de COVID-19. Las pruebas dieron negativo, pero las autoridades no les notificaron sobre cuando podían salir de casa libremente luego de estar aislados durante 27 días.
«Estamos cada vez más ansiosos. No podemos salir de casa y no podemos ganar dinero», dijo Li.
Mientras están encerrados, los residentes solo pueden comprar alimentos en tiendas online o pidiéndoles a los voluntarios aprobados por el gobierno.
Debido a la falta de proveedores de alimentos, «la comida es muy cara, especialmente la carne y la fruta», dijo Li. La carne costaba cerca de USD 4.9 por libra a fines de julio, y ahora cuesta USD 6.4 por libra.
Li dijo que compró algunas uvas hace diez días, las cuales estaban casi USD 1.3 por libra. En agosto de 2019, el precio en Urumqi era de USD 0.65 por libra, de acuerdo con el buró de comercio de la ciudad.
Algunos residentes de Urumqi no pudieron aguantar la larga cuarentena y abandonaron sus hogares— y como resultado fueron castigados por la autoridades.
Las autoridades de la ciudad advirtieron a los residentes de las consecuencias en un video posteado en una red social el 12 de agosto, en donde cuatro personas fueron obligadas a estar de pie bajo el sol abrasador porque desobedecieron las reglas de cuarentena de la ciudad.
Las medidas de cierre también enfurecieron a los residentes de Dalian, donde también hay una tercera ola del brote.
El 7 de agosto, el gobierno de la ciudad anunció que la policía de la ciudad castigó a 52 personas involucradas en cuatro casos penales relacionados con el brote y 38 «casos administrativos» relacionados con el brote.
Las autoridades dijeron que las 52 personas no siguieron las reglas de bloqueo del gobierno.
Ping Li, una habitante del complejo residencial Daoxin Jianyuan en la Bahía de Dalian, dijo el 12 de agosto que las autoridades monitorean a los residentes para asegurarse de que permanezcan en casa, usando guardias de seguridad y drones.
Los residentes de la bahía de Dalian no tienen permitido salir de sus hogares. Cualquiera que viole la regla será detenido de 7 a 15 días, dijo Ping.
Ping dijo que su complejo residencial fue obligado a someterse cuatro veces a pruebas para COVID-19. «Las restricciones son cada vez más estrictas (…) Ahora ni siquiera puedes salir a botar la basura», dijo Ping. «Los drones nos están vigilando. Esos pueden captar si hay gente afuera».
Ping también dijo que la comida era extremadamente cara, y que muchos perdieron sus trabajos durante la pandemia.
En la plataforma online establecida por las autoridades, los huevos cuestan 10 yuanes por 500 gramos (cerca de USD 1.31 por libra), y los duraznos cuestan cinco yuanes (cerca de USD 0.72) por unidad. «Pero los que se consiguen están a menudo podridos», dijo Ping.
Con el encierro que se prolonga por semanas, Ping dijo que su hija de casi cuatro años se estaba poniendo ansiosa. «Ella sigue diciéndome que quiere ver el mar y juntarse con sus amigos de abajo», dijo Ping.
Un residente de Dalian también compartió un video con The Epoch Times grabado en su complejo residencial el 1 de agosto. Un hombre planeaba recoger la comida que pidió a un servicio privado, pero fue captado por los guardias de seguridad poco después de salir del complejo.
Los guardias de seguridad lo contuvieron. Cuando la policía llegó, fue enviado a un centro de detención por cinco días. Durante el proceso, un guardia rompió la camiseta del hombre y lo inmovilizó contra el suelo.
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