Los robots de limpieza, los altavoces inteligentes, los autos sin conductor y las teteras y refrigeradores conectados por WiFi son herramientas prácticas que hacen nuestra vida cotidiana mucho más fácil.
Pero la presencia de China en esta floreciente industria –conocida como IoT, o la Internet de las cosas– podría plantear graves riesgos de seguridad para empresas y consumidores, según un nuevo informe encargado por la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad de Estados Unidos y China; un grupo del Congreso que analiza cuestiones relativas a la relación entre Estados Unidos y China.
China desarrolló rápidamente su industria de IoT en los últimos años, y se convertiría en el mayor del mercado mundial para el año 2022, según la empresa de estudios de mercado MarketsandMarkets.
El mercado chino de IoT alcanzó un valor de 1 billón de yuanes (unos 154.000 millones de dólares) en 2017, según el informe.
El estudio, de más de 200 páginas, describe cómo opera la industria china y los planes del régimen chino para dominar el mercado mundial, así como las posibles consecuencias para Estados Unidos en caso de que tuvieran éxito.
En el informe se explica con gran detalle cómo el régimen chino otorgó prioridad al desarrollo de la tecnología de IoT como objetivo para sus intereses nacionales y apoyó financieramente a la industria nacional. Esto le brinda a la tecnología de IoT china ventajas económicas que podrán permitirle espiar a los consumidores, obtener innovaciones militares y superar de manera desleal a las compañías de IoT de EE.UU., según el informe.
La industria de IoT China también está trabajando junto con el ejército y las agencias gubernamentales chinas a fin de desarrollar tecnología con capacidades de defensa y vigilancia masiva.
Dirección del Estado
Al menos desde 2010, Beijing emitió directivas en las que se menciona la importancia del desarrollo de IoT. Un artículo de 2011 en un sitio web del gobierno citaba a funcionarios del Ministerio de Finanzas que explicaban que IoT es fundamental para “lograr una tecnología controlada localmente y proteger la seguridad nacional”.
Desde entonces, China impulsó a la industria para que abarque la mayor parte de la cadena de suministro de IoT, desde chips, dispositivos, software y operadores. Los grandes gigantes de las telecomunicaciones, Huawei y ZTE, fabrican los equipos del sistema, mientras que empresas estatales como China Unicom y China Telecom son operadores.
Además, China adoptó la estrategia de alcanzar un gran tamaño de mercado con el fin de lograr una mayor representación –y por lo tanto, una mayor influencia– sobre los organismos internacionales de normalización. Esto permite a China dictaminar sus estándares de seguridad que, dadas las tendencias actuales, suelen ofrecer menos medidas de seguridad contra el acceso no autorizado, según el informe.
Convertirse en un creador de estándares también permitiría que las empresas chinas se beneficien más porque pueden “vender sus productos de manera más amplia o ganar regalías por la concesión de licencias de sus patentes que cumplen con los estándares a los fabricantes que desarrollan dispositivos bajo ese estándar y a otras empresas de la cadena de suministro”, dice el documento.
En particular, los comités técnicos nacionales de China tienen vínculos directos con las agencias de seguridad del Estado. Por ejemplo, uno de los directores del comité es un funcionario de la Administración del Ciberespacio, la cual es responsable de la censura y el control de Internet. El informe también menciona a dos institutos de investigación y desarrollo pertenecientes al aparato policial de China –conocido como el Ministerio de Seguridad Pública– como “prolíficos redactores de estándares de IoT”.
Preocupaciones de seguridad
Naturalmente, esto lleva a la cuestión de si el régimen chino podría explotar los dispositivos de IoT para sus propósitos.
“China también está investigando activamente las vulnerabilidades de IoT, tanto por motivos de seguridad como casi con toda seguridad para recopilar información de inteligencia, realizar reconocimientos de redes para ciberataques y aumentar su capacidad de vigilancia nacional”, señala el informe sin rodeos.
Las empresas chinas no solo pueden acceder a los datos de los usuarios que compraron dispositivos fabricados en China, sino que también pueden comprar empresas de IoT de EE.UU. y los datos que posean, o comprar datos de EE.UU. a un proveedor externo.
Beijing también tiene amplios poderes para exigir a las empresas que operan en China que entreguen los datos de sus clientes.
Hubo numerosos casos de empresas chinas que fabrican productos a los que se puede acceder de forma remota y que más tarde se descubrió que recogían datos en secreto y los enviaban a servidores en China.
En 2017, por ejemplo, más de 175.000 cámaras IoT en todo el mundo producidas por Shenzhen Neo Electronics, eran accesibles a distancia.
En 2013, los agentes de aduanas rusos encontraron teteras y planchas fabricadas en China que contenían chips WiFi y que pueden buscar redes WiFi no seguras y “llamar a casa” para permitir el acceso.
Usos militares
Además, Beijing estableció que la industria trabaje junto con el Ejército y el gobierno civil para llevar a cabo la investigación de IoT. Una de las aplicaciones militares que los institutos de investigación chinos están estudiando es cómo proteger los sensores militares de China del acceso no autorizado.
Otra aplicación es para la conexión en red de los ataques militares desde el espacio, aire y tierra.
El aparato policial del Estado también está utilizando la informática de IoT para recopilar y gestionar grandes cantidades de datos procedentes de dispositivos de vigilancia policial.
Al final, el informe ofrece recomendaciones al gobierno de Estados Unidos para crear medidas comerciales que puedan impedir que China utilice sus ventajas económicas para seguir dominando el mercado de IoT.
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