Con honor, devoción y coloridas máscaras que simulan guerreros prehispánicos, cientos de «tastoanes» recrean la mítica lucha de los indígenas contra el Santo Santiago durante la Conquista española, una tradición con más de 200 años de antigüedad en Tonalá, en el estado mexicano de Jalisco.
A fines de julio, hombres de todas las edades se transforman cada año en los «tastoanes», guerreros que, de acuerdo con la tradición, se enfrentaron a los conquistadores que llegaron al territorio conocido como Caxcán en Tonalá (oeste de México) y devoraron al Santo Santiago, quien después resucitó para darles su castigo.
Jesús Delgado, conocido como el «tastoán mayor», contó a Efe que la tradición combina creencias religiosas con tradiciones prehispánicas y danza para festejar al Santo Santiago -como se conoce en México al apóstol Santiago el Mayor- y también para que los participantes paguen algún favor recibido por ese personaje religioso.
«Hay algunos que traen manda (voto o promesa a alguna figura religiosa), otros que se la dedican a los niños con cáncer y a quienes están preocupados porque la difusión de esta festividad siga adelante», afirmó el hombre de 62 años luego de participar en la danza.
Los «tastoanes» cuyo nombre es una variación en náhuatl de Tlatoani, que significa «señor gobernante», portan con orgullo sus máscaras elaboradas en base a cuero de ternera, cola de vaca e ixtle (fibras vegetales) y sus trajes hechos de piel de vaca son confeccionados con meses de anticipación.
Algunos portan también algún abrigo o saco y botas para proteger el cuerpo de los azotes, que la figura que representa a Santiago les da con ramas de árbol de mezquite mojadas.
En su antifaz de hasta cuatro kilos de peso, los «tastoanes» representan animales prehispánicos considerados como protectores, así como la fiereza de su carácter de guerreros indígenas y las marcas que les dejó la peste de la viruela que se extendió por la región tras la Conquista española (1519-1521).
Para Delgado, quien desde los once años practica esta costumbre, ser un «tastoán» es un gusto y una responsabilidad pues implica mantener la tradición centenaria de esta región de México.
Durante todo el día los guerreros realizan las danzas también conocidas como «jugadas», en las que buscan atrapar a un hombre vestido de blanco, caracterizado como el Santo Santiago, y comerlo al pie de la diosa prehispánica Cihualpilli al ritmo del tambor y la chirimía, un instrumento de sonido agudo similar a una trompetilla.
Luego, cuando el santo revive, los «tastoanes» se enfrentan a él y luchan por recibir el menor número de latigazos con las ramas que sirven como penitencia. Algunos de ellos, por el contrario, bajan la defensa y se hincan sin poner resistencia a los golpes en señal de humildad, un acto heroico que es vitoreado por el público.
Marco Zamora repite la tradición desde hace cuatro años junto a su hijo y su suegro. Cuenta a Efe que participar en estas danzas es recuperar la cultura y agradecer el bienestar de su familia.
«Primero (lo hacía) solo por la tradición, pero ahorita sí se lo dedico a mi familia y dándole gracias al santo que mi familia esté bien todo el año y podamos estar aquí», expresó.
Al concluir las danzas los «tastoanes» acuden a una misa en honor de San Santiago y luego realizan una cena para agradecer a quienes participan en esta representación.
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