La semana pasada se celebraron concentraciones en Japón en solidaridad con la «Revolución de las Hojas en Blanco» en China continental, la mayor oleada de protestas chinas en tres décadas. Las concentraciones se sumaron a la respuesta mundial a las draconianas medidas por COVID de China, desencadenada por un trágico incendio a finales de noviembre.
El 24 de noviembre, un mortal incendio de un apartamento en Urumqi, capital de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, provocó manifestaciones en decenas de ciudades chinas y en universidades de todo el país.
Los medios de comunicación estatales chinos reportaron que había 10 muertos en el incendio de Urumqi, pero los reportes de las redes sociales afirmaban que había al menos 44 víctimas. Se reportó que las barreras de control de pandemias impidieron el acceso de los camiones de bomberos al edificio. Al parecer, las puertas del edificio estaban selladas con barras de hierro, por lo que muchos residentes no tenían forma de escapar.
Las manifestaciones masivas, en las que se expresaba la indignación por la tragedia y se protestaba contra las duras medidas de cero-COVID de China, se extendieron rápidamente al extranjero y obtuvieron una amplia solidaridad internacional, convirtiéndose en lo que se ha dado en llamar la «revolución de las hojas en blanco».
Los manifestantes chinos levantaron hojas de papel blanco en señal de protesta mientras coreaban consignas políticas como «¡Rechazo a la dictadura!» «¡Renuncia, Partido Comunista Chino!».
Las hojas de papel en blanco se han considerado un potente símbolo del descontento que no puede expresarse abiertamente en un Estado autoritario. Los manifestantes comenzaron a usar papel blanco durante las manifestaciones a favor de la democracia en Hong Kong en 2019, a medida que la China comunista reforzaba su control de la ciudad.
The Epoch Times entrevistó a participantes en la manifestación en Tokio y Osaka. Muchos hablaron de forma anónima por temor a represalias.
Manifestantes en Tokio: «No sean esclavos, sean ciudadanos».
El 30 de noviembre, a las siete de la tarde —más o menos a la hora en que inició el mortífero incendio en Urumqi— ciudadanos chinos y estudiantes se reunieron en la plaza pública frente a la estación de Shinjuku de Tokio.
Como en otras concentraciones, un lema común fue «¡Antidictadura, antitiranía! ¡Denme la libertad o denme la muerte!».
Los manifestantes coreaban: «¡No queremos pruebas COVID; queremos comida!», «¡No queremos mentiras; queremos dignidad!», «¡No necesitamos líderes; necesitamos derecho al voto!» y «¡No sean esclavos, sean ciudadanos!».
Cientos de manifestantes, entre ellos muchos estudiantes internacionales chinos, participaron en la concentración, sosteniendo trozos de papel en blanco mientras coreaban «¡China libre!». Otros exigían «derechos humanos, libertad de elecciones y constitucionalismo».
Violinistas interpretaron canciones del musical Los Miserables, mientras se exhibían pancartas en las que se leía «Liberemos Hong Kong, revolución de nuestro tiempo».
Los estudiantes chinos que asistieron al acto procedían en su mayoría de universidades japonesas locales, como la Universidad de Tokio y la Universidad de Waseda.
Algunos estudiantes afirmaron que, tras difundirse la noticia de la concentración, la embajada china en Japón envió funcionarios a los centros para intentar detenerla, lo que disuadió a algunos estudiantes de asistir. A pesar de ello, las concentraciones se celebraron y atrajeron a cientos de personas.
«Como chino, no he podido expresar mis verdaderos sentimientos durante muchos años. Ahora por fin puedo hablar, y estoy muy contenta», declaró a The Epoch Times una estudiante internacional china.
Zhang Miao (seudónimo), que llegó recientemente a Japón para estudiar, declaró a The Epoch Times que «superé el miedo y el obstáculo de la ‘autocensura’ para presentarme aquí. La simpatía y la rabia de mi corazón me impidieron no hacer nada ni decir nada… Hoy, tanta gente se ha reunido aquí por el mismo objetivo: derrocar al Partido Comunista Chino».
Los oradores de la concentración, organizada por la Asociación de Hongkoneses de Japón, pidieron un desafío unificado al PCCh.
Wada Kenichiro declaró a The Epoch Times que había acudido a la concentración en señal de duelo por las vidas perdidas a causa de la política china de «cero COVID».
Kenichiro es concejal en Shiroishi, en la prefectura de Chiba, al este de Tokio. Saltó a los titulares internacionales en 2018 después de que se le negara la entrada a Hong Kong por apoyar a un candidato legislativo prodemocrático allí.
Kenichiro dijo que los asistentes a la manifestación mostraron el coraje «de ser libres, de ser democráticos, y lo respeto desde el fondo de mi corazón».
Manifestación en Osaka: «La historia será testigo»
A las 7:00 p.m. del 2 de diciembre, multitudes chinas permanecieron en silencio cerca de la estación Nihonbashi del área metropolitana de Osaka, sosteniendo papeles en blanco, flores y velas en señal de duelo por los compatriotas fallecidos en el fatal incendio.
También se celebraron concentraciones en Osaka los días 2 y 3 de diciembre.
Las concentraciones expresaron cuatro demandas: que China abra su economía, adopte un sistema democrático, levante las restricciones pandémicas y que el líder chino Xi Jinping renuncie.
«La razón más importante para celebrar esta protesta en el extranjero es hacer saber a los estudiantes chinos que no están solos y que los apoyaremos», declaró a The Epoch Times uno de los moderadores del acto, el estudiante internacional chino Wen Long (seudónimo). «También queremos que la comunidad internacional escuche nuestra voz a medida que más chinos anhelan la democracia y la libertad».
«Será una victoria para nosotros si dejamos que más gente reconozca la maldad del PCCh; solo cuando el PCCh esté completamente desintegrado podrá China tener un futuro», añadió.
Un ciudadano japonés naturalizado, que dio su nombre como Sato, dijo a The Epoch Times: «La gente está sufriendo en China, y lo que más teme el PCCh es a la gente que no está de acuerdo con ellos».
La Sra. Wada, una maestra de inglés japonesa, dijo que se apresuró a acudir a la manifestación justo después del trabajo. Dijo sentir compasión por las víctimas del mortal incendio de Urumqi, pero le preocupa que los estudiantes que protestan puedan convertirse en el objetivo del PCCh.
En la tarde del 3 de diciembre, los estudiantes internacionales chinos continuaron con su protesta del papel en blanco en el parque cercano al consulado chino en Osaka. Asistieron más de 200 estudiantes chinos y algunos lugareños.
Los manifestantes corearon consignas como «¡Libertad de expresión, libertad de prensa!». «¡Renuncia, PCCh!» «¡Renuncia, Xi Jinping!» «¡No queremos líderes, queremos derecho al voto!».
En la concentración sonó «¿Oyes al pueblo cantar?», de Los Miserables. La canción se convirtió en un himno durante las protestas prodemocráticas de 2019 en Hong Kong.
Los oradores del evento también denunciaron las brutalidades del PCCh.
Liu Qi (seudónimo), padre de dos hijos, dijo airadamente: «¡el gobierno chino ni siquiera se ha disculpado y sigue mintiendo por sus muchas atrocidades contra el pueblo! Por eso estoy hoy aquí; ¡no lo soporto!».
«Si hay un incendio y nadie viene a salvarme, y muero quemado en casa, esto me da mucho miedo. Esto pasa en China», dijo a The Epoch Times Sun Hao (seudónimo), un estudiante internacional chino de 21 años. Sun llegó a Japón desde Shanghái hace dos meses.
«Si no nos levantamos y nos salvamos hoy, quizá nadie venga a salvarnos. Apoyo a quienes protestan valientemente en China. En lugar de tener miedo, ¡me defiendo a mí y a mi familia!».
Otra estudiante de Shanghái, Zhen Ni (seudónimo), de 29 años, contó a The Epoch Times que fue testigo de la muerte de un vecino que no pudo ir al hospital debido a las medidas de confinamiento. Zhen dijo que había acudido a la concentración para pedir libertad y democracia en China continental. Su esperanza es que sus amigos y familiares en China puedan llevar una vida normal.
«La revolución del papel en blanco debe continuar. Es un movimiento histórico. La historia será testigo», declaró a The Epoch Times Yang Di (seudónimo), que llegó a Japón antes del estallido del COVID-19.
Yang relató un incidente que ilustra el peligro al que se enfrentan los manifestantes, incluso fuera de China: «Cuando pasé por delante del consulado chino, dos hombres me preguntaron si iba a la manifestación. No me molesté en contestar. Me siguieron durante mucho tiempo, pero se detuvieron cuando me acercaba a la concentración porque temían la protesta».
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