Los fiscales federales anunciaron el 14 de noviembre una condena de seis años más ocho meses de prisión en un acuerdo con un acusado de causar la muerte de un hombre mediante la venta de medicamentos falsos con fentanilo.
Ian Edward Parrish, de 28 años y originario de San José (California), se declaró culpable en agosto de haber vendido cuatro pastillas —dos de ellas Percocet falsificadas que contenían fentanilo— en agosto de 2022 a un hombre de Ohio en un bar de Fremont, ciudad cercana a Oakland, en el este de la bahía.
La víctima —que tenía seis hijos y 11 nietos— preguntó al Sr. Parrish si las píldoras eran reales, y el acusado respondió que lo eran, aunque sabía que no lo eran, según los documentos de acusación y el acuerdo de culpabilidad.
Aproximadamente 17 minutos después de consumir las pastillas, la víctima se tambaleó y perdió el conocimiento. Aunque los intervinientes intentaron reanimarlo, la ingestión de fentanilo acabó causándole la muerte, según el departamento de justicia.
Inodoro, sin sabor y casi imposible de identificar sin tiras reactivas especializadas, una fracción de miligramo de fentanilo puede resultar mortal, y dos miligramos —unos pocos granos— se consideran una dosis letal, según los expertos.
La muerte suele producirse por asfixia, ya que la droga ralentiza la respiración, según los expertos médicos.
Según los expertos policiales, el Percocet, un analgésico de venta con receta y sustancia controlada habitual, es falsificado habitualmente por los traficantes de drogas, y la mayoría de los comprimidos azules con la marca «M30» que se venden en las calles contienen opiáceos sintéticos letales.
«Las pastillas falsificadas con fentanilo suelen tener la forma y el color de las que se venden legítimamente en las farmacias», escriben los fiscales en el comunicado de prensa en el que anuncian la sentencia. «Variaciones muy pequeñas en la cantidad o calidad del fentanilo crean enormes efectos en la potencia de las píldoras falsificadas y pueden causar fácilmente la muerte».
Los productos farmacéuticos populares son a menudo el objetivo de los traficantes de drogas, con Xanax, Oxicodona, Adderall y otros entre los más incautados por las autoridades.
Alarmadas por el fuerte aumento de las muertes por sobredosis en los últimos tres años, las autoridades han lanzado recientemente la campaña «Una píldora puede matar», con la que pretenden informar al público de los peligros del consumo de pastillas falsas.
Los expertos de las fuerzas policiales advierten de que el fentanilo puede camuflarse en diversos productos, como bebidas, en papel, en gotas líquidas y, según se informa, en el cannabis, con el fin de crear adictos introduciéndoles la sustancia altamente adictiva.
El fentanilo es la principal causa de muerte por sobredosis en Estados Unidos —responsable de aproximadamente 200 muertes por sobredosis al día— según el Instituto Nacional de Salud, con sede en Bethesda (Maryland).
Aproximadamente 6000 californianos murieron en cada uno de los dos últimos años por sobredosis de fentanilo, según datos preliminares publicados por el departamento de salud pública del estado.
Los legisladores del estado que tratan de encontrar soluciones han luchado por encontrar un terreno común, con una parte que cree que se necesita más educación y prevención de las sobredosis, mientras que la otra sostiene que deben aumentarse las penas para los traficantes de fentanilo.
Mientras tanto, algunos fiscales locales y federales están investigando algunas muertes por sobredosis como posibles homicidios u homicidios involuntarios.
Recientemente, un jurado del condado de Placer (California), cerca de Sacramento, dictó una condena sin precedentes por asesinato en segundo grado y una pena de prisión de 15 años a cadena perpetua para un hombre de 21 años que vendió pastillas falsificadas que provocaron la muerte de una niña de 15 años.
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