El presidente, Donald Trump, asistirá del 2 al 4 de diciembre a la reunión cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que tendrá lugar en Londres, según confirmó hoy la Casa Blanca.
«El presidente Trump y la primera dama, Melania Trump, viajarán al Reino Unido» para participar en el encuentro de gobernantes de esa alianza, señaló el comunicado, que confirma informaciones adelantadas días atrás por los medios locales.
Lo que no mencionó el comunicado fue la posible entrevista entre Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, poco antes o poco después de la reunión de los líderes de la OTAN, para cerrar un principio de acuerdo que resuelva la guerra comercial entre ambos países, algo de lo que habían informado medios especializados como la cadena de televisión CNBC, que citaba fuentes cercanas a la negociaciones comerciales.
Trump y su esposa también participarán en una recepción ofrecida por la reina Isabel II en el Palacio Buckinham, según el comunicado.
«Setenta años después de su fundación, la OTAN sigue siendo la alianza más exitosa de la historia, que garantiza la seguridad, la prosperidad y la libertad de sus miembros», indicó el comunicado.
«El presidente Trump está listo para reunirse con los otros jefes de estado y de gobierno de la OTAN para revisar el progreso sin precedentes hacia la repartición de las cargas, incluida la adición de más de 100.000 millones de dólares en nuevos gastos de defensa desde 2016», agregó.
Trump también «enfatizará la necesidad de que la OTAN asegure su preparación para las amenazas del mañana, incluidas las que proceden del ciberespacio, las que afectan nuestras infraestructuras fundamentales y redes de comunicación, y las que plantea el terrorismo», concluyó el comunicado.
Desde que llegó a la Casa Blanca, en enero de 2017, Trump ha argumentado que Estados Unidos gasta demasiado en la OTAN y al comienzo de su mandato evitó reafirmar su compromiso con el principio de defensa mutua de los países miembros.
En el último año, sin embargo, el presidente ha relajado su retórica en lo que hace a los aliados de Washington en Europa.
Esta semana, más de 30 miembros de la coalición contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI) se reunieron en Washington con el objetivo de intentar limar diferencias, después del abandono a las aliadas milicias kurdosirias en el norte de Siria ante la ofensiva turca.
La cita fue inaugurada con sendas intervenciones del secretario de Estado, Mike Pompeo, y del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien reconoció que existen «diferencias» dentro de la coalición, de la que forman parte todos los Estados de la Alianza Atlántica.
En su intervención, Stoltenberg reiteró el compromiso de la OTAN para seguir entrenando a las fuerzas armadas iraquíes y evitar que se repita lo que ocurrió en 2014, cuando dio comienzo el autoproclamado califato yihadista que se extendió por Siria e Irak.
El pasado 25 octubre, los ministros de Defensa de la OTAN concluyeron una reunión de dos días en la que acordaron evaluar «concienzudamente» los riesgos de seguridad de futuras infraestructuras como las redes 5G, mientras Estados Unidos apuntó directamente a China como amenaza en su desarrollo.
Los aliados decidieron actualizar los requisitos de base para las telecomunicaciones civiles, incluido el 5G.
Un día antes, el secretario de Defensa, Mark Esper, advirtió a los miembros de la OTAN que no deben emplear las redes 5G de Huawei, al indicar que si la empresa china se convierte en proveedor de esos países «menoscabará de forma grave» la capacidad de esta alianza de compartir inteligencia.
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