El constructor mexicano Javier Burillo, residente en Belvedere (California), fue acusado hoy por la Policía de causar la muerte a su hijo de 11 años cuando manejaba en situación de embriaguez un barco con el que le golpeó por accidente.
Según el relato policial, la víctima y su hermano, de 27 años, se encontraban el pasado domingo en la embarcación junto a su padre, que se encontraba al timón, cuando el oleaje les arrojó al agua y fueron golpeados por el barco, lo que ocasionó la muerte del menor.
La Policía todavía no ha logrado esclarecer si los jóvenes fueron arrastrados bajo la embarcación por la propia corriente o si el golpe se produjo cuando el padre maniobraba para tratar de salvarlos.
«(Burillo) estaba manejando el barco y tuvo la opción (de tratar de salvarlos). La parte negligente fue el alcohol», indicó en una rueda de prensa el jefe de la Policía de Tiburon, Michael Cronin.
Belvedere y Tiburon son dos poblaciones muy acomodadas al norte de San Francisco, ambas con acceso a la bahía y cercanas a la isla de Angel, donde tuvo lugar el accidente.
Fue el propio padre quien llamó tras regresar a tierra a la Policía, que acudió a su encuentro y le practicó un test de alcoholemia que no superó, por lo que procedió a su detención con cargos de homicidio imprudente.
Burillo fue puesto en libertad la tarde del lunes tras abonar una fianza de un millón de dólares.
El constructor forma parte de la familia Azcárraga, una de las más pudientes de México, y tiene intereses inmobiliarios en gran parte del país, especialmente en destinos de turismo de lujo en la Baja California.
Según la Policía, el padre y sus dos hijos eran las únicas personas que se encontraban a bordo de la embarcación en el momento del accidente, y regresaban de un viaje recreativo a San Francisco, donde habían pasado parte del domingo.
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