Un cálido abrazo, una suave caricia, una mano reconfortante —estos tiernos actos de contacto físico pueden parecer gestos simples, pero un nuevo estudio sugiere que son vitales para nuestra salud y felicidad.
En un análisis de más de 200 estudios, los investigadores encontraron una amplia gama de beneficios que el contacto humano puede proporcionar, desde aliviar el dolor y la ansiedad hasta estimular el crecimiento de los recién nacidos.
De los abrazos a la terapia de masaje
Los resultados del metanálisis se publicaron en Nature Human Behavior.
Investigadores de Alemania y Países Bajos examinaron un total de 212 estudios que combinaron datos de casi 13 mil bebés, niños y adultos. Estos estudios compararon a personas que experimentaron contacto físico durante los experimentos con aquellas que no lo hicieron.
El contacto físico variaba, incluidas interacciones de persona a persona, de persona a animal, de persona a objeto e incluso de persona a robot.
Uno de los estudios revisados indicó que un suave masaje diario de 20 minutos durante seis semanas disminuyó la agresividad y los niveles de estrés en personas mayores con demencia.
Un estudio de ensayo clínico, aunque pequeño, encontró que los estudiantes con trastorno por déficit de atención con hiperactividad experimentaron mejoras en su estado de ánimo y comportamiento en el aula a largo plazo después de recibir sesiones de terapia de masaje de 20 minutos dos veces por semana.
Un artículo de investigación, publicado en PLOS ONE, sugiere que abrazar puede ayudar a reducir el pánico de lucha o huida que siente una persona al experimenta un ataque de pánico.
Matices de una terapia táctil exitosa
El equipo de investigación descubrió que la frecuencia del tacto era más importante que la duración.
«Aumentar la duración de las sesiones individuales no mejoró los efectos sobre la salud», escribieron los investigadores. «De hecho, encontramos algunos indicios de relaciones negativas en adultos entre el cortisol y la presión arterial».
Según el artículo, esto probablemente se deba a la sobre estimulación del sistema nervioso simpático, que puede afectar el hipotálamo, la pituitaria y las glándulas suprarrenales.
Muy pocas terapias de contacto duraron menos de cinco minutos, lo que deja «no claro si las intervenciones muy breves tienen el mismo efecto» que un masaje de 20 minutos.
El tipo de contacto también tendió a impulsar los beneficios para la salud más que la duración. Por ejemplo, se descubrió que un toque en la cabeza era más beneficioso que un toque en el torso o el brazo.
La identidad de la persona que proporcionaba la terapia de contacto sólo importaba en el caso de los bebés. Para adultos y niños, conocer a la persona no influyó en los beneficios para la salud. Pero para los bebés, el contacto con los padres fue más beneficioso que el contacto con el personal médico.
El contacto de humano a humano fue el más eficaz para generar beneficios a la salud. El contacto robótico, introducido durante la pandemia de COVID-19 «para satisfacer la necesidad de contacto en personas con escasas conexiones sociales», como aquellos que estaban aislados o institucionalizados, no fue tan eficaz para mejorar la salud mental como el contacto de persona a persona.
Sin embargo, algún contacto entre humanos y objetos, como abrazar un muñeco de peluche o una manta suave, ofreció apoyo y mejoró el bienestar y los investigadores sugirieron que se estudiara más a fondo.
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