Decenas de miles de manifestantes salieron este sábado a la calle en Francia para protestar por sexto sábado consecutivo contra la necesidad de tener el certificado sanitario para buena parte de las actividades de la vida social, percibida en la práctica como una obligación de vacunarse.
Cerca de dos centenares de marchas se organizaron por todo el país con dos elementos básicos: su oposición al certificado sanitario y su rechazo del presidente francés, Emmanuel Macron.
En Montpellier, donde la Prefectura cifró la participación en 9500 personas.
En otras grandes ciudades, las convocatorias se hicieron por separado.
Una de las asistentes, que trabaja en funciones administrativas en un hospital y que dijo no estar vacunada porque considera que las que se han desarrollado contra la covid-19 no están suficientemente probadas, justificó la protesta porque a su parecer «el certificado sanitario es un atentado contra la libertad».
La mujer denunció que «se nos está haciendo terrorismo sanitario» y que se han magnificado las consecuencias de la pandemia. Contó que duda «mucho de todas las estadísticas que nos enseñan en la televisión sobre los ensayos».
De hecho, aun siendo minoritarias en los cortejos, las «tesis conspiracionistas» volvieron a estar bien presentes este sábado, con pancartas como una en la que se culpaba a la campaña de vacunación de 982 muertes en Francia.
El Gobierno francés, que decidió generalizar el uso del certificado sanitario ante un ritmo de vacunación que perdía fuelle al comienzo del verano, se enfrenta ahora a un fenómeno similar que en esta ocasión se explica probablemente por las vacaciones.
Con 41 millones de personas totalmente vacunadas, el 61 % de la población ha recibido la pauta completa de inmunización, pero la cadencia en las inoculaciones se ha ralentizado de forma muy acusada. En tres semanas se ha pasado de 4.8 a 3.2 millones de inyecciones semanales.
Pese a todo, el Ministerio de Sanidad sigue confiando en cumplir el objetivo que marcó Macron de llegar a 50 millones de personas que hayan recibido al menos una dosis a finales de agosto.
La mayor urgencia en este momento está en departamentos y territorios de ultramar como la Martinica, Guadalupe o la Polinesia francesa, donde este sábado se anunció un endurecimiento de medidas de confinamiento.
En todos esos territorios, la tasa de vacunados es muchísimo más baja que en el conjunto de Francia: apenas una cuarta parte de la población.
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