A pesar de ser uno de los personajes más influyente en la cultura tradicional china y de Asia oriental, Confucio es calumniado en los tiempos modernos. El gran maestro y filósofo tiene a menudo la reputación de ser símbolo de opresión, conformidad y sexismo. Según este relato, «las enseñanzas de Confucio» dieron paso a los males sociales con los que China carga en la actualidad, desde abusos a los derechos humanos a una corrupción generalizada.
Las cosas no son mejores en China, donde las interpretaciones más comunes sobre Confucio fueron teñidas y distorsionadas durante décadas de marxismo, refiriéndose a Confucio como el «villano reaccionario» cuyas ideas obstaculizaron el progreso de China. Estas interpretaciones reflejan años de alienación de la cultura tradicional, que fue severamente dañada por la persecución totalitaria.
Aquí presentamos cuatro mitos comunes sobre Confucio.
Mito 1: El confucianismo es opresivo
Tal vez, el malentendido más fundamental sobre el confucianismo es el que promueve la opresión. Este punto de vista está en desacuerdo con la enseñanza de la piedad filial, donde los niños deben respetar a sus padres y ancianos y las personas deben respetar a sus gobernantes. Debido a que la enseñanza se adhiere a la jerarquía, se supone que el confucianismo es autoritario y dictatorial.
Algunos expertos en China trataron incluso de argumentar que fue la influencia de Confucio la razón por la cual la China moderna carece de derechos humanos y libertades disfrutadas en democracia.
Pero comparar la jerarquía con la opresión, es simplificar en exceso lo que realmente enseñó Confucio.
Aunque Confucio creía que las personas ocupan diferentes papeles sociales, no las discriminó en función de sus estatus. Decía que todo el mundo, «desde el Hijo del Cielo a la gente común», deben sostener las mismas normas morales.
Además, era deber filial del subordinado desafiar los deseos de su superior (ya sea el empleador, padre o hermano mayor) cuando estaba claro de que la instrucción estaba mal. Confucio sostenía que si a un rey, ministro o padre no se le señalaban sus propios errores, él llevaría a su familia o imperio a la ruina. Confucio explicaba: «El mero hecho de obedecer las órdenes del padre, ¿cómo puede eso contar como piedad filial?».
Para Confucio, el papel del monarca y del padre no eran simplemente ser autoritarios con sus decisiones y con los niños, sino educarlos con virtud. Estos valores harían a una nación verdaderamente grandiosa, ya que les permitirían a las personas comportarse virtuosamente aun sin decirles qué hacer
Mito 2: El confucianismo es sexista
Ya sean los estereotipos sobre la sumisión de las mujeres asiáticas o las prácticas aberrantes como el vendaje de los pies y el infanticidio femenino, las culturas chinas y de Asia oriental, generalmente están teñidas de percepciones negativas acerca del lugar de la mujer. Una vez más, gran parte de la culpa está puesta a los pies de los dichos de Confucio.
Aunque, de hecho, las mujeres no eran un factor prominente en las enseñanzas de Confucio, nada indica que el filósofo pensara negativamente sobre ellas. Cuando predicaba la piedad filial entre los artesanos, ordenaba que a las madres les prestasen servicio afectuoso. Y en el Clásico Mil Caracteres, un texto educativo basado en el aprendizaje confuciano tradicional, decía: «En casa, honra la sabiduría de tu madre».
En una de las líneas citadas a menudo en la que Confucio parece menospreciar a las mujeres, se puede encontrar en las Analectas que Confucio dice: «Solo las mujeres y los de carácter bajo son difíciles de tratar. Si está familiarizado con ellos, pierden su humildad. Si mantiene una reserva para con ellos, están descontentos».
Sin embargo, un vistazo al uso del chino antiguo de Confucio muestra que el carácter «yu», a menudo se entiende como «y», de hecho en este uso significa «dar» (como en el matrimonio). De este modo, lo que Confucio quería decir es que surge una situación incómoda cuando una pariente mujer se casa con una persona de carácter bajo y, por lo tanto, uno está obligado a incluirlos en su familia.
En cuanto al vendaje de pies, apareció por primera vez recién en la dinastía Song del siglo 10, cerca de 1500 años después de que Confucio murió. Incluso, Zhu Xi el destacado (y frecuentemente criticado) académico neo-confuciano condenó el vendaje como una perversión bárbara y muchos emperadores lo intentaron erradicar.
Mito 3: El confucianismo fomenta la corrupción
Los eruditos chinos, para tratar de entender por qué China se quedó atrás de Occidente en el desarrollo político y tecnológico de los siglos 19 y 20, llegaron a culpar a las enseñanzas de Confucio por la corrupción y el nepotismo, que es común incluso hoy en día.
El razonamiento es que en lugar de basarse en leyes claras, el confucianismo enfatiza las relaciones familiares y la virtud innata. (Irónicamente, esto contradice la idea de que el confucianismo es una filosofía de autoritarismo rígido).
Sin embargo, así como Confucio no era ningún defensor de la obediencia ciega, tampoco era dado a promover el bienestar de la familia por encima de todo. Para Confucio, la nación entera era una gran familia subdividida en núcleos familiares. Héroes chinos, como el general Yue Fei fueron representados tomando decisiones difíciles entre el servicio a sus parientes inmediatos o el bienestar del imperio, eligiendo este último.
Para Confucio, el fin no justifica los medios. En vez de seguir deseos básicos y codicia material, un hombre digno de respeto era formado al adherirse a los ritos y a la fe en los principios. “El hombre superior” decía a sus discípulos, “no es una herramienta”.
En China, a menudo se culpa de corrupción y de otros males a la «baja calidad» de los chinos, un término comúnmente utilizado en política para justificar la falta de democracia y de derechos humanos. El confucianismo, ya entregado a un pasado no deseado como primitivo y atrasado, encaja perfectamente en esta autodenigración nacional.
Mito 4: El confucianismo es ateo
Durante miles de años, China mantuvo la fe en las «tres religiones tradicionales», entre las que se encontraban el confucianismo, el budismo y el taoísmo. Mientras que Confucio, como filósofo de ética social y familiar, estaba principalmente preocupado por asuntos mundanos, él y sus enseñanzas estaban estrechamente relacionados con los pensamientos más crípticos de los cultivadores taoístas. Lao Zi, quien dejó atrás el texto principal del pensamiento taoísta «Tao Te Ching», fue venerado en gran medida por Confucio, quien comparó al venerable sabio con un sublime dragón.
Bajo el gobierno del Partido Comunista, los chinos fueron adoctrinados para odiar y despreciar todas las creencias religiosas y filosofías antiguas como «superstición feudal». A través de violentas campañas, millones de personas fueron perseguidas o asesinadas por sus convicciones y un sinnúmero de reliquias y edificios antiguos, fueron destruidos.
En la actualidad, aunque el Partido Comunista ya no persigue abiertamente la destrucción de la cultura tradicional, busca redefinir lo que queda para ajustarse a su propia ideología de marxismo materialista.
Citando algunos pocos pasajes de las conversaciones de Confucio con sus discípulos, los eruditos chinos modernos a menudo dicen que el mismo Confucio era anti espiritual e incluso un no creyente.
Una de esas citas es: “No hablo de dioses rebeldes o de poderes raros”. Pero, tomándolo en su contexto, las palabras no muestran desaprobación de Confucio por la religión. Confucio hizo muchas declaraciones respaldando las antiguas creencias religiosas de la dinastía Zhou y lamentó que hubiesen caído en el abandono por su propio tiempo.
Compiló también el Libro de las Odas, una colección de poemas donde resuena en todas partes la fuerte fe del pueblo Zhou.
En los pensamientos de Confucio, una de las virtudes principales es el decoro, traducido también como ritual. Eran las costumbres religiosas y ceremonias que Confucio esperó restablecer, las que pensó le recordarían al pueblo sobre la importancia de lo divino.
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