Tener dólares o no tenerlos equivale hoy en Cuba a conseguir o no alimentos variados, productos de aseo, computadoras o electrodomésticos. Los cubanos -y su régimen- se lanzan estos días a la caza del billete estadounidense, cuyo precio se ha disparado en el mercado informal.
Ahogado por la crisis y sin solvencia para importar los productos básicos que necesitan sus 11.2 millones de habitantes, el país está inmerso en una «dolarización parcial» como estrategia para recaudar divisas y aliviar una situación de desabastecimiento cada vez más preocupante y generalizada.
Productos básicos en dólares
Las autoridades cubanas no han puesto fecha a la unificación monetaria, pero aseguran que será inminente. Desaparecerá el peso convertible o CUC, equivalente al dólar según el cambio oficial, quedando como única moneda local el peso cubano o CUP, que se cotiza en 4 céntimos y, como el CUC, carece de valor en el mercado internacional.
Mientras, las tiendas de electrodomésticos y cada vez más supermercados del monopolio estatal solo admiten pagos por tarjeta en dólares, denominados eufemísticamente MLC (moneda libremente convertible).
Los devastadores efectos sobre el turismo de la pandemia del virus del PCCh (Partido Comunista Chino), también conocido como nuevo coronavirus, el vencimiento del pago de la deuda al Club de París que Cuba no ha podido asumir y las nuevas sanciones financieras de EE.UU. hacia el régimen de Cuba han puesto al límite su ya frágil e ineficiente economía.
«El Estado vio entonces que la única manera de vender alimentos era en moneda libremente convertible», explica a Efe el economista cubano Omar Everleny.
Para recaudar divisas, los bancos estatales han facilitado la apertura de cuentas en MLC y ya más de 800,000 cubanos tienen tarjetas en esta denominación, donde reciben o depositan por lo general las remesas que envían sus familiares en el exterior.
Así, quienes tienen ingresos en dólares o euros pueden comprar en los comercios exclusivos en MLC, donde se oferta una variedad limitada de productos que contrasta con las generalmente vacías estanterías de los supermercados y tiendas que aún aceptan las denominaciones locales.
«En las tiendas normales no hay champú ni pasta de dientes ni nada desde hace meses y de repente aparece de todo, pero solo se puede pagar con dólares. Me parece una burla», protesta Claudia, una joven que depende de su salario en moneda local y dedica varias horas cada día a hacer largas colas en busca de artículos de primera necesidad para su familia.
Maylín, ama de casa de 35 años, también se queja: «voy a la tienda a comprar aseo y me entero de que es en dólares americanos. Yo no tengo acceso al dólar porque no tengo parientes fuera que me puedan girar, no me pagan en dólares americanos y se me hace difícil comprar jabón».
Sobrevivir, una cuestión de «fe»
Para Pedro, sin embargo, la vida en Cuba no es tan complicada estos días: «no me afecta tanto como los demás porque tengo FE».
Pedro no es religioso. FE son las siglas de «familiares en el extranjero». «Me ayudan bastante a conseguir mucho más fácil los productos en tiendas MLC», reconoce.
«Lo que es cierto es que va a haber una segregación entre aquellos que tengan FE y el cubano de a pie que trabaja para el Estado, supuestamente el pilar de la Revolución. El Estado seguro intentará equilibrar esa balanza, pero eso lleva recursos que ahora mismo no tiene», opina este ingeniero cubano de 28 años.
Según el economista Omar Everleny, la actual política monetaria de Cuba implica «volver de nuevo al período 1993-2004, cuando lo que circulaba era el dólar y el CUP».
«En 1993 Cuba ya entró en la crisis más profunda, el PIB cayó un 35 %, el país estaba peor que ahora, pero estaba penalizado el uso del dólar. Ahí vieron que existen las remesas y que fuera había un millón de cubanos dispuestos a ayudar a sus familias, así que ese año despenalizaron el uso del dólar», afirma.
A pie de calle esta comparación ha generado cierto malestar: «hace más o menos veinte años si tenías unos dólares en el bolsillo ibas preso. Ahora si no los tienes hay productos que nunca verás en casa», comenta Amy, técnica en relaciones públicas de 24 años.
El mercado negro de divisas
Otro inconveniente de la dolarización parcial cubana es que las casas de cambio estatales han dejado de suministrar divisas.
Así, quienes carecen de magnánimos parientes en el extranjero u otros medios legales para recibir dólares o euros solo pueden recurrir al mercado negro.
En Revolico.com, el portal privado de compraventa más popular en Cuba, las monedas foráneas se venden hoy entre un 50 % y un 70 % por encima de su valor oficial.
Cambiarlas por cuenta propia también conlleva un riesgo: «en Cuba ahora no venden dólares y el que intenta comprarlos en el mercado negro puede ser acusado de tráfico de divisas y recibir incluso cárcel», explica una mujer cubana que ha recurrido a esta vía y prefiere no revelar su identidad.
De hecho, varios «traficantes de divisas» han sido arrestados por la policía e incluso han protagonizado segmentos en el informativo de la cadena estatal, que desde hace semanas dedica varios minutos a denunciar las más variopintas ilegalidades, desde especular con dólares hasta revender detergente, carne de res o combustible.
Mientras, algunos afortunados con cuenta bancaria en dólares aprovechan estos días para ganar un dinero extra alquilando sus tarjetas de débito a los cubanos faltos de FE, a cambio de una comisión en moneda local.
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