Más de 70,000 israelíes se manifestaron este sábado en Tel Aviv contra los planes de reforma judicial del nuevo gobierno de Benjamín Netanyahu, en la protesta más grande en el país en años y ante lo que consideran una amenaza para el sistema democrático.
Los manifestantes colmaron la plaza Habima de Tel Aviv para expresar su rechazo a una iniciativa que otorgaría más poder al Ejecutivo en detrimento de la Justicia, cuya independencia se vería profundamente debilitada.
Los presentes, de todas las edades y llegados desde distintas partes del país, acudieron con banderas israelíes y con paraguas para protegerse de la intensa lluvia invernal que azotó la ciudad este sábado.
Algunos llegaron también con carteles con mensajes contra el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y su ministro de Justicia, Yariv Levín, además de las características banderas negras que marcaron las protestas contra el primer ministro durante los últimos años.
La manifestación de hoy en Tel Aviv, a la que asistieron también varios políticos de la oposición, fue la más grande registrada en varios años y se extendió más allá de la plaza Habima, con múltiples calles adyacentes colapsadas de gente.
A esta se sumaron también otras dos protestas importantes en las ciudades de Haifa y Jerusalén, a las que acudieron unas 2000 personas, según estimaciones de medios israelíes.
Si bien la Policía había alertado sobre la posibilidad de disturbios debido a la gran concentración de gente y desplegado unos mil agentes, la protesta en Tel Aviv se llevó a cabo en un clima de tranquilidad y sin mayores incidentes.
«Soy un ciudadano preocupado, preocupado por el régimen jurídico de Israel y temo que un gobierno dirigido por una persona que está lidiando con muchos casos criminales emprenda una reforma masiva que modificará la esencia del régimen jurídico israelí», explicó a EFE el israelí Wilhelm Alter, en alusión al juicio que enfrenta Netanyahu acusado de fraude, cohecho y abuso de confianza en tres casos distintos de corrupción.
Otra de las manifestantes, Dorit Volach, se trasladó junto a su familia desde la localidad de Kiryat Ono y dijo estar «preocupada por el futuro del país y los procesos antidemocráticos que está atravesando».
Los planes de reforma judicial anunciados por el nuevo ministro de Justicia incluyen una polémica medida que permitiría que una mayoría simple de parlamentarios pueda anular una decisión del Tribunal Supremo que implique derogar una ley o decisión gubernamental, conocida como «la cláusula de anulación».
Esto allanaría el camino para que el Ejecutivo prevaleciera sobre el poder Judicial en caso de conflicto entre ambos.
Por otra parte, la reforma contempla también regulaciones que reemplazarían a los abogados del Comité de Designaciones Judiciales por cargos políticos y elimina el llamado supuesto de «razonabilidad» para que el Tribunal Supremo pueda impedir el nombramiento de altos cargos políticos si considera que estos han vulnerado la ley.
El rechazo de la población se ha hecho sentir desde la asunción del actual Ejecutivo, motivando múltiples protestas durante las últimas semanas.
La manifestación de este sábado es la segunda consecutiva en Tel Aviv y se suma al rechazo de altos cargos de la Justicia a la reforma, incluyendo de la presidenta del Tribunal Supremo, Esther Hayut, que la describió esta semana como «una herida mortal a la independencia de la Justicia».
Quien también cuestionó los planes del nuevo Ejecutivo fue la expresidenta del Supremo, Ayala Procaccia, que se dirigió al público durante la manifestación de este sábado en Tel Aviv y advirtió que «un país en el que los jueces tienen que salir a las calles a protestar es un país en el que se han cruzado todas las líneas».
«Estamos al comienzo de una nueva era en la que hay una nueva definición de democracia: una democracia incompleta y basada completamente en la supuesta voluntad del votante, que ya no da peso a otros valores democráticos básicos», agregó Procaccia ante la preocupada multitud.
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