Un profesor chino fue declarado culpable de robo de secretos comerciales y del cargo más grave de espionaje económico, la última condena de la administración Trump en las fuertes medidas tomadas contra el sancionado robo de la propiedad intelectual estadounidense por parte de China.
El 26 de junio, un juez federal en San José, California, encontró a Zhang Hao, de 41 años, culpable después de un juicio de cuatro días.
Zhang fue arrestado en 2015 después de volar a Los Ángeles para una conferencia. Los fiscales acusaron a Zhang de conspirar con un colega de la Universidad del Sur de California, y otras cuatro personas, para robar tecnología de dos empresas estadounidenses en beneficio del régimen chino. La tecnología en cuestión filtra las señales no deseadas en dispositivos inalámbricos, como teléfonos móviles y tabletas, y tiene aplicaciones tanto de consumo como militares.
La tecnología robada a Avago Technologies, una de las empresas víctimas, tomó más de veinte años de investigación y desarrollo, según el departamento de justicia.
«El espionaje económico es una amenaza omnipresente en todo Estados Unidos, en particular en San Francisco Bay Area y Silicon Valley, que son el centro de la innovación y la tecnología», declaró en un comunicado el agente especial a cargo del FBI John F. Bennett.
El veredicto llega en medio de las agrias relaciones entre Washington y Beijing, con la administración Trump endureciendo su postura contra el régimen en respuesta al encubrimiento del brote por parte de Beijing y su reciente movimiento para reforzar su control sobre Hong Kong.
El asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Robert O’Brien, dijo en un reciente discurso que la administración haría retroceder la gama de amenazas que plantea el régimen comunista. El director del FBI, Christopher Wray, también dijo esta semana que la agencia tiene más de 2000 investigaciones activas que pueden ser rastreadas hasta el régimen.
Según el departamento de justicia, Zhang conoció a su co-conspirador, Pang Wei, mientras estudiaba un doctorado en ingeniería eléctrica en la Universidad del Sur de California, donde ambos realizaron investigaciones sobre la tecnología de filtrado de radio con fondos del departamento de defensa. Tras graduarse en 2006, Zhang se puso a trabajar para Skyworks Solutions Inc. con sede en Massachusetts, y Pang fue contratado por Avago en Colorado.
Los fiscales dijeron que en octubre de 2006, Zhang y sus co-conspiradores iniciaron un negocio en China para competir con Avago y Skyworks, mientras que Zhang y Pang trabajaban en esas compañías. Robaron fórmulas, código fuente, especificaciones técnicas, kits de diseño y otros documentos marcados como clasificados o de propiedad de sus empleadores estadounidenses, dijo el departamento de justicia.
Luego, en 2008, Zhang y Pang conectaron su empresa a la Universidad de Tianjin (TJU), una escuela técnica de primer nivel que depende del ministerio de educación de China, en la que la institución acordó financiarlos para establecer una base de producción de tecnología de filtrado de radio en China, dijeron los fiscales. Dejaron sus trabajos y se trasladaron a China en 2009, donde ocuparon puestos de profesor en la universidad china.
En la TJU, los profesores crearon otra empresa constituida en las Islas Caimán siguiendo un plan establecido por los funcionarios de la TJU, dijeron los fiscales. Zhang también solicitó patentes a su nombre en Estados Unidos y China usando la tecnología robada. También trabajó con los secretos comerciales en un laboratorio que fundó en la TJU, dijo el departamento.
«El acusado conspiró con la Universidad de Tianjin para llevar a China los secretos comerciales de dos empresas estadounidenses —incluyendo su propio empleador— para el beneficio del gobierno chino», dijo el fiscal general adjunto para Seguridad Nacional John C. Demers en una declaración.
Zhang se enfrenta a una pena de hasta 15 años de prisión por el cargo de espionaje económico, y 10 años por el robo de secretos comerciales. Su audiencia de sentencia está programada para el 31 de agosto. Los otros cinco co-conspiradores están en China, y no han sido juzgados en Estados Unidos.
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