El fabricante de armas Smith & Wesson informó esta semana que los ingresos por armas de fuego aumentaron en el primer trimestre de 2020 a USD 230 millones, un incremento de USD 134.4 millones, o el 141 por ciento en comparación con los primeros tres meses del año pasado.
«El actual aumento de la demanda de armas de fuego por parte de los consumidores es, en muchos sentidos, incomparable», dijo Mark Smith, presidente y director general de la compañía, en una conferencia telefónica con inversores el jueves. Los envíos de pistolas de la compañía aumentaron en un 122 por ciento hasta 441,000 unidades entre enero y finales de marzo, dijo Smith, mientras que la compañía envió 108,000 unidades de armas largas, o un 89 por ciento más que en el período correspondiente en 2019.
El CEO dijo que Smith & Wesson estaba trabajando con terceros fabricantes para aumentar agresivamente la producción a medida que la demanda de los consumidores superaba la oferta, excediendo las capacidades de fabricación internas y llevando a la compañía a consumir inventarios de productos terminados.
Las cifras están confirmadas por los datos del Sistema Nacional de Verificación Instantánea de Antecedentes Penales (NICS). El sistema del FBI recopila estadísticas que representan el número de comprobaciones de antecedentes penales de armas de fuego realizadas por mes en Estados Unidos, que la industria de las armas de fuego toma como indicador del nivel de interés en las compras de armas de fuego. Las 3.9 millones de comprobaciones del NICS realizadas en junio representan un aumento del 70 por ciento con respecto a los 2.3 millones de comprobaciones realizadas en el mismo mes del año pasado.
Cambio sísmico en la propiedad de armas
Según una encuesta realizada en mayo por la National Shooting Sports Foundation [Fundación Nacional de Deportes de Tiro, (NSSF)], una asociación comercial de la industria de las armas de fuego, casi 5 millones de estadounidenses compraron un arma de fuego por primera vez en 2020, es decir, el 40 por ciento de las armas de fuego vendidas. En una encuesta online de minoristas de armas de fuego, la NSSF descubrió que los productos más populares eran las pistolas semiautomáticas, seguidas de las escopetas y los rifles deportivos modernos. Los minoristas informaron que la gran mayoría de las armas de fuego se adquirían con fines de protección personal y no para la caza o la práctica de tiro al blanco.
«Este es un cambio tectónico en el mercado de la industria de armas de fuego y municiones y una completa transformación de la comunidad de dueños de armas de hoy en día», dijo Lawrence Keane, vicepresidente senior del Consejo General de la NSSF, en un comunicado. «Estos compradores primerizos representan un grupo de personas que, hasta ahora, eran agnósticos en cuanto a la propiedad de armas de fuego. Eso está cambiando rápidamente, y estos estadounidenses se están apoderando de su derecho divino de tener y llevar armas y protegerse a sí mismos y a sus seres queridos».
Una segunda encuesta realizada en julio sugirió que el mayor aumento en la compra de armas de fuego se produjo en la población afroamericana. Además, las mujeres representaban alrededor del 40 por ciento de los compradores primerizos. Los minoristas afiliados a la NSSF informaron de un aumento del 95 por ciento en las ventas de armas de fuego y un aumento del 139 por ciento en las ventas de municiones en la primera mitad de 2020 en comparación con el mismo período de 2019.
La incertidumbre alimenta el auge de las armas de fuego
Un fabricante de armas de Connecticut dijo en un comunicado que la demanda de armas de fuego estaba por delante de la capacidad de fabricación de su empresa.
«El increíble aumento de la demanda superó nuestra capacidad de producción durante el segundo trimestre», dijo Killoy, presidente y CEO de Sturm, Ruger & Company. Sugirió que, según la información de los minoristas, los inventarios de Ruger y otras marcas de armas de fuego están ahora funcionando a niveles muy bajos.
«Este asombroso aumento de la demanda parece ser atribuible a unos pocos factores», dijo Killoy. «Número uno, las preocupaciones sobre la protección personal y la defensa del hogar derivadas de la continua pandemia del COVID-19. Protestas, manifestaciones y disturbios civiles en muchas ciudades de Estados Unidos. Y, por último, la petición de algunos para desfinanciar y reducir la autoridad de varias organizaciones de las fuerzas de seguridad».
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