El embajador de Nicaragua ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), Arturo McFields Yescas, decidió este miércoles dejar de «guardar silencio» y llamar «dictadura» al régimen que representa liderado por Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, durante una sesión ante el consejo permanente del organismo.
«Tomo la palabra en nombre de más de 177 presos políticos y más de 350 personas que han perdido la vida» en Nicaragua desde 2018, inició McFields Yescas su intervención ante la OEA, el 23 de marzo.
«Tomo la palabra en nombre de los miles de servidores públicos de todos los niveles civiles y militares, de aquellos que hoy son obligados por el régimen de Nicaragua a fingir, y a llenar plazas y repetir consignas porque si no lo hacen pierden su empleo», agregó.
«Denunciar la dictadura de mi país no es fácil, pero seguir guardando silencio y defender lo indefendible es imposible», aseguró el embajador. «Tengo que hablar aunque tenga miedo señor presidente, aunque mi futuro y el de mi familia sean inciertos. Tengo que hablar porque si no lo hago, las piedras mismas van a hablar por mí».
Valoramos el coraje del Embajador de #Nicaragua Arturo McFields Yescas y su compromiso con los valores de a @OEA_oficial. Ésta es la posición éticamente correcta. https://t.co/H5vb2WuDQ2
— Luis Almagro (@Almagro_OEA2015) March 23, 2022
McFields reveló que en noviembre pasado, días antes de que Nicaragua anunciara su salida de la OEA, pidió a la Cancillería la liberación de 20 opositores prisioneros políticos de la tercera edad y de otros 20 con estado de salud delicado.
«Esto sería, les dije, algo humanitario y políticamente inteligente, ya que nadie debe morir en la cárcel y menos siendo inocente» o por falta de una atención médica adecuada, dijo McFields.
El embajador señaló que las autoridades del régimen hicieron caso omiso, diciéndole que no tomarían nota del comentario realizado por él.
McFields, fue nombrado por Ortega como embajador ante la OEA en octubre del año pasado a penas un mes antes de las elecciones generales en el país muy criticadas por la comunidad internacional.
«En el gobierno nadie escucha y nadie habla, lo intenté varias veces durante varios meses pero todas las puertas se me cerraron», agregó.
Y dijo que como diplomático y exmiembro del Cuerpo de Paz de Noruega, había creído que el diálogo y la diplomacia eran más útiles en tiempos de mayor conflicto y crisis democráticas que en tiempos de paz, sin embargo, dijo que lo que sucede en Nicaragua bajo el régimen de Ortega, «supera mis pocas capacidades diplomáticas».
A pesar del panorama sombrío del país centroamericano asolado por las violaciones a los derechos humanos y las libertades de expresión, opinó que «hay esperanza», porque, según dijo, «la gente de adentro del Gobierno y de afuera está cansada de la dictadura».
«Cada vez van a ser más los que digan basta, porque la luz siempre puede más que las tinieblas», dijo.
Por su parte, el secretario General de la OEA, Luis Almagro, valoro la valentía de McFields Yescas de denunciar al régimen en el que presta funciones y su compromiso con los valores de la organización, agregando «Ésta es la posición éticamente correcta».
Además, ofreció protección por parte del organismo internacional al embajador nicaragüense ante el organismo tras su denuncia.
«Quiero reconocer que el embajador McFields ha tomado la posición éticamente correcta y responde a los principios y valores de esta organización. En ese sentido, la Secretaría General le ofrece protección», dijo Almagro.
El representante Permanente Interino de EE. UU. ante la OEA, Bradley Freden, dijo durante la sesión que espera que el régimen de Nicaragua escuche el mensaje de una inminente perdida de «apoyo de su propia gente».
Y luego elogió en Twitter el coraje de McFields diciendo «Aplaudimos al Embajador Arturo McFields por el coraje de renunciar a su posición como embajador de Nicaragua ante la OEA en un discurso en el que denunció el historial de la dictadura Ortega-Murillo contra los DDHH y dijo no poder apoyar más al régimen».
Ortega dio inicio a su toma del quinto año en el poder el 10 de enero, y el segundo junto a su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta del régimen, tras unas elecciones marcadas por el encarcelamiento de opositores, la cancelación de personería jurídica de múltiples organizaciones civiles, con nuevas sanciones de EE.UU y la Unión Europea (UE) en contra de familiares y cercanos al régimen.
Con información de EFE.
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