Ron DeSantis presentó su plan para «arrancar lo woke del ejército y devolverlo a su misión principal» en una parada de campaña en Columbia, Carolina del Sur, el 18 de julio.
El plan de DeSantis no aborda el armamento militar ni los teatros de combate, temas que suele tratar en sus discursos.
En su lugar, el programa se centra en otra vertiente de la renovación del ejército: deshacer lo que, según él, es la preocupación militar de la administración Biden por la diversidad y la inclusión, la teoría crítica de la raza y el cambio climático, para que las fuerzas armadas vuelvan a centrarse en cómo librar guerras.
En su discurso, el Sr. DeSantis arremetió contra la trayectoria actual del ejército estadounidense.
«Es un ejército al que los funcionarios civiles han ordenado que persiga la ideología política, que persiga la experimentación social, que sea otra institución más de la vida estadounidense que se infecta con el virus de la mente woke», dijo el Sr. DeSantis.
En una plataforma publicada por su campaña y dirigida directamente a las políticas reales o percibidas de la Administración Biden, el Sr. DeSantis también pidió que se disciplinara a los generales y almirantes retirados que se manifestaran en contra de los funcionarios públicos, que se retiraran las autorizaciones de seguridad a quienes pretendieran cobrar como analistas de noticias a sueldo y que se disciplinara a las tropas que mostraran desprecio por los funcionarios electos.
Dijo que pondría trabas al ir y venir entre los puestos de defensa, los grupos de presión y los contratistas militares.
El Sr. DeSantis pidió ascensos militares basados únicamente en el mérito, en lugar de tratar de marcar casillas de raza o género con ellos. Dijo que ya no se trataría a los miembros transgénero del servicio con el género de su preferencia, y que los contribuyentes no pagarían sus operaciones de cambio de sexo.
«Si nos fijamos en las amenazas que este país tiene de China, cuando China ve que la Marina, por ejemplo, utiliza drag queens para reclutar gente, se ríe en nuestra cara», dijo el Sr. DeSantis, que planea prohibir los shows de drags en las bases militares.
«Cuando ves algunas de las tonterías que se han hecho en las fuerzas, son cosas que habrían sido impensables incluso hace 10 años, y mucho menos en generaciones anteriores. A nuestros enemigos se les está abriendo el apetito. ¿Saben por qué? Porque están viendo cómo Estados Unidos desvía la mirada».
«Necesitamos un ejército centrado en ser letal, estar preparado y ser capaz. Y si la agenda de alguien se interpone en ello, esa agenda tiene que irse».
Su plataforma militar contiene cuatro «pilares» clave. Entre ellos, «arrancar la agenda política de nuestro ejército», restaurar los estándares militares, «romper el pantano y promover la responsabilidad», e invertir la crisis de reclutamiento de la Administración Biden.
Centraría las academias en las necesidades militares básicas y exigiría al secretario de Defensa que promocionara a los oficiales superiores centrados en «la letalidad, la preparación y las capacidades».
Para restaurar los estándares militares, dijo en su plan, el ejército debe reconocer las diferencias entre hombres y mujeres, eliminar las preferencias raciales y adherirse a un único estándar de preparación.
Los servicios estarían obligados a tener cualificaciones físicas según normas neutras en cuanto al género. Exigiría la transparencia de los datos estadísticos sobre el rendimiento y pondría fin a las iniciativas de equidad relacionadas con las normas y la preparación.
Se prohibirían las cuotas de raza y género en el reclutamiento y los ascensos militares y se centrarían en el mérito.
El Sr. DeSantis reincorporaría a su rango anterior a los miembros del servicio expulsados por su estado de vacunación contra el COVID-19. Restablecería la paga a los sancionados por ello.
El cambio climático dejaría de ser una prioridad militar. El Sr. DeSantis pondría fin a las políticas de activismo climático y dejaría de exigir a los contratistas militares que rastreen y frenen sus emisiones de gases de efecto invernadero. Pondría fin a la financiación militar de proyectos de justicia medioambiental.
Y pidió que se procesara a los miembros del servicio que dijeran «palabras despectivas» contra el presidente, el vicepresidente, el Congreso, ciertos miembros del Gabinete, los gobernadores o las legislaturas estatales.
Dejaría de conceder autorizaciones de seguridad a los altos cargos de Defensa retirados que hablen como analistas remunerados en las noticias por cable o traten de rentabilizar de otro modo su «acceso a la llamada información privilegiada».
Antes y después de su mandato, establecería un periodo de reflexión para los funcionarios del Pentágono que actúen como miembros de consejos de administración de contratistas militares y como miembros de grupos de presión.
«Estos funcionarios están aprovechando sus cargos en el Pentágono y en seguridad antes y después de ejercer como civiles», afirma el Sr. DeSantis en su plan.
Cualquier militar de alto rango o funcionario de inteligencia que mintiera a sabiendas bajo juramento a un funcionario federal o al Congreso sería despedido inmediatamente, dice, y despediría a cualquier oficial del Estado Mayor Conjunto que se pusiera en contacto con un homólogo enemigo sin conocimiento del presidente.
Revisaría en un plazo de seis meses la actuación de todo el personal en puestos de mando y estado mayor de cuatro estrellas. «Cualquiera que se determine que ha promovido políticas en detrimento de la preparación y la lucha bélica deberá dimitir o ser destituido de sus cargos. Se llevarán a cabo revisiones similares en un horizonte temporal más amplio para el mando de tres estrellas y los (puestos) civiles equivalentes».
Para restablecer el reclutamiento militar, DeSantis empezaría por arriba. Promete utilizar «el púlpito intimidatorio para hacer partícipes a todos los estadounidenses del poder y el significado de su fuerza de combate totalmente voluntaria, y de una fuerza militar con un propósito significativo que cuente con los recursos, el respaldo de su Comandante en Jefe y del pueblo estadounidense para defender la Constitución y los Estados Unidos».
El Sr. DeSantis, veterano él mismo, rindió homenaje a los veteranos presentes en la audiencia en un estado tradicionalmente favorable a los militares.
«Se ha dicho que un veterano es alguien que en un momento de su vida ha extendido un cheque pagadero a los Estados Unidos de América por un importe que llega hasta la vida de ese individuo», dijo.
«Cuando te alistas y levantas la mano, no sabes necesariamente adónde te van a enviar. No sabes necesariamente adónde te va a llevar el deber. Pero estás dispuesto a servir y se te exige sacrificio».
«No es sólo algo que decimos el Día de los Veteranos. No es sólo el Día de la Recordación en el que reconocemos a los caídos. No tendríamos una sociedad libre a menos que tuviéramos gente dispuesta a ponerse ese uniforme y a asumir una postura».
Relató su educación, el servicio de su abuelo en la Segunda Guerra Mundial y su infancia de obrero en los años 90, tras el final de la Guerra Fría.
«En aquella época, como país, no nos importaba mucho el mundo. Nos iba bien económicamente», dijo el Sr. DeSantis. «La Guerra Fría había terminado gracias a gente como el presidente [Ronald] Reagan, y estábamos como de vacaciones de la historia».
El 11 de septiembre «cambió mi trayectoria», lo que le llevó en 2004 a «levantar la mano para hacer mi parte» por el ejército totalmente voluntario.
DeSantis sirvió en Guantánamo y luego en Irak como asesor jurídico del comandante del Equipo SEAL Uno, y señaló que era el primer candidato presidencial desde 1988 que había servido en una guerra y el único veterano en la actual carrera presidencial.
Celebró la función del ejército como crisol que reúne a personas de distintas regiones y orígenes.
» Pasan por el mismo caldero y salen americanos».
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