Las primeras trampas artificiales para mamuts de las que se haya tenido constancia en el mundo se han descubierto en el municipio de Tultepec, en el central Estado de México, reveló este miércoles Luis Córdoba, de la dirección de salvamento arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH).
«Hay muchos sitios así en Europa y en Siberia, pero los autores hablan de trampas naturales, no excavadas. Por eso, esto es importante. Porque está hablando de la organización de los cazadores recolectores, primero para ubicar los sitios, luego para cavar las trampas y luego para destazar a los mamuts», explicó Córdoba a Efe en una visita al yacimiento tras una conferencia de prensa.
Las trampas descubiertas, de un metro setenta de profundidad y usadas durante cinco siglos, datan, según se desprende por la información de las capas estratigráficas, de unos 15.000 años atrás, aunque, preciso Córdoba, «todavía no se ha realizado a los restos encontrados la prueba del carbono catorce».
Los huesos de los proboscídeos y de todo el sistema de caza que hubo alrededor se encontraron de forma casual, cuando el ayuntamiento de Tultepec inició la construcción de una nueva celda para almacenar la basura, algo que según el arqueólogo al mando de la operación facilitó las cosas «por el gran tamaño de la zanja».
Ese municipio ya tiene experiencia en exploraciones arqueológicas relacionadas con los mamuts, ya que en 2016 se encontró allí, en el proyecto Tultepec I, la osamenta casi completa de un ejemplar, un esqueleto que se puede visitar en la Casa de Cultura de la población.
En el lugar donde se encontraron las trampas, al norte de la Cuenca de México, un yacimiento que ha recibido el nombre de Tultepec II, se hallaron 800 huesos de mamuts, que corresponden a, al menos, catorce ejemplares, lo cual es el mayor descubrimiento en el lugar y en todo México.
Tal volumen de vestigios supone la entrada de ese país en el catálogo de «megasitios» de mamuts, es decir, de territorios en los que se han encontrado restos de esos proboscídeos de forma masiva, una lista reservada hasta ahora a estados europeos.
«Quizás los de Siberia (Rusia), algunos de Austria y la República Checa lo superan como ‘megasitio’, porque allí hay miles de huesos de mamuts, pero por el hecho de que hay hasta ahora restos de catorce ejemplares y todo indica que es una línea de trampas, debe haber muchos más mamuts enterrados en esta zona», reveló Córdoba.
Tultepec II ha abierto importantes vías de investigación en la relación de los seres humanos con los mamuts en la Cuenca de México y en los ciclos climáticos de la zona.
En cuanto a los procedimientos de cacería, algunas piezas descubiertas en el yacimiento refuerzan la teoría de que los humanos enfrentaban a estos animales de grandes dimensiones con sus armas, en vez de esperar su muerte una vez caídos en las trampas.
«En uno de los cráneos se aprecia la marca de un ataque con lanza. Tiene unos 15 centímetros de largo. Resbaló en el hueso, no atravesó. Es un dato importante porque había pocas evidencias de que el hombre atacara directamente al mamut», expuso Luis Córdoba.
Además, los cazadores de la época, según el investigador, «tenían un gran conocimiento de la fisonomía del animal» y usaban esa cultura para transformar partes de la osamenta en herramientas «con huesos bien elegidos según la utilidad».
Más allá del destazamiento de la carne y de la disección del esqueleto, operaciones que se realizaban, de acuerdo con las exploraciones, en la propia trampa, los humanos rendían culto a la presa tras su muerte.
«Se aprecia como, por el orden de las piezas, hicieron rituales como de honor al mamut. Por ejemplo, encontramos una costilla izquierda metida en un arco zigomático derecho, algo que tuvo que ser intencionado», indicó el trabajador del INAH.
La excavación abierta en Tultepec arroja información también de las erupciones volcánicas y los ciclos climáticos, ya que las capas estratigráficas visibles muestran los momentos de sequía y de bonanza del lago Xaltoca; las trampas ahora halladas, dentro del que fue el territorio del lago, fueron construidas en una época seca.
Los trabajos de arqueología se iniciaron a principios de este 2019 y, pese a la publicación de las primeras conclusiones de la investigación, el proceso se calcula largo, según reveló en la conferencia de prensa el coordinador nacional del INAH, Pedro Fráncisco Sánchez.
«Aunque ya van nueve meses de excavación, todavía no se habían dado a conocer por las condiciones del lugar. Ahora se buscará que otros investigadores expertos en el tema lo estudien y den su opinión. Esta investigación se somete al consenso de todos los investigadores», subrayó Sánchez.
Todos los huesos encontrados en el yacimiento Tepultepec II, tras el debido proceso de tratamiento, irán destinados a la Casa de Cultura de Tultepec, para poder ser visitados junto al esqueleto rescatado hace tres años.
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