La conservación del tecolote, un ave rapaz nocturna que en algunas regiones de Sudamérica y Centroamérica se relaciona a menudo con la muerte y otras leyendas, ayudará también a preservar la cultura de muchos pueblos ancestrales.
Los tecolotes «forman parte de nuestro patrimonio natural y si a eso le sumamos que están ligados con creencias, aspectos de medicina tradicional e incluso aspectos artesanales», constituyen una herencia cultural que debe preservarse, explicó a EFE la ornitóloga Lourdes Navarijo.
En ese sentido, la técnico académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), opinó que los biólogos tienen que saber apreciar los aspectos científicos, pero también la función de las especies en las cosmovisiones de los pueblos.
En países como México, El Salvador, Guatemala y Honduras se conoce con este nombre a varias aves de la orden Strigiforme, que incluye aves rapaces de hábitos nocturnos como los búhos. Su nombre proviene del náhuatl «tecolotl», que significa búho.
Los tecolotes -de plumas suaves y alas silenciosas durante sus vuelos crepusculares- abarcan casi todo el globo terráqueo, a excepción de la Antártida y Groenlandia, y las creencias que les rodean suelen ser tanto positivas como negativas.
Una de las más conocidas es la que deriva de la cosmovisión mexica, en los que se les tenía por los mensajeros de la muerte, que venían a dar noticias sobre lo que iba a suceder, contó a Efe Alfredo López, investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
«En el caso del tecolote era su canto el que predecía la muerte de la persona que oía ese anuncio», aseguró.
El carácter nocturno del tecolote, con una vista privilegiada en la oscuridad, hace que se le relacionara con los señores de la muerte.
Estas aves, según el experto, «tienen una cantidad de células especiales llamadas bastoncillos» que hacen que su vista sea sumamente precisa de noche.
«Otra de las características es el gran tamaño de los ojos, que hace que enfoquen perfectamente sobre determinadas superficies. Pero también esto lo pueden hacer porque tienen los ojos muy juntos, lo que les permite ver perfectamente y captar cualquier movimiento en distancias grandes», detalló el investigador.
Asimismo, afirmó que otra característica que asocia a estas aves con lo tenebroso es «su rostro de grandes ojos, parecido al de un cráneo humano».
A altas horas de la noche se les puede oír ulular, sonido fantasmagórico que en algunas creencias se asocia a la carcajada malévola o incluso a lamentos o gritos.
«El hombre localiza inmediatamente el ruido de estos animales y lo relaciona con un mal augurio», aseguró el experto, quien observó que, al alzar al vista, «el hombre se enfrenta a una mirada fija, de ojos muy grandes y redondos».
Los tecolotes se alimentan fundamentalmente de pequeños mamíferos como roedores, siendo de gran apoyo, de acuerdo con la bióloga, para controlar las poblaciones, algo de lo que el ser humano se beneficia pues los roedores suelen asaltar las cosechas.
Pero no solo la muerte y la tragedia rodean a este pequeño búho, que suele medir desde los 12 y los 40 centímetros, también los buenos augurios están asociados a él.
Navarijo aseguró que en Asia se le atribuyen propiedades curativas.
Por último, alrededor del mundo se fabrican artesanías y joyas que emulan la figura del búho a modo de talismán protector.
Más allá de la mística del ave, estas sufren «por la pérdida de hábitat debido al uso indiscriminado de pesticidas o sustancias».
Por todo ello, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) reiteró recientemente a través de su cuenta de Twitter la necesidad de que esta especie se conserve, ya que supone también preservar las más antiguas tradiciones y creencias.
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