La Guardia Civil ha desmantelado en Monda (Málaga) la primera fábrica clandestina de tabaco subterránea localizada en Europa, que estaba oculta bajo una cuadra de caballos, permitía la fabricación de más de 3.500 cigarrillos a la hora y generaba un beneficio de más de un millón y medio de euros a la semana.
Los agentes han liberado a seis trabajadores ucranianos que se encontraban atrapados en la instalación, una situación que ha descrito a los periodistas como «dramática» el jefe del Grupo de Delincuencia Económica de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, el comandante Carlos Gallego, ya que el generador que permitía la entrada de oxígeno llevaba horas apagado debido a la falta de combustible.
La operación se ha saldado con la intervención de 153.000 cajetillas de tabaco, 17.600 kilogramos de picadura de tabaco, 20 kilos de hachís y 144 gramos de marihuana, y se ha desmantelado una plantación interior de cannabis.
Han sido detenidas veinte personas de origen británico, lituano y ucraniano, a las que se acusa de contrabando y de delitos contra la salud pública y contra los derechos de los trabajadores, de las que doce han ingresado en prisión comunicada y sin fianza por orden judicial, y ocho han quedado en libertad provisional con obligación de comparecer ante la autoridad judicial y prohibición de salir del territorio español.
La fábrica, de 200 metros cuadrados y situada a una profundidad de cuatro metros, se encontraba oculta bajo un contenedor marítimo de gran tonelaje que lindaba con las cuadras y quedaba al descubierto al ser empujado por maquinaria pesada.
Se accedía a través de un agujero en el que había unas escaleras de pared y en el interior de las instalaciones, donde, además de la maquinaria, había una cocina, un aseo y cuatro literas, se encontraban los trabajadores totalmente encerrados y, cuando fueron hallados, tenían «serias dificultades para respirar», según la Guardia Civil.
Durante la visita a la fábrica, el comandante Carlos Gallego, ha explicado que ninguno de los detenidos les advirtió de que bajo las cuadras estaban seis trabajadores cuyo suministro de energía dependía de un generador que requería un aporte diario de combustible y que se apagó el día de las actuaciones policiales.
Al percatarse de la falta de aire, los trabajadores se dirigieron a la salida del «búnker» y comenzaron a gritar y a golpear el contenedor que bloqueaba la salida, sin que los agentes pudieran escucharlos porque la instalación se había construido de manera insonorizada para evitar que el ruido de las máquinas saliera al exterior, aunque finalmente, lograron localizar el acceso y rescatarlos.
El experto de la Europol Howard Pugh ha destacado que la operación ha sido muy complicada y ha supuesto un gran esfuerzo, ya que se trataba de un escondite inusual y muy profesional y ha requerido el intercambio de mucha información entre cuerpos de diferentes países (Reino Unido, España, Polonia y Lituania).
Uno de los cabecillas de la red -considerado como muy peligroso- estaba huido de las autoridades británicas por delitos relacionados con el tráfico de drogas y falsificación de documento de identidad, y otro de los arrestados, de nacionalidad lituana, también figuraba como huido de la justicia de su país por delitos relacionados con el contrabando.
La operación ha sido llevada a cabo por el Grupo de Delincuencia Económica de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil con el apoyo de varias unidades de la Comandancia de Málaga y la colaboración de los cuerpos y fuerzas de seguridad británicos.
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