A mediados de abril de 2019, una fábrica de aluminio de la ciudad de Xiaoyi, en la provincia china de Shanxi, vertió ilegalmente aguas residuales a los ríos cercanos y emitió humo negro directamente al aire, lo que contaminó las aguas subterráneas y afectó de gravedad la vida de los residentes más cercanos. Dos jóvenes notificaron la contaminación a la Oficina de Ecología y Medio Ambiente (BEE) local y por su acción fueron detenidos, golpeados y privados de su alimentación.
Tras ser liberado, Xiao Zhang (seudónimo), un estudiante chino de 26 años, se trasladó en 2019 a estudiar a Estados Unidos. Recientemente contó a la edición china de The Epoch Times, el sufrimiento que experimentó después de informar la contaminación industrial a las autoridades de su país.
Zhang recordó que el agua del grifo de su casa era blanca y olía mal. No se podía utilizar para fines domésticos. La misma fuente de agua se utilizaba para regar las granjas, lo que afectó al crecimiento de las cosechas en los últimos años y provocó una reducción de la producción de alimentos.
«Las emisiones contaminantes de las chimeneas de la fábrica de día y de noche son tan penetrantes que la gente se queja, los niños desarrollan sarpullidos difíciles de tratar y los residentes tienen que llevar mascarillas durante sus desplazamientos diarios», dijo el estudiante.
Perseguidos por denunciar la contaminación
Como las vidas de los residentes locales se veían profundamente afectadas por la contaminación causada por la fábrica, Zhang y su amigo el Sr. Zhao (seudónimo) decidieron hablar en nombre de los derechos de todos. Los jóvenes tomaron fotos de la contaminación y recogieron otras pruebas.
El 30 de abril de 2019, Zhang y su amigo iniciaron una petición, que firmaron 23 residentes. Ese mismo día, enviaron oficialmente la carta de notificación, las fotos y las pruebas, junto con la petición, a las autoridades locales de protección del medio ambiente utilizando sus nombres reales.
El 15 de mayo de 2019, recibieron una advertencia de la oficina local de ecología y medio ambiente, la que además les pidió que retiraran su denuncia.
Los residentes estaban muy molestos por la respuesta. «Estamos haciendo reclamaciones razonables», dijo Zhang. Por ello junto con su amigo el Sr. Zhao decidieron continuar con la denuncia, aunque entonces quisieron conseguir más apoyo.
El 30 de mayo de 2019, Zhang y el Sr. Zhao reunieron a más residentes para discutir posibles soluciones, todavía llenos de entusiasmo en ese momento, creían que si todos trabajaban juntos para exponer la verdad, conseguirían una resolución.
Por ello, hicieron 500 copias de la carta de notificación y las distribuyeron a nivel local, con la esperanza de llamar la atención sobre el asunto y conseguir también la atención de los funcionarios del gobierno local.
La atención de las autoridades locales llegó, pero de una forma que no esperaban.
«Ninguno de los dos esperaba una pesadilla así», dijo Zhang a The Epoch Times.
El 30 de julio de 2019, ambos hombres fueron detenidos e interrogados por la policía. Durante el interrogatorio, fueron golpeados, y acusados de «comportamiento desordenado», «reunión ilegal» y «alteración del orden público».
Zhang fue arrestado directamente con una detención administrativa sin ningún procedimiento legal. Durante los 15 días que estuvo detenido, la policía no le proporcionó las comidas normales y le torturó físicamente.
«Estos vándalos con uniforme [la policía del PCCh] me golpearon dos veces y me hicieron pasar hambre durante varios días consecutivos. Yo no me sentía bien, pero se negaron a conseguirme un médico».
Tanto Zhang como su amigo Zhao estuvieron detenidos durante los 15 días.
«El centro de detención era un infierno», dijo, sintiéndose todavía helado al recordar las horribles experiencias.
La policía borró la mayoría de las fotos que tomó de la contaminación y borró las firmas de los residentes locales. Así que los esfuerzos de su denuncia terminaron en vano.
El 14 de agosto de 2019, 15 días después de la detención de Zhang, la policía informó a su padre de que debía pagar una «cuota de garantía» de unos 7700 dólares antes de liberar a su hijo.
Zhang dijo que ni él ni su familia recibieron un recibo por el dinero abonado y que la policía le exigió que acudiera a la comisaría cuando lo citaran argumentando que aún tenían derecho a interrogarlo e investigarlo, e incluso amenazaron e intimidaron a su familia.
«Lo que hicieron [la policía del PCCh] es ilegal y constituye una violación de los derechos humanos», dijo Zhang.
Zhang huyó de China y llegó a Estados Unidos el 31 de agosto de 2019, donde está estudiando.
Zhao enfrenta el desempleo
A diferencia de Zhang, Zhao sigue bajo vigilancia en China.
Zhang dijo que se reunió con su amigo para despedirse antes de viajar a Estados Unidos. «Parecía que se hubiera convertido en una persona diferente. Era reacio a hablar y estaba muy deprimido».
Antes de denunciar la contaminación, en julio Zhao había conseguido un trabajo en una empresa estatal local. Sin embargo, tras la detención, la empresa lo despidió sin darle una razón.
«Ambos sabemos que la razón por la que fue rechazado fue nuestra investigación y denuncia de la contaminación [causada por la fábrica de aluminio]. Él intentó buscar otro trabajo, pero ninguna empresa decente lo contrató. Ahora mismo, tiene muy pocos ingresos y he oído que sigue desempleado».
Zhao solía ser un joven optimista y alegre, pero se volvió acobardado y tímido tras experimentar la tortura en el centro de detención. Además bajo vigilancia policial en China, ya no tiene libertad. Con la continua intimidación del PCCh, le resulta extremadamente difícil conseguir un trabajo, dijo Zhang a The Epoch Times.
Decidido a ser valiente y seguir informando
Muchas personas que, como Zhang, alzaron sus voces por sí mismas y por su ciudad natal, fueron silenciadas por el PCCh o, lo que es peor, desaparecieron.
«No hay justicia en China y en la China comunista, los que están en el poder no resuelven los problemas, sino que resuelven a los que los plantean», dijo Zhang.
Antes fue engañado por el PCCh, pero después de sufrir por denunciar la contaminación, acabó despertando, añadió. Ahora que vive en un país libre, decidió hablar.
«Después de pasar por las horribles experiencias, he llegado a ver la naturaleza malvada del PCCh. Quiero armarme de valor para compartir mis experiencias reales, con la esperanza de despertar a más gente», dijo a continuación.
El estudiante comprende finalmente que el régimen comunista hará todo lo posible para encubrir y suprimir cualquier cosa o persona que pueda afectar a su autoridad.
A su vez indicó que la existencia de un régimen como el PCCh es la mayor amenaza oculta para el mundo y que preocuparse por los derechos humanos en China es, de hecho, preocuparse por la seguridad de toda la humanidad.
«El PCCh utiliza medios anti humanitarios para encubrir la verdad y consolidar su régimen autoritario. ¿No es esta pandemia mundial un ejemplo perfecto de ello?», dijo Zhang.
Con información de Cathy Zhang y Sophia Lam
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