El gobierno de Dinamarca, que controla aspectos clave del territorio autónomo de Groenlandia, anunció un importante aumento del gasto en defensa de la isla ártica, pocas horas después de que el presidente electo, Donald Trump, reiterara su deseo de comprar Groenlandia, alegando imperativos de seguridad.
El paquete de medidas de defensa ascendería al menos a 1500 millones de dólares, declaró el 24 de diciembre el ministro danés de Defensa, Troels Lund Poulsen, al periódico danés Jyllands-Posten, quien también calificó de «irónico» el momento elegido para aumentar el gasto a la luz de las recientes declaraciones de Trump.
Trump dijo el 22 de diciembre que el control y la propiedad estadounidense de Groenlandia —un territorio autónomo dentro del Reino de Dinamarca— es «una necesidad absoluta» para «la seguridad nacional y la libertad en todo el mundo».
Según Poulsen, el paquete de defensa de Dinamarca incluye nuevos buques de inspección, drones, equipos de trineos tirados por perros, la mejora de la dotación de personal del Mando Ártico y la modernización de un aeropuerto con capacidad para F-35.
«No hemos invertido lo suficiente en el Ártico durante muchos años, ahora estamos planeando una presencia más fuerte», indicó el ministro danés.
Groenlandia, que gestiona sus propios asuntos internos, pero cuyos asuntos exteriores, incluida la defensa, están controlados por Dinamarca, es estratégicamente importante para Estados Unidos. La antigua colonia danesa está estratégicamente situada a mitad de camino de la ruta más corta desde Europa y Rusia hasta Norteamérica. Es sede de una gran instalación espacial estadounidense y su proximidad al Ártico significa que desempeña un papel fundamental en la vigilancia y gestión de la seguridad del Ártico.
El Ártico también sirve como la ruta más corta para los misiles balísticos intercontinentales que viajan entre Estados Unidos y Rusia, elevando la importancia de Groenlandia como un puesto estratégico de seguridad en el actual período de mayor rivalidad entre las grandes potencias mundiales.
Durante su primer mandato, Trump también expresó su interés en comprar la isla ártica, estratégicamente situada, que tiene una masa terrestre de aproximadamente una cuarta parte del tamaño de Estados Unidos, pero una población de unos 57,000 habitantes.
Estados Unidos también hizo ofertas previas para comprar Groenlandia, primero en 1867 y de nuevo en 1946, bajo la presidencia de Harry Truman. En cada ocasión, Dinamarca se negó.
Tras el último comentario de Trump sobre querer que la isla ártica quede bajo control estadounidense, el primer ministro groenlandés, Mute Egede, rechazó cualquier sugerencia de que Groenlandia esté en venta.
«Groenlandia es nuestra. No estamos en venta y nunca lo estaremos. No debemos perder nuestra larga lucha por la libertad», declaró Egede el 23 de diciembre.
Los medios estatales chinos han identificado a Groenlandia como un centro estratégico crítico, citando su proximidad a las rutas marítimas del Ártico y sus ricas reservas de uranio y minerales de tierras raras. En 2019, el Partido Comunista Chino (PCCh) anunció su iniciativa «Ruta Polar de la Seda», una extensión de su Iniciativa de La Franja y la Ruta, con el objetivo de desarrollar rutas marítimas árticas y alentar a las empresas chinas a invertir en proyectos de infraestructura regional.
Los lazos económicos entre Groenlandia y China se incrementaron significativamente en la última década, impulsados por los esfuerzos para expandir la minería, la exploración de petróleo y gas y los sectores turísticos de Groenlandia. La creciente dependencia de Groenlandia de China coincide con las ambiciones más amplias de Beijing en el Ártico.
Dinamarca y Estados Unidos están vinculados por el Acuerdo de Defensa de 1951, que otorgó a Washington jurisdicción exclusiva sobre las zonas de defensa dentro de Groenlandia y la capacidad de mejorar su vigilancia de las aguas árticas, fundamental para la estrategia ártica de la OTAN.
Groenlandia alberga la Base Espacial de Pituffik, antigua Base Aérea de Thule, situada en su remoto noroeste. En ella trabaja personal de Dinamarca, Canadá, Groenlandia y las Fuerzas Espaciales de Estados Unidos, y sirve como centro de actividades de vigilancia espacial. También alberga un sistema mejorado de radar de alerta temprana, esencial para detectar lanzamientos de misiles balísticos intercontinentales procedentes de Rusia, Oriente Medio o misiles de Corea del Norte y China que atraviesen el Ártico.
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