Algunos de los mayores distritos escolares de Estados Unidos exigen actualmente el consentimiento paterno para que los alumnos tomen medicamentos sin receta, pero no para que cambien de nombre o de pronombre, según un nuevo informe.
Tal es el caso en ocho de los 20 mayores distritos escolares del país por número de alumnos matriculados, incluidos el Departamento de Educación de la Ciudad de Nueva York, el Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles y las Escuelas Públicas de Chicago, señala el informe publicado el 22 de febrero por la organización sin ánimo de lucro Defense of Freedom Institute for Policy Studies (DFI-Instituto de Estudios Políticos para la Defensa de la Libertad).
«Hay más de tres millones de alumnos en Estados Unidos, desde el jardín de infancia hasta el último curso de secundaria, que pueden cambiar de nombre y de pronombre en el colegio sin que lo sepan sus padres, pero no tomar un Advil de la enfermera del colegio», declaró el 2 de febrero Angela Morabito, portavoz del DFI, a NTD, medio de comunicación asociado de The Epoch Times.
Según el informe de 14 páginas, solo tres de los 20 distritos más grandes tenían políticas fácilmente disponibles que exigían la notificación a los padres cuando un niño quería llevar un nombre diferente.
En total, el informe identifica 25 distritos escolares de todo el país que tienen políticas escritas que permiten a algunos o a todos sus alumnos utilizar los nombres y pronombres de su elección sin el consentimiento de los padres, pero que exigen dicho consentimiento para que la escuela les ofrezca medicación.
«La justificación de esto es realmente solo burócratas escolares que piensan que saben más que los padres», dijo Morabito, quien se desempeñó como secretario de prensa del Departamento de Educación bajo la exsecretaria de Educación, Betsy DeVos.
«Ellos piensan que los padres pueden quedar fuera de la conversación y que deben ser ellos quienes estén a cargo de las decisiones importantes en la vida de un niño. Pero eso no es cierto. Este informe trata realmente de la imperiosa necesidad de devolver el control a los padres».
Morabito señaló que, en muchos casos, los distritos escolares dan instrucciones a los profesores para que no informen a los padres, utilizando el nombre legal del niño y sus pronombres biológicos cuando hablan con sus padres, pero utilizando los identificadores preferidos del alumno cuando se dirigen a ellos en la escuela.
“También hay distritos escolares que directamente dicen que ‘Si los padres se oponen, no nos importa’”, agregó la portavoz. “El distrito escolar estará de acuerdo con lo que diga el estudiante, incluso si los padres dicen ‘No, esto está mal. No lo queremos’”.
Además, aunque algunos padres en los pueblos pequeños de Estados Unidos podrían sentirse tentados a descartar el problema como uno que solo afecta a las ciudades principales, Morabito enfatizó que ese no era el caso.
“Encontramos esto tanto en las grandes ciudades como en los pueblos pequeños, que dicen que apartarán a los padres (…) de algo tan absolutamente crítico”, señaló la portavoz.
«Por lo tanto, realmente no hay una parte del país donde los padres puedan darse el lujo de decir: ‘Nosotros vamos a omitir esto por completo’. Todos los padres deben ver cuáles son las reglas de su distrito escolar y asegurarse de que, si esas normas los excluyen, intervengan y tengan voz y voto».
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