El Departamento de Justicia estadounidense informó este viernes de la imputación contra un ciudadano británico y otro ruso por presuntamente haber participado en un sistema de evasión de sanciones y lavado de dinero de un yate valorado en 90 millones de dólares, perteneciente a un oligarca ruso.
Vladislav Osipov, de 51 años, ciudadano ruso, y Richard Masters, de 52 años, del Reino Unido, fueron acusados en un tribunal de la capital estadounidense, el mismo día en el que la Guardia Civil española ha detenido al segundo.
Según el escrito de acusación, dado a conocer hoy, afrontan cargos de conspiración para defraudar a Estados Unidos y de cometer delitos contra el país por violar la Ley de poderes económicos de emergencia internacional y también de lavado de dinero, al seguir explotando económicamente el yate, propiedad del sancionado oligarca ruso Viktor Vekselberg.
La detención en España es fruto de una solicitud de Estados Unidos de arresto con fines de extradición, mientras que está pendiente una orden similar contra Osipov, cuyo paradero no precisó el Departamento de Justicia.
«Los facilitadores de la evasión de sanciones permiten que los oligarcas que apoyan al régimen de Vladímir Putin se burlen de la ley estadounidense. Estados Unidos no permitirá que sus instituciones financieras sean manipuladas o defraudadas con el fin de beneficiar a quienes apoyan una guerra ilegal», dijo el fiscal federal para el Distrito de Columbia, Matthew Graves.
De acuerdo a la acusación, a pesar de las sanciones de EE.UU. emitidas contra Vekselberg en abril de 2018, Osipov y Masters facilitaron que el yate siguiera operando mediante el uso de empresas estadounidenses y el sistema financiero de EE.UU., intentando ocultar que la embarcación era propiedad del oligarca ruso.
Masters dirigía una empresa de gestión de yates en Palma de Mallorca, España. Después de que Vekselberg fuera sancionado en abril de 2018, la compañía de Masters se hizo cargo de la gestión del yate y conspiró con otros para evadir las sanciones de EE.UU.
Osipov, un empleado de Vekselberg, diseñó una estructura de propiedad complicada de empresas ficticias para ocultar la propiedad del yate por parte de Vekselberg.
Los esfuerzos de ambos permitieron que el barco siguiera operando como un yate de lujo con toda la gama de servicios y artículos disponibles, «respaldado por cientos de miles de dólares en servicios estadounidenses obtenidos ilegalmente y transacciones financieras estadounidenses, y todo para el beneficio de Vekselberg», denuncia el comunicado.
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