Estados Unidos se enfrenta a amenazas de adversarios extranjeros en muchos frentes ante las crecientes tensiones geopolíticas, advierte una nueva estrategia de contrainteligencia.
“Nuestra nación se enfrenta a amenazas significativas y complejas de adversarios de inteligencia extranjeros agresivos y capaces, entre ellos Rusia, la República Popular China, Irán y Corea del Norte”, dijo el presidente Joe Biden al firmar la Estrategia Nacional de Contrainteligencia el 1 de agosto.
La estrategia recién aprobada esboza los objetivos de inteligencia para hacer frente a las crecientes amenazas de inteligencia extranjera y proporciona orientación a la comunidad de contrainteligencia para los próximos tres años.
Según la estrategia, las amenazas de los servicios de inteligencia extranjeros a Estados Unidos no tienen precedentes, ya que estos adversarios extranjeros se dirigen a una amplia gama de entidades utilizando muchos enfoques diferentes.
La estrategia dice que el régimen comunista chino y el Estado de Rusia plantean “las amenazas de inteligencia más significativas”. Estos adversarios principales están trabajando juntos con más frecuencia, amplificando las amenazas para Estados Unidos.
“Una gama cada vez más amplia de actores está intentando robar secretos nacionales, datos sensibles, propiedad intelectual y capacidades técnicas y militares, y socavar e interrumpir la política exterior y las operaciones de inteligencia de Estados Unidos”, advierte.
“[Las entidades de inteligencia extranjeras] se están posicionando para comprometer o dañar la infraestructura crítica para la salud, la seguridad y la actividad económica de Estados Unidos, y están tratando de influir en la política y la opinión pública de Estados Unidos y socavar nuestra democracia”.
El documento señala que los adversarios de la inteligencia extranjera intentan obtener información de casi todos los niveles de las entidades gubernamentales estadounidenses, incluidos los departamentos y agencias federales, así como los gobiernos locales y estatales. También tienen como objetivo empresas comerciales, contratistas de defensa, centros de pensamiento e instituciones académicas.
Estos adversarios buscan información clasificada y pública para apoyar sus objetivos políticos, económicos, militares y de influencia, así como “sus intentos de atacar a personas, cadenas de suministro e infraestructuras críticas de Estados Unidos”, afirma la estrategia.
Además, los agentes de inteligencia extranjeros consideran que las entidades comerciales tienen un importante papel de ayuda en las labores de espionaje. Además de utilizar tecnología punta, estos actores emplean herramientas de intrusión cibernética de alta calidad de firmas comerciales para ayudar en sus ciberataques.
Hace unos días, la comunidad de inteligencia advirtió que el régimen comunista chino ha colaborado con empresas tecnológicas chinas para potenciar sus operaciones de influencia dirigidas a las próximas elecciones estadounidenses.
La estrategia suscitó gran preocupación por las amenazas de espionaje económico e industrial extranjero a la tecnología crítica y la seguridad económica de Estados Unidos, en particular por parte del régimen comunista chino. En ella se advertía que los adversarios de la inteligencia extranjera pretenden “utilizar el ciberespionaje, los investigadores empotrados y las empresas e inversiones pantalla para atacar a empresas e instituciones de investigación innovadoras de Estados Unidos, buscando un atajo para construir las bases económicas y tecnológicas de sus propios países y hacer que sus empresas sean más competitivas frente a sus rivales estadounidenses”.
Según el NCSC, la misión de la estrategia es “identificar, comprender y neutralizar las amenazas de la inteligencia extranjera y proteger los intereses, bienes y personas de Estados Unidos en el país y en el extranjero contra el espionaje, el sabotaje, el asesinato u otras actividades u operaciones de la inteligencia extranjera”.
La estrategia pretende “superar y limitar a las entidades de inteligencia extranjeras, proteger las ventajas estratégicas de Estados Unidos e invertir en el futuro para hacer frente a las amenazas del mañana”, declaró el director del NCSC, Michael Casey.
La semana pasada, el Centro Nacional de Contrainteligencia y Seguridad de Estados Unidos (NCSC) advirtió que los inversores chinos podrían aprovecharse de las primeras inversiones en empresas tecnológicas estadounidenses para robar sus datos confidenciales y su propiedad intelectual, socavando la seguridad económica y nacional de Estados Unidos.
Existen numerosos casos destacados de espionaje chino. A principios de este año, un investigador de origen chino fue arrestado por el presunto robo de tecnologías utilizadas para detectar lanzamientos de misiles nucleares y rastrear misiles balísticos e hipersónicos. En 2017, cuatro piratas informáticos respaldados por militares chinos piratearon Equifax y robaron la información personal de unos 145 millones de estadounidenses.
En 2020, el director del FBI, Christopher Wray,dijo que la agencia de inteligencia abría una investigación sobre un nuevo caso de contrainteligencia china cada 10 horas. También señaló que la oficina tenía más de 2000 investigaciones activas de contrainteligencia relacionadas con China en ese momento.
En abril, Wray prendió las alarmas al decir que Beijing dirige la mayor red de piratería informática del mundo y tiene “un programa de piratería informática mayor que el que suman las principales naciones”.
También advirtió que los hackers chinos se han infiltrado en las infraestructuras críticas de Estados Unidos y están preparados para lanzar ciberataques contra estas instalaciones en el momento que más les convenga.
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