Estados Unidos y Japón han dado a conocer nuevas directrices para una disuasión «ampliada», citando un «entorno de amenaza estratégica y nuclear cada vez más grave» que refleja el aumento de las tensiones en el Indo-Pacífico, donde China, Rusia y Corea del Norte han tomado medidas para modernizar sus arsenales y proyectar su poder.
Las directrices, dadas a conocer el 27 de diciembre mediante declaraciones coordinadas del Departamento de Estado de EE. UU. y del Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón, subrayan el compromiso de ambas naciones de reforzar su alianza para mantener la estabilidad regional y disuadir los conflictos.
«La Alianza seguirá estudiando la mejor manera de garantizar que la disuasión ampliada sea fuerte y creíble», dicen los comunicados idénticos de ambos países.
Las directrices son la culminación de largos debates en el marco del Diálogo de Disuasión Ampliada, un marco bilateral establecido en 2010 para hacer frente a los retos que plantea a la alianza entre Estados Unidos y Japón la evolución de las amenazas a la seguridad.
No se han revelado los detalles de las nuevas directrices. Tanto Estados Unidos como Japón afirmaron que el documento hace hincapié en la mejora de los mensajes estratégicos para garantizar que los adversarios comprendan claramente la determinación y las capacidades de la alianza. Las medidas también incluyen el refuerzo de la disuasión ampliada de Estados Unidos con los avances en defensa de Japón, como la mejora de los sistemas de defensa antimisiles y la preparación para responder a contingencias.
El anuncio conjunto coincidió con la aprobación por parte del Consejo de Ministros de Japón de un presupuesto de defensa récord de 55,000 millones de dólares para 2025, que marca el tercer año de un amplio aumento militar de cinco años bajo la estrategia de seguridad nacional de Japón adoptada en 2022. El proyecto de presupuesto nacional más amplio, que asciende a más de 730,000 millones de dólares, deberá ser aprobado por el Parlamento en marzo.
Parte del plan de Japón consiste en reforzar sus defensas antimisiles. Para ello, Japón ha asignado otros 3370 millones de dólares para interceptores y un radar de reconocimiento móvil en Okinawa, un lugar estratégico que acoge a más de la mitad de los 50,000 soldados estadounidenses estacionados en Japón.
Japón también se está preparando para desplegar misiles de crucero Tomahawk de fabricación estadounidense a finales de 2025, un paso fundamental en su intento de adquirir capacidad de contraataque. El presupuesto de defensa asigna 6000 millones de dólares a un sistema de defensa «standoff» que incluye misiles de largo alcance, constelaciones de satélites y otros arsenales avanzados. Entre ellos, 11.4 millones de dólares están destinados a equipar destructores de la clase Aegis para lanzar Tomahawks.
La estrategia quinquenal también pretende duplicar el gasto militar anual de Japón hasta unos 63,000 millones de dólares, lo que situaría a Japón como el tercer país del mundo en gasto militar, por detrás de Estados Unidos y China.
Las nuevas directrices de disuasión y el presupuesto récord de defensa de Japón son señal de un frente unido destinado a contrarrestar las crecientes amenazas regionales, que reflejan la preocupación por la creciente asertividad militar de China, las persistentes pruebas de misiles de Corea del Norte y las actividades de Rusia en el Indo-Pacífico.
El recién elegido primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, se ha manifestado abiertamente sobre la inadecuación de los marcos tradicionales de disuasión. En una entrevista reciente con el Instituto Hudson, Ishiba advirtió que los avances en armamento nuclear y sistemas vectores por parte de los adversarios podrían socavar la disuasión ampliada de Estados Unidos.
Ishiba ha propuesto la creación de una «versión asiática de la OTAN» que garantice la disuasión frente a la «alianza nuclear de China, Rusia y Corea del Norte», al mismo tiempo que aboga por acuerdos para compartir armas nucleares y el posible despliegue de armas nucleares estadounidenses en suelo japonés.
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