Estados Unidos llevó este miércoles al Consejo de Seguridad de la ONU las protestas en Irán, con una dura denuncia de la represión por parte de las autoridades, e instó a la comunidad internacional a exigir responsabilidades a Teherán y a dar apoyo a los manifestantes.
La delegación estadounidense, con el respaldo de Albania, organizó una reunión informal del Consejo de Seguridad para que éste órgano abordase por primera vez la crisis en Irán, una cita que Teherán trató sin éxito de bloquear al considerar que supone un intento por parte de Washington de usar los derechos humanos con fines políticos.
«En todo Irán, las fuerzas de seguridad han detenido y torturado a manifestantes pacíficos, han matado a cientos de personas y herido de gravedad a muchos más en una sangrienta represión y han tratado de silenciar la oposición deteniendo a decenas de activistas de la sociedad civil, periodistas y abogados», señaló la embajadora de EE.UU., Linda Thomas-Greenfield.
«Debemos condenar estos brutales actos de represión y violencia y, además, debemos respaldar nuestras palabras con acciones», insistió Thomas-Greenfield, que dijo que su país va tratar de abordar este asunto en todos los foros posibles, incluido el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.
Así, la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, anunció también hoy que Washington que intentará expulsar a Irán de la principal comisión sobre mujeres de la ONU.
La embajadora Thomas-Greenfield confió en que las protestas que se iniciaron tras la muerte de la joven Mahsa Amini, detenida con el argumento de que no llevaba colocado correctamente el velo islámico, desencadenen grandes cambios para las iraníes.
Antes de la reunión, el embajador iraní ante la ONU, Amir Saeid Jalil Iravani, convocó a los periodistas para leer una declaración en la que acusó a Washington de promover una «campaña de desinformación» sobre lo que está ocurriendo en el país y de «manipular» los recursos de Naciones Unidas para «impulsar su agenda política».
«La historia muestra que Estados Unidos nunca ha estado realmente preocupado por los derechos humanos en Irán o en ningún otro sitio», señaló Iravani, que aseguró que la cita de hoy es una interferencia en los asuntos internos de Irán y supone un «peligroso precedente».
El diplomático, que no respondió a preguntas, defendió la actuación de las fuerzas de seguridad ante las protestas y dijo que el Gobierno siempre ha protegido la libertad de expresión y de reunión, pero también tiene que garantizar la seguridad y el orden.
En el Consejo de Seguridad, China y Rusia se alinearon con Teherán e insistieron en que lo que ocurre en Irán es una cuestión interna y sobre la que este órgano no tiene nada que decir.
La delegación rusa, entre otras cosas, se preguntó si el Consejo debería discutir por ejemplo cada vez que hay movilizaciones sociales en Europa o si debería abordar la muerte a manos de fuerzas de seguridad de una de las partidarias de Donald Trump que participó el año pasado en el ataque al Capitolio de Estados Unidos.
Mientras, una mayoría de miembros del órgano expresó su preocupación por la situación en Irán y, en mayor o menor medida, criticó la represión por parte del régimen.
En la cita también intervino el relator de la ONU para la situación de los derechos humanos en el país, Javaid Rehman, que volvió a pedir una investigación internacional de la represión; así como varias activistas iraníes, que reclamaron apoyo exterior a las protestas.
«Es hora de dejar de ser cómplices con la República Islámica de Irán y empezar a apoyar a los iraníes que aman la libertad», señaló la actriz y activista británica de origen iraní Nazanin Boniadi.
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