A pesar de todo lo que se habla sobre el progreso, el siglo XX fue el más violento de toda la historia humana, y la gran mayoría de la violencia—que resultó en al menos 100 millones de muertes no naturales—fue causada por el comunismo, un sistema de creencia que aún se aferra a las mentes de muchos en nuestra sociedad.
El comunismo trata de seducir a la gente con amabilidad fingida. Convence a la gente de que representa la tolerancia y el cuidado por la humanidad, y que tiene la intención de traer la felicidad a la gente—pero que esa felicidad puede alcanzarse solo después de que un segmento de la sociedad sea erradicado o suprimido.
Al mismo tiempo que la censura y la erradicación se han convertido en el sello distintivo de los sistemas comunistas, su promesa de traer gozo destruyendo toda jerarquía social ha demostrado ser una mentira descarada. El comunismo ha conducido una y otra vez a hambrunas, opresión y genocidio. Aún así conserva su popularidad.
Para entender por qué el comunismo todavía persiste, tenemos que entender su herramienta más fundamental para crear la revolución violenta—convencer a la gente de enfrentarse entre sí—y cómo usa esta herramienta para fabricar temas políticos. Esto hace que sus seguidores sean capaces de tomar el control gradualmente.
Esta herramienta es la dialéctica comunista, conocida como el materialismo dialéctico. La dialéctica es un método discursivo entre dos partes. El materialismo dialéctico es usado para formular una visión comunista del mundo, reinterpretando todo a través de una lente absolutamente atea y basada en la lucha.
El fundador de la Unión Soviética, Vladimir Lenin, describió esta visión dialéctica comunista de la verdad en un artículo publicado en junio de 1920 en el Kommunismus, una publicación de la Internacional Comunista, como «aquello que constituye la esencia misma, el alma misma del marxismo—un análisis concreto de una situación concreta».
Los líderes comunistas, usando la dialéctica como el sistema principal para considerar los asuntos, reescribieron la historia a través de una nueva lente. Ellos enfatizaron el estudio de la dialéctica de Lenin y la aplicaron a la historia del pensamiento humano, a la ciencia y la tecnología. El sucesor de Lenin, Joseph Stalin, escribió en 1938 que el «materialismo dialéctico es la perspectiva del mundo del partido marxista-leninista».
El Papa Pío XII, quien excomulgó luego a los católicos que profesaban la doctrina del comunismo, describió la naturaleza de la dialéctica comunista en la encíclica «Sobre el ateísmo comunista» en marzo de 1937.
El Papa Pío XII dijo que el materialismo dialéctico es el arma usada por los comunistas para «afilar los antagonismos» entre diferentes partes de la sociedad, bajo la creencia de que «el conflicto que lleva al mundo a su síntesis final puede ser acelerado por el hombre. A eso se debe su empeño en afilar los antagonismos que surgen entre las varias clases de sociedad. Entonces la lucha de clases, con su consecuente odio y destrucción violenta, toma el aspecto de una cruzada para el progreso de la humanidad».
La dialéctica comunista, agregó, es también la herramienta clave de la naturaleza violenta inherente a la ideología, la cual aboga que cualquier cosa que se resista a la «violencia sistemática» debería ser marcada para su aniquilación.
Deformación del discurso
Las formas tradicionales de la dialéctica, tal como la dialéctica de Sócrates, buscan encontrar la verdad mediante un debate racional entre dos partes.
Por otro lado, las raíces del materialismo dialéctico se encuentran en la teoría del filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel, sin embargo esta fue alterada a lo largo de la historia por líderes comunistas, comenzando con Karl Marx, para ajustarse mejor a sus objetivos. En 1908, Lenin escribió en «Materialismo y empiriocriticismo» que el término «materialismo dialéctico» fue acuñado por el filósofo comunista checo-austríaco Karl Kautsky y que se popularizó solo luego de la muerte de Marx y Friedrich Engels.
El núcleo de la teoría de Hegel, como es usada bajo el comunismo, es su argumento de que la «contradicción hace avanzar». Marx y Engels usaron este argumento, pero alteraron la teoría completa del Hegel, primero al remover todos los elementos que no se relacionan con el materialismo, incluyendo todo lo que tiene que ver con la religión o la moral.
Stalin escribió en 1938, en «Materialismo dialéctico e histórico», que la única parte que Marx y Engels retuvieron de la dialéctica hegeliana fue su «núcleo racional», y que dejaron a un lado todos sus ideales morales.
Stalin describió a esta nueva dialéctica como algo basado puramente en un rechazo a lo divino. Él escribió que la dialéctica de Marx descartó las ideas de Hegels de un «espíritu universal» y «conciencia», y que consideró en cambio a toda vida como nada más que «materia en movimiento».
Inversión estratégica
Mientras la dialéctica tradicional apunta a ayudar a la gente a entender verdades a través del intercambio de ideas diversas, o considerando ambos lados de un asunto, el materialismo dialéctico hace lo opuesto.
Este ve los varios asuntos en la sociedad e identifica sus polos opuestos. Luego toma esos opuestos como los puntos de vista comunistas y fuerza estos puntos de vista como absolutos e incuestionables.
Mao Zedong, fundador del Partido Comunista Chino, basó su dialéctica en trastocar muchas creencias religiosas y sociales que se encuentran en los sistemas orientales.
Él lo describió una vez, usando una visión invertida de la teoría del taiji taoísta (yin-yang). En la teoría antigua, se considera que los dos lados opuestos de un elemento se complementan y armonizan uno al otro, de modo que los dos se vuelven uno. En «Obras selectas de Mao Zedong», Mao describió el asunto como dos fuerzas en oposición, constantemente en conflicto una con otra, y que a través de la dialéctica comunista, «uno se vuelve dos, dos se vuelve cuatro». En otras palabras, paso a paso, el elemento es dividido cada vez más.
La descripción de Mao de «uno [se vuelve] dos» es el centro de la visión revolucionaria comunista, basada en la idea de que, en vez de la armonía, el comunismo puede incitar la lucha entre todos los elementos tangibles—ya sean razas, clases sociales, o incluso una pareja casada.
Bajo la dialéctica comunista, el objetivo es que la gente reemplace la creencia con el ateísmo, y la armonía con la lucha.
Según «La espada de la revolución y el Apocalipsis comunista» de Cliff Kincaid, los líderes comunistas estaban de acuerdo con Lenin en que el «núcleo» de la dialéctica era su uso de las contradicciones.
Kincaid escribió: «Los soviéticos han resumido el núcleo de la dialéctica como una ‘división entre opuestos’, mientras que Mao Zedong y los ‘obreros de la filosofía’ chinos han finalmente resumido todas las complejidades de la lógica dialéctica en la expresión ‘uno se divide en dos'».
Kincaid cita a Alexander Markovsky, un emigrado ruso que estudió marxismo-leninismo en la ex Unión Soviética, diciendo «En el mundo del materialismo dialéctico marxista, el cambio es el producto de un conflicto constante entre opuestos, que surge de las contradicciones internas inherentes a todos los eventos, ideas y movimientos. Por lo tanto, cualquier cambio significativo en una sociedad, según el marxismo, debe ser acompañado por un periodo agitado».
El teórico marxista Georgi Valentinovich Plekhanov escribió en «Dialéctica y lógica» en 1928 que la dialéctica comunista sigue tres leyes: identificar, contradecir y «excluir el medio».
El enfoque de Plekhanov le permite a los comunistas inventar asuntos, primero identificando cualquier asunto con el desarrollo material, para «contradecirlo» o invertirlo, y luego «excluir el medio» llevándolo a solo dos extremos que desestiman la frecuente vasta variedad de puntos de vistas moderados.
La característica de «excluir el medio» es opuesta a la antigua sabiduría compartida en varios sistemas de creencia tradicionales—desde Aristóteles a Rumi, y desde Sakyamuni a Salomón. Estas teorías tradicionales reflejan lo que decía Lao Zi: «Lo mejor es tomar la vía del medio».
El comunismo se basa en la idea de que su visión es utópica y la conclusión de todo desarrollo. Marx sostenía que la lucha conduce a la evolución social y argumentaba que el comunismo era la etapa final. Su sistema comunista trató de incitar la lucha para apurar este proceso—un proceso que requirió fomentar el colapso económico, social y moral.
Para hacer avanzar sus causas, usó el materialismo dialéctico para crear su verdad invertida y empujar estas inversiones para generar discordia y destruir tradiciones y normas sociales.
La idea de «excluir el medio» sigue la idea de Lenin de «partidismo», y ambas están basadas en su visión de la «utopía». Lenin categorizó a todas las personas en solo dos grupos: aquellos que apoyaban la revolución comunista y aquellos que no—y aquellos que no la apoyaban eran marcados para la destrucción.
Con el materialismo dialéctico como fuerza motriz, los comunistas no cedieron terreno. Si el otro lado cedía un poco, los comunistas ganaban terreno, luego continuaban empujando implacablemente mientras el lado opuesto gradualmente se erosionaba. Cuando la revolución violenta falla, el objetivo del comunismo es primero pedir «tolerancia», luego «aceptación» y finalmente «adopción» forzada.
Durante este proceso, cualquiera que plantee una objeción es catalogado con motes políticos, lo cual les permite a sus aliados comunistas atacar. Este es el corazón de la «corrección política» formulada por Mao en 1957, y fomenta su continua presión por establecer una visión moral alternativa basada en los objetivos políticos del régimen comunista—con la inversión dialéctica de los asuntos, desde la raíz.
Una cosmovisión negativa
La visión del mundo comunista, y todos los asuntos dentro del mismo, se forman invirtiendo los conceptos—usando la herramienta del materialismo dialéctico para identificar las inversiones.
Bajo su dialéctica, la percepción comunista es una de negatividad general. Tiene el objetivo de alterar la percepción de una persona sobre todos los asuntos, para que cualquiera que siga su doctrina interprete los asuntos mediante sus inversiones, y tome el camino de esas inversiones.
Entender esto requiere un poco de trasfondo.
Todos tenemos diferentes percepciones del mundo que nos rodea. Dos personas observando el mismo evento pueden interpretarlo en muchas, diversas formas, en base a su percepción que está moldeada por su cultura, trasfondo, educación y creencias.
El comunismo trabaja para cambiar las percepciones de una persona e inculca «una cosmovisión comunista» en la persona, la cual usa el materialismo dialéctico para invertir las normas sociales y tomar lo negativo como postura.
Según Kincaid, la dialéctica comunista fabrica la lucha contra las normas sociales usando contradicciones, bajo el principio comunista de «lucha de los opuestos».
En términos de los objetivos del comunismo—revolución para derrocar por la fuerza toda jerarquía, tanto espiritual como social—Kincaid sostiene que para que el comunismo tome el poder, sus conceptos invertidos deben destruir las percepciones que existían previamente en la sociedad. Dado cómo funciona el materialismo dialéctico y la manera en la que identifica a cuáles asuntos se oponen los comunistas y cuáles apoyan, los asuntos y políticas de los movimientos comunistas pueden diferir mucho de país en país.
Kincaid cita «Los papeles de Penkovsky» de Oleg Penkovsky en 1956, para describir qué tan radicalmente difería el pensamiento entre los pensadores soviéticos dialécticos y los pensadores no dialécticos.
Penkovsky dijo que si alguien fuera a darle la misma información a generales en Estados Unidos, Inglaterra y la Unión Soviética, «los estadounidenses y los ingleses podrían quizá llegar a la misma conclusión […] pero el general soviético llegaría a conclusiones radicalmente diferente de los otros dos».
Según Penkovsky, esto se debe a que para el comunista, «el proceso lógico de su mente es totalmente distinto al de sus contrapartes occidentales, porque él usa la dialéctica marxista, mientras que ellos usan alguna forma de razonamiento deductivo».
Una ideología oscura
Uno de los cambios clave que Marx y Engels le hicieron a la dialéctica de Hegel a fin de formar su dialéctica comunista fue remover todos los elementos espirituales. Pero si fuéramos a analizar al materialismo dialéctico desde el punto de vista antropológico, revelaría una creencia oscura y destructiva.
Los métodos de inversión dentro de la dialéctica comunista no son nuevos. El enfoque de la inversión para crear entendimientos alternativos es uno de los puntos centrales de las prácticas ocultistas que forman sus creencias invirtiendo las interpretaciones y percepciones de las prácticas tradicionales.
El concepto de inversión fue detallado por el Centro de Investigación del Terrorismo en su libro de 2016 «Sacrificios de sangre: Actores no estatales violentos y actividades oscuras mágico-religiosas», editado por Robert J. Bunker futurista residente 2015 con la Academia del FBI en Virginia y profesor investigador adjunto del Instituto de Estudios Estratégicos de la Universidad de Guerra del Ejército de EE. UU. El término «mágico» en este caso se refiere a la percepción e intención detrás de actividades ceremoniales.
En él se dice que «nosotros, como especie, no percibimos la realidad objetiva, sino en cambio, una serie de esquemas simbólicos limitados, mediados y entrelazados que nosotros, como individuos, asumimos como ‘la realidad'».
Dice que nuestras percepciones de la realidad pueden ser cambiadas mediante sistemas externos, ligados a cómo interpretamos el significado de asuntos, eventos u objetos como «simbólicos» dentro del «ciclo del significado» de nuestras propias ideologías.
Dentro de este sistema, la idea de «magia criminal» relacionada con las intenciones y la percepción, se describe como aquella en que la percepción promovida de asuntos «actúa como una cosmovisión que se opone a la socialmente dominante».
Por ejemplo, algo que se opone a la visión religiosa del mundo incluiría cosas que violan las perspectivas de la religión sobre lo que es correcto e incorrecto, y las acusaciones incluirían «robo de niños, asesinatos rituales y canibalismo, y la adoración del ‘mal'».
Si el concepto se aplicara a la visión política del mundo, dice que el elemento de «magia criminal» se centraría típicamente en la «interrupción/derrocamiento del orden social, una profanación de la ‘tradición’ o ‘historia’ y la deposición de la moral social».
La forma más importante y «peligrosa» de esto, dice, es «aquella que invierte los componentes centrales de su propia visión del mundo con el objetivo específico de obtener el dominio y el poder a través del temor y el terror […] Esta magia criminal de tipo 2 es referida por muchos ocultistas como el Camino de la Mano Izquierda».
El «Camino de la Mano Izquierda» se relaciona estrechamente con los métodos de la dialéctica comunista para lograr la revolución.
Declara que el Camino de la Mano Izquierda degrada a sus propios miembros y los convierte en «peones para ser manipulados, usados y descartados». Vemos esto, por ejemplo, en los llamados «idiotas útiles» que ayudan a los regímenes comunistas a tomar el poder, solo para luego ser marcados para morir una vez instalado el comunismo.
El Camino de la Mano Izquierda también alienta a sus seguidores a volverse «sociópatas de facto», algo que se observa en el rechazo del comunismo a la moral y en su creencia en fomentar el sufrimiento humano para alcanzar sus objetivos.
Señala que si se deja desenfrenado, el Camino de la Mano Izquierda «hace peligrar la supervivencia de la sociedad entera y toda su cosmovisión» a través de su degradación intencional de la confianza en la cosmovisión existente y trabajando para contener y destruir a quienes se oponen a su visión del mundo.
La naturaleza de la herramienta
La naturaleza de la dialéctica comunista de las inversiones ideológicas y las revoluciones del Camino de la Mano Izquierda han hecho que varios escritores señalasen sus similitudes con el satanismo—el cual en sus formas originales trabajaba para invertir la moral y las ceremonias del cristianismo y el catolicismo.
Según «Marx & Satán» de Richard Wurmbrand, una de las características de la magia negra es la inversión de nombres y las «inversiones en general permeaban tanto toda la manera de pensar de Marx, que él las usaba en todos lados. Él respondió al libro de Proudhon ‘La filosofía de la miseria’ con otro libro titulado ‘La miseria de la filosofía’. También escribió ‘Tenemos que usar en vez del arma de la crítica, la crítica de las armas».
Lo que el autor estaba observando era la dialéctica comunista en acción, con su característica de la inversión. Pero el autor también tiene razón sobre la naturaleza de la técnica—algo que, de hecho, está atado profundamente a las prácticas del Camino de la Mano Izquierda, que desde una perspectiva religiosa se definirían como algo «demoníaco».
Marc Tyrell, antropólogo simbólico y coautor de «Sacrificios de sangre», dijo en un email que él solía describir la teoría marxista a sus estudiantes como «la última y más grande herejía cristiana, ya que invierte muchas de las estructuras míticas del cristianismo».
No obstante, agregó que «su estilo de operaciones realmente precede al cristianismo», y que el origen de la ideología comunista puede rastrearse a oscuras ideologías ocultistas más antiguas.
Según Tyrell, las ideas del «bien» y el «mal» no son necesariamente binarias, ya que las percepciones de ambas cambian según la cosmovisión social y religiosa que tenga una persona. Pero en cuanto a las diferencias entre el Camino de la Mano Derecha y el Camino de la Mano Izquierda, él dice que claramente se refiere a las posiciones polares tales como «orden y caos», «ley y anarquía» y «previsibilidad e incertidumbre».
Sus descripciones del Camino de la Mano Izquierda se refieren, dijo, a «envenenar el caos, la anarquía y la incertidumbre; la evocación intencionada y la manipulación de esas reacciones para beneficio propio». Desde una perspectiva espiritual, «puede destruir completamente el alma de la gente al hacerlo», dice.
«Camboya es probablemente el mejor ejemplo», de un sistema del Camino de la Mano Izquierda, en referencia al régimen del Khmer Rouge comunista que asesinó a casi un tercio de la población del país. Pero agrega: «podemos encontrar ejemplos similares en prácticamente cualquier país comunista».
Se estima que el comunismo ha matado al menos 100 millones de personas, no obstante sus crímenes no han sido recopilados y su ideología aún persiste. La Gran Época busca exponer la historia y creencias de este movimiento, el cual ha sido una fuente de tiranía y destrucción desde su surgimiento. Lea toda la serie en El fin del comunismo.
Las opiniones expresadas en este artículo son del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de La Gran Época.
***
A continuación
¿Por qué el comunismo no es tan odiado como el fascismo?
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.