Con el aumento de los suicidios y la crisis de los opiáceos que asola el país, la salud mental ha pasado a primer plano en los últimos años como un problema crítico al que se enfrenta Estados Unidos.
Para el congresista Adam Smith (D-Wash.), también ha sido una lucha muy personal, que detalla en su nuevo libro «Lost and Broken».
«Mi cálculo es que probablemente hay decenas de millones de personas en nuestro país que sufren alguna combinación de ansiedad, depresión y dolor crónico. Así que quiero ayudar a esas personas a: a) entender que no están solas, y b) navegar por el sistema para encontrar un camino hacia la mejora», dijo Smith al medio hermano de The Epoch Times, NTD News, durante una aparición en «Capitol Report».
Según datos provisionales publicados el 10 de agosto por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), los suicidios alcanzaron la cifra más alta registrada en 2022, ya que se calcula que 49,449 estadounidenses tomaron la decisión de poner fin prematuramente a sus vidas.
La cifra representa un aumento del 2.6 por ciento con respecto a 2021 y rompe el récord anterior de 48,183 muertes por suicidio registradas en 2018.
«La incapacidad de las personas para lidiar con los aspectos básicos de la salud mental puede absolutamente convertirse en una bola de nieve que genere problemas más grandes», dijo el Sr. Smith.
«Y definitivamente plantea esa cuestión de cómo debemos abordar esos problemas públicamente. Qué deberíamos hacer para poner a las personas en una mejor posición para lidiar con sus desafíos de salud mental, creo que es una de las preguntas centrales de política pública que enfrentamos en este país en este momento».
Superando el miedo
El libro de este congresista de 26 años relata sus dificultades para encontrar tratamiento para la ansiedad «paralizante» que desarrolló a los 40 años.
«Era un miedo existencial incontrolable, que no paraba y que le impedía dormir, comer, funcionar… Era realmente difícil», explica. «Y no tenía ninguna causa específica identificable. Y ése es un problema más profundo».
Aunque al principio trató de hacer frente a la ansiedad por sí mismo, el Sr. Smith dijo que finalmente se dio cuenta de que iba a necesitar ayuda. Buscó tratamiento en psiquiatras y psicólogos, pero durante ese proceso también acabó necesitando fisioterapia y cirugía para el dolor crónico en las caderas.
«Vi a más de 100 profesionales sanitarios distintos», explica. «Muchos de ellos eran fisioterapeutas, masajistas, ese tipo de cosas. Pero tardé mucho tiempo en encontrar un psicólogo y un terapeuta de activación muscular que me diagnosticaran correctamente y me dieran los tratamientos que necesitaba para mejorar. Así que hago una crónica de ese viaje en el libro».
Obstáculos para la recuperación
Un mensaje clave del libro del Sr. Smith es que existe un camino hacia la recuperación para quienes luchan contra problemas de salud mental. Pero también señala que, a lo largo de ese camino, hay ciertos obstáculos que pueden dificultar el proceso de curación.
Uno de esos obstáculos es la connotación negativa que rodea a la salud mental.
«El estigma que rodea a la salud mental es un gran problema, ciertamente lo fue para mí, y lo documento en el libro», afirma Smith.
«Cuando empecé a sentir esto, me dije: ‘Dios mío, nadie puede enterarse de esto. Si alguien se entera de esto, va a pensar que estoy loco y… va a poner en peligro las relaciones; voy a perder mi trabajo’. Así que tenemos que reducir ese estigma».
Pero dejando a un lado el estigma, el congresista subrayó que ciertas limitaciones del sector sanitario también pueden suponer un escollo para los pacientes que buscan ayuda.
Por ejemplo, no todos los pacientes tendrán acceso a una atención asequible. Aunque en el caso del Sr. Smith tenía seguro médico, muchos de los proveedores a los que pidió ayuda no aceptaban su seguro o no lo aceptaban en absoluto.
Además, dijo que la dependencia de los proveedores de la medicación puede prolongar el problema en lugar de resolverlo.
«Dependemos demasiado de la medicación, sobre todo en salud mental», afirma. «En lugar de mantener las conversaciones abiertas, sinceras y profundas que se necesitan para averiguar qué le ocurre a una persona, tendemos a decir: ‘Toma, tómate esta pastilla. Esto mejorará las cosas’. Pero muchas veces no es así. Solo oculta los problemas subyacentes».
Otro aspecto clave que los congresistas destacaron como susceptible de mejora fue la comunicación entre los proveedores y sus pacientes.
En concreto, señaló que es fundamental transmitir a los pacientes que su enfermedad puede tratarse. Pero a este respecto, cree que el sector no ha sido claro.
«Los profesionales sanitarios no escuchan bien a sus pacientes y no siempre se comunican con claridad», afirma.
«Están muy formados y son muy inteligentes sobre lo que ocurre con el cerebro y el cuerpo, pero cada persona es muy distinta. … ¿Cómo te comunicas realmente con alguien para hacerle saber lo que le pasa y cómo recibir tratamiento? Ese problema de comunicación es una gran limitación».
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