El Partido Comunista Chino (PCCh) usó el COVID-19 para la guerra biológica, según un nuevo informe de nueve expertos del Centro de Políticas de Seguridad (CSP, por sus siglas en inglés).
Generales, expertos médicos y expertos en política exterior, incluido el expresidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Pete Hoekstra, y el exsubsecretario de Defensa, el teniente general William «Jerry» Boykin, contribuyeron al informe, el cual está disponible en forma de libro en Amazon.
El informe, titulado “El PCCh está en guerra con Estados Unidos”, afirma que no hay pruebas de que el COVID-19 sea un virus natural, argumentando que hay evidencia significativa de que procedía de un laboratorio del PCCh. También afirmaba que el PCCh permitió deliberadamente que el virus se propagara por todo el mundo al permitir los vuelos internacionales mientras restringía el movimiento dentro de China.
El CSP describe el informe como un «ejercicio de análisis competitivo que desafía fuertemente la conclusión del Director de Inteligencia Nacional de septiembre de 2021».
La guerra de la plaga
Los expertos de inteligencia de EE. UU. en 2021 concluyeron que es posible que nunca se sepa con certeza de dónde vino el COVID-19. Pero el CSP culpó directamente al régimen comunista chino.
“La preponderancia de las pruebas indica que el SARS-CoV-2 fue fabricado en laboratorio”, decía el informe. “En cualquier caso, Beijing actuó con intenciones asesinas al propagar la enfermedad afuera de las fronteras de China”.
Como prueba de estas afirmaciones, el informe señaló las características genéticas del COVID-19 que no se encuentran en los virus naturales. Señalaba que el ejército chino tiene un programa de guerra biológica.
Por último, destacó que el régimen chino restringió los viajes internos para detener la propagación del COVID-19, pero mantuvo abiertas sus fronteras internacionales. Al mismo tiempo, compró suministros globales de equipos de protección personal.
Aunque la propagación original del virus fue un accidente, su difusión mundial fue intencionada, según el informe. El motivo más probable era asegurarse de que el resto del mundo sufriera un detrimento económico a causa del virus en la misma medida que China.
“El régimen de Xi vio claramente la necesidad imperiosa de asegurarse de que no sufriría privaciones económicas solo, en beneficio de sus enemigos, especialmente de Estados Unidos”, se lee en el informe. “La propagación activa del virus fue, por lo tanto, un medio para librar una guerra económica, y los comunistas chinos se aplicaron a hacerlo con ahínco».
Según el informe, el PCCh se esforzó por extender sus políticas de cuarentena del COVID-19 por todo el mundo para poder afrontar la pandemia con ventaja. El daño que las medidas de COVID-19 causaron a la economía de Estados Unidos puso al PCCh en ventaja.
“Uno de los principales beneficiarios de tal trauma económico sería el Partido Comunista Chino”, decía el informe.
Armas de elección
El informe también indicó que el régimen chino tiene un historial de guerra biológica. A principios de la década de 1990, el general chino Chi Haotian le dijo al programa de armas biológicas de China que debía despoblar a Estados Unidos para que China pudiera tomar el control, según el informe. Pero China mantuvo estos planes en secreto.
“Ahora mismo, no es el momento de romper abiertamente con [Estados Unidos]”, dijo el general. “Nuestra reforma y apertura al mundo exterior todavía dependen de su capital y tecnología”.
Las armas biológicas podrían ser el camino de China hacia la dominación mundial, según el informe. Las revistas militares chinas han publicado abiertamente artículos sobre la guerra biológica con objetivos genéticos. China ha recogido perfiles genéticos de extranjeros mientras mantiene una estrecha vigilancia sobre los perfiles genéticos de los chinos, añadía.
“Si los científicos chinos logran diseñar patógenos dirigidos solo a extranjeros, el próximo germen, virus o microbio de China podría acabar con las sociedades no chinas”, afirma el informe.
“Xi será el primer supremo en poseer un arma que haga posible el dominio chino en todo el mundo”, decía.
El informe sugería que las víctimas mortales del COVID-19 fuera de China deberían considerarse «víctimas de asesinato».
El documento ofrecía varias conclusiones. Entre ellas, que el PCCh y cualquiera que haya actuado en connivencia con él deben rendir cuentas de los resultados de la pandemia; que el gobierno no debe imponer mandatos de vacunación a los vulnerables; que Estados Unidos debe desarrollar medidas de disuasión contra las armas biológicas chinas; y que las futuras medidas médicas de salud no deben seguir los consejos de restricción totalitaria chinos.
«No debemos permitir nunca más que se nieguen nuestras libertades constitucionales con el pretexto de una emergencia de salud pública, especialmente por la insistencia de potencias extranjeras, y mucho menos de nuestro enemigo mortal», afirma el informe.
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