El enfoque único de Jim Palmer para personas sin hogar en el Condado de Orange

Por SIYAMAK KHORRAMI Y TARA MACISAAC
11 de junio de 2020 8:22 PM Actualizado: 11 de junio de 2020 8:22 PM

IRVINE, California— «Somos una especie de refugio anti-refugio», dijo Jim Palmer, miembro de la Misión de Rescate del Condado de Orange.

«Lo que quiero decir con eso es que nosotros llamamos a todas nuestras instalaciones ‘campus’. Las personas sin hogar a los que nosotros ayudamos los llamamos ‘estudiantes’. Ellos progresan a través de un programa que comienza con ser un ‘principiante’, y luego un ‘estudiante de segundo grado’, luego un ‘junior‘, y un ‘senior‘», dijo Palmer a The Epoch Times.

La misión consiste en 14 campus donde los estudiantes viven, hacen trabajo voluntario, ganan estabilidad a través de un apoyo integral, y eventualmente se gradúan —casi siempre con un trabajo establecido y una nueva vida a la vista.

«El éxito se mide de muchas maneras diferentes», dijo Palmer. «Nosotros tenemos una tasa de éxito del 100 por ciento en gente que está sobria en nuestros programas. Es una meta enorme, reconociendo el hecho de que muchas personas tienen problemas de adicción».

Cuando la Misión ha hecho un seguimiento de los exalumnos dos años después de la graduación, ha encontrado que el 85 por ciento de ellos todavía tienen éxito en muchos aspectos. «Ellos siguen estando sobrios. Ellos siguen operando, manteniendo a su familia y no reciben fondos del gobierno», dijo Palmer.

Él se unió a la misión hace 28 años, cuando tenía una deuda de 90,000 dólares y estaba a punto de colapsar. Cuando Palmer tomó el timón sabía que tenía que trazar un nuevo rumbo.

Jim Palmer es el presidente de la Misión de Rescate del Condado de Orange. (Cortesía de Jim Palmer)

«Con el formato antiguo en que se acumulan personas sin hogar no se tiene mucho éxito y es por eso que tuve que cambiar las cosas», dijo.

Palmer enviaba cartas mensuales a los posibles donantes y se dio cuenta de que tenía pocos casos de éxito para destacar en esas cartas. Era difícil encontrar un éxito cada año para destacar y mucho menos 12.

Recordó que en ese momento pensó: «Dios, si sacas a esta organización de su deuda, siempre usaré historias reales de gente real y sus fotos, y nunca pediré prestado un dólar».

La Misión ha prosperado con el nuevo enfoque.

La vida en el campus

El programa de transición puede durar de uno a cuatro años, dependiendo de las necesidades del cada estudiante. Incluye la evaluación y el tratamiento de la salud mental, ayuda con adicciones, asesoramiento financiero y legal, atención médica general y más.

Mucho de eso se introduce en la etapa de «principiante».

Alrededor del 67 por ciento de los estudiantes se identifican como adictos, dijo Palmer. Alrededor del 34 por ciento se identifican a sí mismos como poseedores de un problema de salud mental, pero muchos de los que tienen problemas de salud mental no son conscientes de ello, dijo Palmer, por lo que las cifras son más altas que eso.

La etapa de principiante es la más difícil, dijo. Durante esa etapa, los estudiantes solo salen del campus con un acompañante.

«Esa persona aún siente los impulsos y las voces que le dicen: ‘Ve a buscar más drogas, ve a drogarte’. Así que al enviar a alguien con ellos, pueden asegurarse de que no se desvíen para ir a buscar a su traficante o para drogarse de nuevo», dijo Palmer.

Cuando la Misión vio que algunos de sus estudiantes eran abordados por traficantes de drogas fuera de las instalaciones médicas, incluso creó clínicas médicas móviles para que los estudiantes pudieran ser tratados en el estacionamiento del campus.

En la etapa de «segundo grado», los estudiantes se han vuelto más estables, y es una de las etapas de mayor crecimiento, dijo Palmer. Ellos han estado sobrios durante algún tiempo y sus mentes se están aclarando. A menudo han recibido algún tratamiento de salud mental.

Cuando los participantes se convierten en estudiantes de tercer grado, junior, es cuando están listos para ayudar a los estudiantes de primer año.

Antes de llegar al último año, senior, los estudiantes tienen un entrenamiento intensivo de una semana sobre cómo encontrar y conservar un trabajo. Ellos aprenden a vestirse, hablar y manejarse en las entrevistas. Los estudiantes a menudo tienen un trabajo esperándolos ya al graduarse, ya que la misión ayuda a conectarlos con las oportunidades.

Los estudiantes no pagan por el alojamiento, la ropa, la atención médica o la comida en el campus, pero trabajan 8 horas al día en trabajos voluntarios en el lugar. Pueden hacer trabajos de jardinería o de almacén, por ejemplo. En algunos casos, comienzan a aprender oficios.

A menudo, los estudiantes también estudian para obtener certificados de finalización de la escuela secundaria u otras credenciales educativas. Estos estudiantes se gradúan junto con otros en el programa para adultos del distrito escolar.

La misión a su vez tiene una ceremonia de graduación completa, con galas, oradores principales y todo.

«Es como ir a un pequeño colegio comunitario», dijo Palmer. Los campus son bonitos, agregó, y estos están situados en medio de zonas residenciales.

El cree que es importante utilizar la palabra «estudiantes» en lugar de «residentes, invitados o clientes», para dar el tono adecuado al aprendizaje y al crecimiento que se produce en los campus.

Palmer contó la historia de éxito de uno de sus estudiantes.

Este hombre era adicto a las drogas y tenía antecedentes penales. «Él dejó las drogas y realmente enderezó su vida». Quería trabajar con coches y un concesionario local pensó que sería un buen vendedor.

El concesionario quería contratarlo, pero el estado no le dio una licencia de venta debido a sus antecedentes penales. La misión abogó por él y recibió la licencia. Ahora es uno de los mejores vendedores del concesionario.

Una gran parte del trabajo de la misión es también la prevención y la superación, asegurándose de que la gente no se quede sin hogar e identificando a los que necesitan ayuda. La difusión ha sido la parte más difícil durante la pandemia de COVID-19.

«Nosotros seguimos siendo cautelosos con la divulgación general», dijo Palmer. «Entendemos que algunas de las personas sin hogar que se han sometido a la prueba de COVID-19 y han dado positivo, han decidido quedarse en las calles y no hacer uso de una habitación de motel gratis, etc. Por eso nos preocupa que los voluntarios puedan estar expuestos al virus».

Cómo Palmer se convirtió en un «salvador»

La misión de Palmer de ayudar comenzó cuando era un niño. Él fue acosado cuando era más joven y «se convirtió en un salvador», dijo.

Cuando tenía 14 años, una amiga de la familia se quedó sin hogar. Él trabajó incansablemente para encontrar ayuda para ella, una madre soltera con un hijo de siete años.

De adulto, tuvo nueve hijos y adoptó cuatro. Luego se dio cuenta de que este trabajo de rescate era un llamado de Dios. Él dijo que la fe es un ancla que muchas de las personas con las que trabaja la necesitan.

La misión que declara la organización es «ministrar el amor de Jesucristo a las minorías, a los últimos y a los perdidos de nuestra comunidad». Además fomenta el crecimiento espiritual junto con el crecimiento social y vocacional.

Desde que Palmer comenzó con la misión, ha pasado de estar endeudado a recaudar unos 27 millones de dólares anuales en donaciones.

Muchos negocios ayudan con donaciones, incluyendo por ejemplo, Trader Joe’s. La campaña de correo directo, que le hizo darse cuenta por primera vez hace tantos años atrás de las escasas historias de éxito que tenía para compartir- ha sido una forma importante de conseguir donaciones.

No solo los donantes ricos mantienen la misión en funcionamiento. Las donaciones provienen de todo tipo de personas, dijo. «También son personas que identifican que, si pierden dos cheques de pago, ellos mismos podrían estar sin hogar».

Para conocer las formas de ayudar a la Misión, visite su sitio web en  RescueMission.org


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