Opinión
Recientemente hubo un escándalo alrededor de Claudia Sheinbaum, la candidata de Morena a la presidencia de la República. Se dio porque la revista Siempre, decana de las publicaciones políticas mexicanas, le dedicó su portada con un dibujo de ella y una banda alrededor de la cabeza con la svástica nazi.
Al ser Claudia Sheimbaum de origen judío, la portada se entendió como una provocación. Quizás fue esa su intención pero motivó una gran reacción negativa del establishment político y cultural. Y se dio un efecto distinto al buscado cuando un grupo de intelectuales y comunicadores publicaron un desplegado periodístico en defensa y desagravio de la candidata oficial.
Las firmas que suscribieron la protesta fueron de personas identificadas con Morena, pero también lo hicieron reconocidos opositores del gobierno de este partido. Jorge Zepeda Patterson, un novelista que escribe artículos propagandísticos a favor del presidente Andrés Manuel López Obrador, celebró el desplegado diciendo que se habían puesto límites a la Oposición. Raymundo Riva Palacio, otro crítico del gobierno, exigió en un programa de televisión que Beatriz Pagés, directora de Siempre, se disculpara públicamente con Claudia Sheinbaum.
Hubo antes un caso similar cuando el presidente de la República llamó “hitleriano” a Carlos Alasraky, un conocido publicista que dirige un programa de TV por Internet en el cual invita de manera constante a opositores, entre ellos a Beatriz Pagés, quien realiza severas críticas al gobierno.
En el caso de Alazraky no hubo por supuesto morenistas que protestaran ni tampoco intelectuales o comunicadores que pegaran de gritos. Nadie exigió que el presidente se disculpara por su absurdo agravio. Ni por supuesto Jorge Zepeda Patterson habló de la necesidad de que se pusieran límites a los exabruptos presidenciales.
Pero hay algo que nadie ha comentado, que el error de Beatriz Pagés no es moral ni mucho menos, sino político al no haber referido lo que simbólicamente sí le pertenece a Claudia Sheinbaum: la hoz y el martillo como emblema comunista y que representa algo más que una simple ideología, pues se trata de una ideología asesina de cien millones de seres humanos a lo largo del siglo XX y la cual todavía tiraniza países y no tan lejanos de México, como Cuba o Nicaragua.
Martín Amis en Koba, el temible lamenta por ejemplo que en Occidente haya una conciencia extendida acerca de lo que significó el nazismo en la historia del siglo XX, pero se ignora o no existe como referencia lo que representa hasta nuestros días el comunismo. Dice Amis: “Todos saben de la terrible existencia de Auschwitz, pero prácticamente todos ignoran lo que fue Kolyma, el terrible campo en el Gulag soviético”.
No recuerdo que hubiera habido un escándalo de intelectuales o comunicadores por las estatuas que mandó hacer Claudia Sheinbaum como jefa de gobierno de la Ciudad de México, del Ché Guevara y Fidel Castro, uno un asesino sicópata —como se puede advertir en sus escritos donde reivindica su placer por matar—, y el otro el dictador que tiranizó y empobreció a Cuba durante décadas.
Tampoco hubo un escándalo por el decreto suyo promoviendo en las escuelas públicas básicas, que los niños varones puedan vestir como niñas, de acuerdo a la ideología LGBT+. Claudia Sheinbaum, quien de joven militó en grupos comunistas —una militancia que es una herencia familiar—, ha adoptado ahora lo que se llama “marxismo pos moderno”, que se propone trastocar los valores esenciales de la civilización occidental como parte del proyecto “revolucionario”. Ella es además participante del Foro de San Paulo, ahora Grupo de Puebla, una de cuyas conferencias presidió recientemente en los últimos días del mes de septiembre, precisamente en Puebla.
Y en recordatorio de los escándalos que no se dieron alrededor de Claudia Sheinbaum, estuvo por ejemplo la destrucción de una capilla católica en Tlalpan —a donde mandó un trascabo sin medir el agravio a este culto religioso— y luego el vestir una falda con la imagen de la Virgen de Guadalupe, un símbolo extremadamente sagrado para los católicos mexicanos.
Y un escándalo último, que cuestiona su propio origen que sintieron afectado los firmantes del desplegado que la defiende, es el hecho de que el vocero nombrado por ella, Gerardo Noroña, un simpatizante de los regímenes comunistas chino y norcoreano —aunque es célebre por sus lujosas vacaciones en Europa—, declarara que el ataque terrorista de Hamás contra civiles israelíes —se asesinaron a sangre fría ancianos, niños y mujeres, muchas de las cuales fueron violadas— estuvo justificado. Esto es peor que una portada equivocada.
Las opiniones expresadas en este artículo son opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de The Epoch Times.
Únase a nuestro nuevo canal de WhatsApp para recibir las últimas noticias al instante haciendo clic aquí
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.