En el siglo XIX ocurrió un accidente que por poco acaba con la vida de un trabajador en Estados Unidos, luego que un fierro le atravesara el cráneo.
El hombre no solo no murió en el incidente, sino que incluso pudo continuar con su vida de manera relativamente normal, convirtiéndose en uno de los casos más llamativos para la comunidad científica.
El protagonista de esta historia es Phineas Gage, un obrero norteamericano que en 1848 sufrió un terrible percance.
Sucedió luego que fuera designado para dirigir un grupo de trabajo encargado de las explosiones de rocas en la construcción de las vías férreas Rutland Burlington, en Vermont, Estados Unidos.
Tal como recoge el medio inglés The Guardian, un mal movimiento en la preparación de las detonaciones provocó una tremenda explosión que hizo volar una barra de hierro de más de un metro de largo y 3 centímetros de diámetro.
Esta terminaría atravesando el cráneo de Gage, quien por aquel entonces tenía solo 25 años de edad.
Según las crónicas de la época, el reloj marcaba las 16:30 horas cuando ocurrió el incidente. El fierro entró bajo su pómulo izquierdo y salió por la parte superior y anterior de su cabeza.
Pero no sólo eso, ya que además sacó su globo ocular izquierdo de su órbita, moviéndolo hacia adelante. Como si no fuera suficiente, en su salida se llevó un pedazo del cerebro.
Pese a lo brutal de la lesión, el hombre sobrevivió tras el impacto, sorprendiendo a todos los presentes.
De acuerdo a The Guardian, tras ser llevado hasta el hospital, Gage comentó con sus propias palabras al médico lo que le había ocurrido. Cabe destacar que en ningún momento perdió la consciencia, por lo que siempre estuvo al tanto de su terrible accidente.
Luego de permanecer hospitalizado por dos meses, el hombre fue dado de alta. Pero aunque logró sobrevivir, el incidente provocó un cambio en su comportamiento.
Y es que tras retomar su vida, la gente que lo rodeaba comenzó a notar que Gage ya no era el mismo que conocían previo al hecho.
Mientras que antes era más bien un individuo respetuoso, responsable y tranquilo, posteriormente se volvió alguien mal educado, caprichoso y ofensivo.
Después de su accidente, Phineas perdió su empleo en el ferrocarril. Una de las causas es que empezó a mantener riñas con sus colegas, lo que le impedía tener un empleo por mucho tiempo.
Posteriormente se desempeñó laboralmente en diversas granjas, tras lo cual ingresó a un circo para mostrar con mucho orgullo su herida y el fierro que lo atravesó.
Con el tiempo los médicos explicaron que el fierro había atravesado el lóbulo frontal izquierdo, lo que permitió confirmar que esa parte del cerebro era la encargada de las emociones, personalidad y funciones ejecutivas en general.
Gage falleció 13 años después del accidente y fue enterrado con el fierro. Su cráneo permanece hoy en el museo anatómico Warren de la Escuela de Medicina de Harvard y ha permitido varias investigaciones al respecto.
Su desconocido paso por Sudamérica
Phineas Gage deambuló por Valparaíso, Chile, entre 1854 y 1859, aunque no es mucha la información que se tiene sobre su historia en ese país. Se sabe que trabajó como conductor de recorridos que iban desde dicha ciudad hasta la capital Santiago.
El periodista Fracisco Aravena, autor del libro La vida eterna de Phineas Gage, mencionó hace un tiempo que la razón por la que no hay mayores datos sobre su estancia, se debe a que en ese entonces Valparaíso era más bien una ciudad carente de orden.
En aquel entonces la localidad estaba llena de inmigrantes, muchos de los cuales ni siquiera tenían la documentación necesaria. En ese contexto, la presencia de Gage, por más que tuviera una tremenda herida en el rostro, pasó más bien inadvertida.
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