El presidente Donald Trump no hizo campaña en 2016 con la promesa de enfrentar la expansión global del comunismo, pero sus esfuerzos durante los últimos cuatro años contra el Partido Comunista Chino (PCCh), sus representantes y otros elementos del espectro comunista se han convertido en la pieza central de su legado.
Visto a través de esta lente, el eslogan «America First» (América Primero) era apropiado para una campaña contra un adversario comunista y una mezcla de causas que han impulsado una operación, de décadas, para evitar que Estados Unidos siga siendo la nación más poderosa del mundo.
El PCCh ha pasado décadas saqueando la riqueza estadounidense mediante el robo de secretos comerciales, políticas comerciales proteccionistas y distorsiones del mercado. El régimen ha utilizado esta riqueza para financiar una gigantesca campaña de poder blando, socavando los intereses de Estados Unidos en todos los sentidos y ganando influencia sobre las instituciones multinacionales.
A pesar de una interferencia significativa dentro de su propio gobierno, Trump asumió la amenaza China, en todo el mundo y en Estados Unidos. Cuando hizo campaña por la reelección en 2019, el comunismo versus la libertad fue uno de los temas clave, pero el desastre económico y el caos global causado por el virus del PCCh hicieron que otras prioridades ocuparan el primer plano.
Sin embargo, y a pesar de la poca fanfarria, los esfuerzos de Trump contra el comunismo continuaron.
El PCCh
La administración Trump enfrentó al PCCh directamente en varios frentes, incluso apoyando a Taiwán y Hong Kong, cortando las fuentes de ingresos de empresas privadas vinculadas al Ejército Popular de Liberación y bloqueando la amenaza de espionaje que representa la tecnología china.
La administración Trump desafió protocolos de décadas de antigüedad para comenzar a normalizar las relaciones con Taiwán, una república democrática que es la antítesis del represivo régimen comunista de Beijing. El PCCh reclama soberanía sobre la isla y durante mucho tiempo ha ejercido una dura defensa sobre su reclamación en el escenario internacional.
En septiembre del año pasado, Keith Krach, subsecretario de Estado para el crecimiento económico, encabezó una delegación a Taiwán, convirtiéndose en el funcionario de más alto rango del Departamento de Estado en visitar la isla desde 1979, cuando el gobierno de Estados Unidos le quitó el reconocimiento diplomático a Taipei para otorgárselo a Beijing
La histórica visita señaló la continuación del creciente apoyo a Taiwán, en contraposición al PCCh. La importancia de la visita retumbó en Beijing.
«Fuimos recibidos con aviones de combate y bombarderos», dijo Krach. Beijing violó el espacio aéreo de Taiwán, al menos, 46 veces durante la semana de su visita.
Durante los últimos días de la administración Trump, el Departamento de Estado eliminó todas las «restricciones autoimpuestas» a los contactos con funcionarios taiwaneses, sentando las bases para relaciones aún más estrechas con la isla democrática.
Orlando Gutiérrez Boronat, autor y cofundador de la Dirección Democrática Cubana, le dijo a The Epoch Times que la política de Trump sobre Taiwán fue trascendental para el éxito democrático de la nación.
«Creo que el apoyo a Taiwán fue monumental en todos los términos: político, económico, militar», dijo Boronat. “La República de China (Taiwán) es un aliado de Estados Unidos desde hace mucho tiempo y no hay ninguna razón por la que deba tratarse de manera diferente. Han estado a la vanguardia de la lucha por la democracia y la libertad durante décadas, y es increíble contemplar lo que han logrado en Taiwán. Como un logro para la humanidad, su apoyo a Taiwán es sobresaliente”.
Virus del PCCh
Teniendo en cuenta la vehemente oposición de Taiwán al comunismo, puede que no sea una coincidencia que la nación isleña continúe experimentando niveles milagrosamente bajos del virus del PCCh, comúnmente conocido como el nuevo coronavirus. A pesar de una industria del turismo que prospera con una gran cantidad de visitantes del continente, solo siete personas han muerto a causa del virus del PCCh en Taiwán desde el brote de la pandemia. La evidencia circunstancial sugiere que existe un nexo entre lo cerca que ha estado un lugar del PCCh y la gravedad del brote.
La respuesta de Trump vs la retórica del PCCh en torno al virus ha tenido un efecto importante en la percepción hacía el régimen comunista chino en todo el mundo. El presidente se distanció de la óptica del régimen y prohibió los viajes desde China el 31 de enero de 2020, menos de dos semanas después de que se confirmara la primera infección en Estados Unidos. En repetidas ocasiones se ha referido al virus como el «virus de China» y arremetió contra el PCCh por suprimir las advertencias tempranas sobre el brote mientras bloquearon a Wuhan internamente, pero permitían que los vuelos internacionales abandonaran la ciudad, propagando la plaga por todo el mundo.
Erradicar el robo de secretos comerciales
En el frente interno, el Departamento de Justicia de Trump inició una represión sin precedentes contra el robo de secretos comerciales del PCCh y los delitos relacionados. El entonces fiscal general Jeff Sessions comenzó la campaña, llamada La Iniciativa China, a fines de 2018. Para febrero de 2020, el FBI estaba llevando a cabo aproximadamente 1000 investigaciones sobre el intento de robo, por parte de China, a secretos comerciales. Según una revisión de los comunicados de prensa del Departamento de Justicia, el departamento ha presentado más acusaciones relacionadas con la infiltración china en Estados Unidos, desde 2019, que durante los ocho años completos de la administración Obama.
«Creemos que ningún país representa una amenaza mayor que la China comunista», dijo el subdirector del FBI, John Brown, en febrero de 2020. «Desde nuestro punto de vista, Estados Unidos no ha enfrentado una amenaza similar como esta desde la Unión Soviética y la Guerra Fría”.
«Hoy, las investigaciones relacionadas con el gobierno de China representan un porcentaje mayor de nuestra carga de trabajo de contrainteligencia que en cualquier otro momento de la historia del FBI».
Eliminación de empresas vinculadas al PCCh
La administración Trump apuntó a las llamadas empresas privadas de China, ninguna de las cuales es inmune a la influencia directa del PCCh. Los funcionarios estadounidenses han advertido durante mucho tiempo que Beijing puede utilizar la tecnología china, tanto software como hardware, para espiar, debido a las leyes de seguridad que requieren que las empresas cooperen con la inteligencia china.
La administración Trump prohibió la compra de equipos y software de algunas empresas y prohibió el comercio con una larga lista de otras. La lista de entidades prohibidas ahora contiene cientos de empresas chinas, muchas de las cuales fueron incluidas en otra lista negra debido a sus vínculos con el Ejército Popular de Liberación.
En un importante golpe financiero para las empresas vinculadas al ejército chino, la administración Trump, a fines de diciembre, reforzó las restricciones al prohibir a los estadounidenses tener acciones con tales empresas.
«[La prohibición] garantiza que el capital estadounidense no contribuya al desarrollo y modernización de los servicios militares, de inteligencia y de seguridad de la República Popular China», dijo el secretario de Estado, Mike Pompeo, en un comunicado.
Sanciones a los violadores de derechos humanos
El PCCh ha sido, durante mucho tiempo, extremadamente sensible a que su abominable historial de derechos humanos sea expuesto en el escenario internacional. La administración Trump rompió décadas de silencio sobre estos abusos y sancionó a funcionarios del PCCh responsables de tales violaciones.
En julio de 2020, Estados Unidos sancionó a un funcionario del PCCh involucrado en la persecución a Uigures, kazajos étnicos y miembros de otros grupos minoritarios en Xinjiang. El 10 de diciembre, día de los derechos humanos, el Departamento de Estado sancionó a un funcionario involucrado en graves violaciones de derechos humanos contra practicantes de Falun Gong, una práctica de meditación basada en los principios de verdad, benevolencia y tolerancia. Las sanciones, impuestas al jefe de la estación de policía de Wucun, del Buró de Seguridad Pública de Xiamen, Huang Yuanxiong, marcaron la primera vez que Estados Unidos tomó medidas punitivas contra el PCCh en las más de dos décadas desde que el PCCh inició una persecución brutal contra unos 100 millones de practicantes de Falun Gong en China.
Comunismo al rededor del mundo
La influencia del PCCh se ha extendido mucho más allá de su aparato oficial y empresas privadas. Al renunciar a instituciones multinacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (UNHRC), la administración Trump envió un claro mensaje de que los Estados Unidos no contribuirán o participarán en organizaciones internacionales que han sacrificado sus objetivos declarados para atender a regímenes como el PCCh.
Al retirarse del Consejo de Derechos Humanos, la embajadora Nikki Haley lo llamó “una organización que no es digna de su nombre” porque entre sus miembros se encuentran notorios violadores de los derechos humanos, como los regímenes comunistas de China y Cuba. Trump dijo que retiró a Estados Unidos de la OMS porque el PCCh presionó a la organización de salud para que engañara al mundo. El presidente dijo que el engaño se presentó cuándo las autoridades chinas encubrieron las alertas iniciales sobre el virus del PCCh.
Mediante sanciones y otros mecanismos, el presidente debilitó a otros regímenes comunistas y socialistas, incluidos Cuba, Venezuela y Nicaragua. En algunos casos, los logros de la administración en otras partes del mundo asestaron un golpe al movimiento comunista, aunque nunca fueron presentados como tales. Al apoyar a Israel, por ejemplo, incluso reconociendo a Jerusalén como su capital, Trump tomó una posición contra el movimiento global antiisraelí, que está compuesto por regímenes comunistas y aliados comunistas.
«El movimiento antiisraelí en todo el mundo es esencialmente comunista», dijo Trevor Loudon, un experto en infiltración comunista, a The Epoch Times. “Cuando [Trump] representa a Israel, se opone al comunismo porque los principales enemigos de Israel son los regímenes comunistas o regímenes aliados del comunismo, como Irán”.
Estados Unidos
Trump resistió décadas de infiltración comunista en Estados Unidos. Mientras que el comunismo abolió completamente la propiedad privada y la libre empresa en otros países, los crecientes niveles de impuestos y regulación buscan el mismo objetivo a lo largo del tiempo en EE.UU. Los recortes de impuestos y la desregulación del presidente dieron un golpe a la creciente invasión del gobierno en los bienes y negocios de la gente.
Los impuestos más bajos, combinados con una orden ejecutiva que garantiza que las regulaciones se reduzcan drásticamente con el tiempo, desencadenaron un auge económico en 2018 y 2019, lo que provocó niveles récord de empleo, aumento de los salarios y un mercado de valores en alza. Con la mejora de las condiciones económicas, millones de estadounidenses abandonaron los programas de asistencia social, aflojando el control del estado de bienestar, cuyo crecimiento había acercado previamente a Estados Unidos al socialismo, que es en sí mismo una etapa preliminar del comunismo.
El presidente demostró ser un incondicional defensor de la tradición. Tomó medidas para promover la libertad religiosa, restaurar el respeto por los principios fundacionales de Estados Unidos y defender el derecho a la vida de los niños por nacer. En cada paso del camino, respetó los límites establecidos por la Constitución, fortaleciendo el documento que ha garantizado las libertades estadounidenses durante cientos de años. Muchas de las acciones ejecutivas del presidente fueron impugnadas en los tribunales. En cada instancia, dejó que los tribunales decidieran.
El presidente provocó un cambio cultural radical al hacer aceptable que se volviera a hablar sobre el comunismo en Estados Unidos, lo hizo exponiendo a sus oponentes de extrema izquierda como socialistas y comunistas. Durante el discurso del Estado de la Unión de 2019 le dijo al Congreso, que cuenta con varios socialistas demócratas, que «Estados Unidos nunca será un país socialista».
El presidente llevó su intención de exponer el comunismo- socialismo a los mítines de su campaña y a su cuenta de Twitter, fortaleciendo la discusión sobre el socialismo en un momento en que el Partido Demócrata había dado un fuerte vuelco hacia la izquierda. La plataforma del presidente electo Joe Biden se formó mediante una fusión con el senador Bernie Sanders (I-Vt.), un socialista demócrata. La primera propuesta legislativa de Biden, una medida de alivio del virus del PCCh, incluye el mandato de salario mínimo de USD 15, medida que Sanders ha promovido durante años.
En discursos ante líderes mundiales y ciudadanos estadounidenses, Trump ha condenado el comunismo y lo ha catalogado como una amenaza mortal. En un mensaje presidencial en el Día Nacional de las Víctimas del Comunismo, criticó al comunismo como una «ideología opresiva que, sin falta, deja a su paso miseria, destrucción y muerte».
“Si bien el marxismo promete igualdad, paz y felicidad, en la práctica solo resulta en desigualdad, violencia y desesperación”, dijo Trump.
Cathy He, Mimi Nguyen Ly y Jack Phillips contribuyeron a este artículo.
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