Li Jing fue un famoso estratega de la Dinastía Tang que también era un conocedor de la literatura. Después de jubilarse, mucha gente pensó que se había convertido en un ser iluminado. En los Registros Extensos de la Era Taiping hay una historia sobre él como un ser iluminado.
Había un sacerdote taoísta llamado Yiqing Changshu en el condado Suzhou en el año Dali de la Dinastía Tang. Con frecuencia viajaba a Jiaxing. Un día, entró a un barco y fue recibido por un fuerte y dulce aroma. Sospechó que había alguien extraordinario a bordo. Hizo un sondeo de cada uno. Eran todos vendedores excepto por un hombre inusual que estaba de pie en la proa del bote. Se veía calmo y sereno.
Cuando el bote estaba a medio camino, el sacerdote pidió cambiar su asiento hacia la proa para poder charlar con el hombre extraordinario. Cuando se sentó junto al hombre, el aroma era incluso más fuerte. Comenzó a hablar con el hombre.
El hombre dijo: «Yo era de este lugar. Tuve lepra cuando era niño y perdí todo mi cabello y cejas. Me odié a mí mismo y pensé que quizá debía ir a las montañas y hacer que un tigre o leopardo me comiera».
El hombre contó la historia de lo que le pasó. Caminó por unos cuantos días en la montaña. Cuanto más lejos iba, más remoto se volvía. De pronto, se encontró con un anciano.
El anciano le preguntó: «¿Quién eres? ¿Por qué viniste a esta parte de la montaña?»
El hombre le explicó sus intenciones.
El anciano sintió pena por él y le dijo: «Ya que te encontraste conmigo, serás curado de tu enfermedad. Ven conmigo».
Él siguió al anciano por más de diez li (unos 5 km) hasta que llegaron a un arroyo.
Luego de más de diez pasos en el arroyo, aparecieron unas casas. El anciano dijo: «Aún no puedes ir directo a la montaña conmigo. Quédate aquí alrededor de un mes, y te visitaré».
El anciano le dio al hombre un paquete de medicina y le pidió que la tomara. El anciano también lo invitó a servirse dátiles, castañas, azucenas, perilla (melissa), miel y otras cosas que había en la choza.
Se acomodó en la choza mientras el anciano se internaba en la montaña.
El hombre con lepra tomó la medicina. Luego de eso, no sintió hambre ni sed, y tampoco podía sentir el peso de su cuerpo. Luego de dos meses, el anciano finalmente regresó.
El anciano sonrió: «¿Todavía estás aquí? Fuiste muy paciente. Te has recuperado de tu enfermedad ¿sabías?»
El hombre dijo que no. El anciano le pidió que se mirara en el arroyo.
El hombre se miró. Su cabello y sus cejas habían vuelto a crecer y tenía un color rosado en su cara.
El anciano dijo: «Ya no puedes quedarte aquí. La medicina que tomaste no solo te curó, sino que te permite gozar de longevidad. Concéntrate en el camino de la autocultivación. Te veré en 20 años».
El hombre tuvo que regresar al mundo mortal. Le preguntó al anciano su nombre.
El anciano dijo: «¿Has oído sobre Li Jing de los principios de la Dinastía Tang? Ese soy yo».
El hombre se despidió del anciano y abandonó la montaña.
«El plazo de los 20 años está por llegar a su fin, y temo que mi práctica no esté a la altura de las expectativas de mi maestro. Estoy yendo de regreso a la montaña para ir a buscarlo», le explicó el hombre a Yiqing.
Yiqing registró el extraordinario relato.
De los Extensos Registros de la Era Taiping
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