Análisis
Desde enero, la señal emitida por el régimen comunista chino fue muy clara: invertirá en la construcción del transporte ferroviario urbano para estimular la economía, una repetición del viejo truco utilizado en 2009, a través del cual el PCCh gastó 4 billones de yuan (594.000 millones de dólares) para reactivar la economía.
Todas estas medidas no pretenden servir como un salvador de la economía mundial, sino solo salvar la economía china y alcanzar las “6 estabilidades”, los objetivos de crecimiento económico establecidos por el Buró Político del Comité Central del Partido Comunista Chino en agosto de 2018. Representan estabilidades en las áreas de empleo, finanzas, comercio exterior, inversión extranjera, inversión nacional y los objetivos de desarrollo.
Desde que “Made in China 2025” se convirtió en el objetivo clave de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, el gigante asiático tiene que volver a la vieja senda de expandir el crédito y aumentar el gasto público para poder hacer frente a la disminución de las órdenes de producción, el continuo declive económico y la creciente presión del desempleo.
¿Por qué la economía china sigue hambrienta de capital tras cinco recortes consecutivos de coeficiente de reservas bancarias?
El recorte del uno por ciento en el coeficiente de reservas obligatorias bancarias (RRR) y la liberación de 1,5 billones de yuan (223.000 millones de dólares) en nuevos préstamos a principios de enero de este año fue bastante sorprendente. Además, un funcionario de la Comisión de Supervisión y Administración de Activos del Estado (SASAC) reveló el 16 de enero que la nueva política “requería que el papel de los bonos del Estado se fortaleciera como un activo financiero de referencia, y que se puedan utilizar como una cuasi-moneda”. Esto provocó una protesta pública: el banco central de China prácticamente está emitiendo una tarjeta de crédito directamente al Ministerio de Finanzas.
Ahora la pregunta es, después de cinco recortes consecutivos de RRR, ¿por qué la situación financiera de China sigue siendo difícil y es necesario liberar una gran cantidad de bonos del Estado para que sirvan como cuasi-monedas?
La respuesta es que las enormes deudas de China se convirtieron en un problema irresoluble. Las enormes deudas se convirtieron en un desastre tan grande que incluso el gobierno chino tiene dificultades para resolverlas. Como el monto de deudas en 2018 es todavía desconocido, se tienen que utilizar los datos de 2017 para analizar y discutir la situación.
Según datos oficiales de las autoridades chinas, a finales de 2017 la deuda total superaba los 200 billones de yuan (30 billones de dólares), la deuda per cápita de China había alcanzado los 170.000 yuan (unos 25.372 dólares), y la deuda total representaba un enorme 200 por ciento del PIB de China.
Las estimaciones de las instituciones financieras internacionales son mucho más serias. Una estimación basada en algunos datos verificables de China mostró que, para finales de 2017, la relación entre la deuda y el PIB es del 364%. Bloomberg hizo una encuesta a 21 economistas en marzo del año pasado, y de acuerdo con el promedio de sus estimaciones, la deuda total de China alcanzará el 260 por ciento del producto interno bruto para finales de 2018, básicamente sin cambios con respecto al año anterior.
Los bonos corporativos y las deudas de los gobiernos locales representan un gran porcentaje del total de la deuda de China. Considerando la capacidad de los prestatarios para pagar estas deudas, puede ocurrir una grave crisis de deuda en cualquier momento. Los recortes de RRR del Banco Central de China están destinados a evitar esta crisis, y tienen dos propósitos: uno es el pago de deudas, y el otro es que esperan que la expansión de los fondos de crédito, es decir el aumento de la liberación de divisas, pueda ayudar a impulsar la economía real.
Por ejemplo, un total de 1,5 billones de yuanes (222.500 millones de dólares) fueron liberados a través de un recorte del uno por ciento en la RRR el 4 de enero de 2019. Según un informe de Reuters, 900.000 millones de yuanes (133.500 millones de dólares) se utilizaron para inversiones, los 600.000 millones de yuanes restantes (89.000 millones de dólares) se utilizaron para reembolsar préstamos del Servicio de Préstamos a Mediano Plazo (SML) con el fin de estabilizar los mercados financieros.
El modelo de desarrollo de China para estimular la economía a través de las inversiones sufrió, durante mucho tiempo, la disminución de la utilidad marginal. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), los fondos de inversión deberían triplicarse para que China mantenga la misma tasa de crecimiento económico que tuvo en el pasado. Es por ese motivo que el mercado financiero siempre está hambriento de fondos adicionales, a pesar de las constantes políticas de flexibilización cuantitativa del Banco Central de China.
No hay salida
Existen varios de los llamados “rinocerontes grises” para la economía china. Entre ellos se encuentra la enorme deuda del gasto público en la construcción de ferrocarriles, carreteras y aeropuertos. Ahora que todos los proyectos terminados de ferrocarriles de alta velocidad y metro están profundamente endeudados, ¿por qué la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China (CNDR) aprobaría activamente más de 1,2 billones de yuan (178.000 millones de dólares) de proyectos de ferrocarriles urbanos en los últimos dos meses, y aún considerar la infraestructura como la clave para la “inversión estable” de los gobiernos?
Las pérdidas del tren de alta velocidad y del metro son hechos comprobables. Desde la inauguración del primer tren de alta velocidad de China, China Railway Corporation siempre estuvo endeudado. En 2018, las deudas de la empresa ascendían a más de 4 billones de yuan (593.000 millones de dólares). Algunos pueden argumentar que el ferrocarril de alta velocidad no es el centro de la inversión pública este año, ya que se enfocaría en el ferrocarril urbano o el metro.
Sin embargo, el metro también está perdiendo dinero constantemente. Según un informe de investigación, “El desarrollo general de la industria del transporte ferroviario urbano en China”, a finales de 2016 se aprobó la construcción del metro en un total de 43 ciudades, con un kilometraje total planificado de unos 8600 kilómetros. Observando la situación de las rutas individuales del metro, a excepción de la Línea 4 del metro de Beijing, la Línea del Aeropuerto del metro de Beijing y la Línea 1 del metro de Shanghai, todas las demás líneas están operando con pérdidas.
El comportamiento inversor del régimen chino nunca puede ser entendido desde una perspectiva económica. Hay que entenderlo desde una perspectiva política.
Por ejemplo, el eslogan de esta ronda de inversiones del régimen chino es “arreglar el punto débil para lograr una inversión estable”. Sin embargo, los proyectos de ferrocarril urbano no deben considerarse un “punto débil”. Los metros de las ciudades de primera y segunda línea están seriamente sobrecargados. Para las 50 ciudades de tercer nivel, al menos no hay necesidad urgente de construir un metro.
La razón por la que los gobiernos locales están compitiendo por construir el metro es simplemente porque es un proyecto que ‘derrocha dinero’. Según los datos publicados por Zhao Chenxi, portavoz de la NDRC, el costo promedio del metro es de unos 700 millones de yuan (104 millones de dólares) por kilómetro.
La principal fuente de fondos para la construcción son los fondos financieros del gobierno y el financiamiento indirecto. La operación se basa principalmente en subvenciones financieras, por lo que no es motivo de preocupación (al menos para los funcionarios chinos) si se generan ganancias o no. Una vez aprobada la solicitud para la construcción del metro, el gobierno local alcanzará al menos tres objetivos de “estabilidad”: inversión, empleo y expectativas. Se necesitan varios años para construir un metro, siempre y cuando estos funcionarios puedan lograr esas tres estabilidades durante su permanencia en el cargo y asegurar el crecimiento económico local, podrán “estabilizar” sus títulos oficiales o incluso obtener ascensos.
Es por eso que los gobiernos locales de China están usando zapatos nuevos, pero siguen tomando el mismo camino de siempre. El régimen se centra en la exploración del transporte subterráneo y sigue gastando en la construcción de infraestructuras.
La estabilidad china depende de si EE. UU. está dispuesto a perdonar a China
Las otras dos “estabilidades” son el comercio exterior estable y la inversión extranjera estable. La segunda determina la primera.
Afectado por las fricciones comerciales entre Estados Unidos y China y la desaceleración del crecimiento económico, el superávit comercial de China en 2018 cayó un 16,2 por ciento, hasta un total de 352.000 millones de dólares, el más bajo desde 2013. Lo más destacable es que el superávit comercial de China con Estados Unidos alcanzó los 323.000 millones de dólares, un aumento del 17% con respecto al año anterior, superando el récord histórico de 276.000 millones de dólares en 2017. Estos datos indican que el 90 por ciento del superávit comercial de China en 2018 provino de Estados Unidos. Esta situación demuestra lo poco realista que es para Estados Unidos cortar todos los lazos económicos con China, como propusieron algunos expertos estadounidenses, y por qué China debe poner fin a la guerra comercial tan pronto como sea posible.
El comercio exterior de China se basa principalmente en capital extranjero (empresas de capitales), especialmente capital taiwanés. Los empresarios taiwaneses instalaron unas 100.000 fábricas y empresas en China continental.
Las 10 principales exportaciones de China a Estados Unidos son todas empresas financiadas con fondos extranjeros, ocho de las cuales son taiwanesas. El 70 por ciento de las 100 principales exportaciones de China a Estados Unidos son empresas financiadas con fondos extranjeros (el 40 por ciento son empresas taiwanesas), mientras que solo el 30 por ciento son empresas puramente chinas. Actualmente, los inversionistas extranjeros están muy preocupados por el impacto de un aumento en los aranceles como resultado de la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Muchos de ellos están considerando la posibilidad de trasladar sus empresas fuera de China, lo que eventualmente llevaría a una reestructuración de la industria a nivel mundial.
El 18 de enero, tanto Bloomberg como Reuters citaron fuentes de información acerca de los principales acontecimientos en las negociaciones entre Estados Unidos y China. Bloomberg reveló que China había ofrecido aumentar sus importaciones de Estados Unidos en un valor combinado de 1 billón de dólares en los próximos seis años para equilibrar el enorme déficit comercial entre Estados Unidos y China. Reuters informó que Estados Unidos exige “revisiones periódicas de los avances de China en las reformas comerciales prometidas como condición para un acuerdo comercial, y podría recurrir nuevamente a los aranceles si considera que Beijing ha violado el acuerdo”.
Que China pueda comprar en un futuro productos estadounidenses por valor de un billón de dólares implica regulaciones estadounidenses sobre exportaciones a China. Con las regulaciones existentes, Estados Unidos no puede proporcionar esta cantidad de productos. La propuesta de revisión regular –que todavía depende de futuras negociaciones en esta etapa– ayudaría a poner fin a la guerra comercial y sería de gran ayuda para que China logre dos de sus objetivos de “estabilidad”, a saber: estabilizar el comercio exterior y estabilizar la inversión extranjera.
Las “6 Estabilidades” son para estabilizar burbujas
El nuevo lema de China, las llamadas “6 estabilidades”, tiene por objeto estabilizar una burbuja económica, la burbuja del mercado inmobiliario. Se estima que el valor de mercado total de los bienes raíces en China alcanza los 65 billones de dólares, mientras que el valor de mercado total combinado de los bienes raíces en Estados Unidos, la Unión Europea y Japón es de solo 60 billones de dólares. Aunque la exactitud de estos datos aún no está comprobada, no hay duda de que el sector inmobiliario chino es la burbuja más grande en la historia de la humanidad.
En los últimos 100 años se produjeron casi cien crisis económicas de diversa magnitud. En tiempos de paz, nueve de cada diez crisis económicas se originaron en el sector inmobiliario. La burbuja inmobiliaria de 1986-1991 en Japón fue demasiado dolorosa para los japoneses. Cuando la burbuja económica de Japón estaba en el pico de su prosperidad, los precios combinados de la tierra de Tokio por sí solos equivalían al precio combinado de la tierra de todo Estados Unidos.
El estallido de la burbuja inmobiliaria provocó una caída prolongada de los precios de la vivienda y de la economía japonesa en “las dos décadas perdidas”. Según algunos investigadores, si se excluyen todas las demás pérdidas, la caída de los precios de los bienes raíces y de las acciones causaron una pérdida de riqueza de 1500 billones de yenes, equivalente a la suma de los activos financieros personales de todo Japón, que era la suma del PIB de Japón durante tres años en aquel momento.
Cualquier país que dependa de la expansión del crédito para desarrollar su economía acabará creando una burbuja inmobiliaria.
Según el Global Wealth Report 2018 publicado por el Credit Suisse Research Institute (CSRI), a mediados de 2008, el patrimonio familiar chino ocupaba el segundo lugar en el mundo. El informe Hurun Wealth de 2017 afirmaba que una de cada 940 personas en China tiene un valor neto de 10 millones de yuan (alrededor de 1,48 millones de dólares).
Una investigación nacional reveló que los bienes raíces representan más del 70 por ciento de los activos domésticos de China. En los últimos años, algunos propietarios, temiendo la pérdida de la riqueza de sus hogares, lanzaron protestas contra los promotores inmobiliarios cuando ofrecían recortes de precios, y esto ocurrió en muchos lugares de toda China. Este fenómeno es sin duda una característica china. Los bienes raíces unen al gobierno, a los bancos y a propietarios en una comunidad de intereses compartidos. Juntos, van a hacer todo lo posible para mantener esta enorme burbuja por sus propios intereses.
La inyección de divisas adicionales en los mercados a principios de 2019 hizo que los gobiernos locales, que tanto sufrieron y que se encontraban indefensos, se sintieran aliviados. Los funcionarios gubernamentales y las industrias relevantes podrían pensar que se avecina otra ronda de oportunidades de desarrollo. Estas personas miopes no están dispuestas a pensar profundamente. En realidad es una nueva ronda de veneno para tratar de saciar una sed ardiente.
El 15 de enero, el primer ministro chino Li Keqiang pronunció un discurso en un foro diciendo que “es necesario mantener la tasa de crecimiento de la economía dentro de un rango apropiado. Debemos evitar los ‘grandes altibajos’, y definitivamente no podemos permitir que la economía se ‘caiga por un precipicio’”.
Sus palabras no son de ninguna manera una declaración de mayor desarrollo, sino un llamado a una explosión estable de la burbuja. Es decir, la burbuja debería desinflarse lentamente bajo el control del régimen chino. Una explosión drástica de la burbuja debe evitarse a toda costa.
He Qinglian es una destacada escritora y economista china. Actualmente reside en Estados Unidos, y es autora de “Las dificultades de China”, que trata sobre la corrupción en la reforma económica de China de los años 90, y “La niebla de la censura: Control de los medios de comunicación en China”, que aborda la manipulación y restricción de la prensa. Escribe regularmente sobre temas sociales y económicos contemporáneos de China.
Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.
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