El régimen chino estuvo promoviendo su «modelo chino», que se opone a las ideas de derechos humanos y democracia promovidas por Estados Unidos. Mientras el concepto está circulando en la comunidad internacional, muchos observadores de China advirtieron que el sistema presenta una nueva forma de hegemonía bajo un sistema totalitario basado en el control absoluto.
El experto en China Steven Mosher detalla este sistema en su nuevo libro, “Bully of Asia: Why China’s Dream is the New Threat to World Order” (El matón de Asia: Por qué el sueño de China es la nueva amenaza para el orden mundial), y explica la naturaleza del sistema que el Partido Comunista Chino (PCCh) está tratando de imponer al mundo.
El modelo chino se basa en el concepto de lo que el PCCh llama “socialismo con características chinas”. Mientras que muchos están familiarizados con las metas comunistas en el socialismo, la definición del PCCh de “características chinas” es a menudo menos entendida.
Este sistema se remonta al dictador Mao Zedong, que lideró el PCCh después de tomar el control de China en 1949. Como parte de la estrategia de Mao para aplicar los modelos leninista y marxista del comunismo a China, estudió textos clásicos chinos e historias de emperadores chinos, creando su nuevo sistema maoísta.
En China, usted tiene la idea de que la concentración de poder es una meta a alcanzar.
Steven Mosher, experto chino y autor, ‘Bully of Asia’.
El PCCh bajo Mao empezó matando a la élite cultural de la clase terrateniente, y más tarde mató a los intelectuales durante su Campaña de las Cien Flores. La Revolución Cultural de Mao casi destruyó la cultura religiosa, destruyendo reliquias culturales y alterando las interpretaciones de historias y textos tradicionales.
Cuando la memoria de todo lo que se destruyó se había desvanecido, lo que quedaba era una narrativa sobre la China tradicional que servía a los objetivos del PCCh.
El nuevo libro de Mosher profundiza en la historia china de Mao y arroja una luz sobre las ideas que se enseñan hoy en día bajo el dominio del PCCh, arraigadas en la lucha, dominación, corrupción y hegemonía. A través de esto, muestra los objetivos subyacentes del modelo chino.
Orden mundial competitivo
Mosher señaló en una entrevista telefónica que en el actual orden mundial, las naciones grandes y pequeñas son “consideradas fundamentalmente iguales en la mesa de negociaciones”, generalmente independientemente del tamaño de los países, sus economías o sus poblaciones.
“Para negociar acuerdos internacionales, hay que reconocer a cada Estado soberano como persona jurídica”, aclaró, “y China no lo hace”. Señaló que el PCCh “no se ve a sí mismo como si tuviera iguales en todo el mundo; tiene adversarios, pero ciertamente no iguales”.
Mientras que los antiguos emperadores chinos estaban a cargo de “todo bajo el cielo”, el control del gobierno no se extendía típicamente por debajo del nivel del condado. El magistrado del condado era el nivel más bajo de gobierno, y por debajo de ese nivel, el pueblo era gobernado desde abajo hacia arriba por asociaciones familiares y agrupaciones.
En la antigua China, como en el resto del mundo antiguo: “las redes de telecomunicaciones no existían, las carreteras no existían para permitir el tipo de gestión diaria en la vida de las personas que se puede lograr hoy en día con la tecnología de reconocimiento facial y cámaras de vigilancia en todas partes”, comentó Mosher.
Cuando el PCCh tomó el poder, Mosher señaló que entre sus primeras acciones estaba la de apoderarse de armas de fuego de las milicias locales y luego disparar a cualquiera que hubiera estado afiliado con los nacionalistas. “Ese fue el fin de la democracia del pueblo”, remarcó el experto en China. Posteriormente, el PCCh estableció una célula partidaria en los pueblos y un secretario del partido actuó como jefe de cada pueblo.
El sistema de gobierno de los Estados Unidos todavía mantiene en cierta medida el sistema de gobierno de abajo hacia arriba, con instituciones que incluyen la familia, las iglesias, los sindicatos laborales, las organizaciones sin fines de lucro y otras instituciones. Hay controles y equilibrios para limitar el poder del gobierno, y los poderes ejecutivo, legislativo y judicial se mantienen bajo control mutuamente en la cúspide del sistema federal.
“El peligro para la libertad proviene principalmente de la concentración del poder político en manos de una pequeña oligarquía, que se ve casi por completo hoy en día en China”, afirmó Mosher. “Por un lado, tienes la idea de que la dispersión del poder es algo bueno, y en China, tienes la idea de que la concentración del poder es una meta a alcanzar”.
El PCCh está difundiendo su sistema usando una variedad de tácticas que están fuera del alcance de la fuerza militar convencional.
El sistema de la PCCh también perturba el equilibrio entre la ley del gobierno y la restricción del individuo. Como sistema ateísta, el PCCh ha destruido los fundamentos morales que existían a lo largo de la historia china y los ha reemplazado por una ley totalitaria que intenta ser universal.
Esto es lo opuesto al sistema de orden estadounidense que se construyó sobre las ideas del libre albedrío basado en un orden moral.
“La gente se autogobierna o necesita ser vigilada; o bien se gobierna a sí misma, y por “gobernarse a sí misma” quiero decir, reprimir sus impulsos de mentir, engañar y robar para practicar las virtudes de forma autoconsciente, o bien se gobierna a sí misma de esa manera o debe ser gobernados con dureza”, enfatizó Mosher. “Si controlas tus propias acciones, no necesitas un policía parado en cada esquina”.
“La idea de la fundación estadounidense fue lo que dijo [John] Adams: que nuestra constitución es adecuada para un pueblo moral y totalmente inadecuada para cualquier otro”, enfatizó. “Esta era la intención de ser una república de virtudes, y en la medida en que cuanto menos virtuosos sean los estadounidenses, más controles externos se necesitan para reemplazar los controles internos que faltan”.
Por otra parte, el PCCh -como todos los sistemas comunistas- pasó décadas atacando abiertamente los valores religiosos de su sociedad y promoviendo nuevos valores que podrían servir a un propósito político. Esto no sólo ha dañado el tejido social del país, sino que también ha profundizado los problemas de corrupción.
Bajo el sistema comunista, Mosher replicó: “Ellos saben que les falta algo, y lo hacen de una manera tan torpe y burda que realmente no puede ser muy eficaz. Un cambio de corazón tiene que venir desde adentro, de una decisión consciente de la voluntad. No creo que se produzca de manera muy efectiva por mucho tiempo a partir de propaganda externa”.
Conquistar a través de medios poco convencionales
El PCCh está propagando su sistema usando una variedad de tácticas que están fuera del alcance de la fuerza militar convencional. Esto incluye el uso militarizado de los negocios, la educación, la ley, los medios de comunicación y otras instituciones para extender su control sin necesidad de participar en una guerra convencional.
El escritor apuntó que el ex líder del PCCh Deng Xiaoping declaró una guerra a Estados Unidos en 1991, “diciendo que había una nueva Guerra Fría entre Estados Unidos y China, y China ganará. Es una guerra en todos los frentes”.
“Estas son las mismas tácticas del ‘frente unido’ que se usaron tan eficazmente en la guerra civil china, donde se incursiona y se apodera de instituciones del otro lado -periódicos, por ejemplo, o sindicatos, u otros grupos- y se utilizan para sus propósitos”, remarcó el experto en China, señalando los Institutos Confucio del PCCh como ejemplo de métodos para controlar los sistemas educativos extranjeros.
Mosher también señaló que el PCCh utilizaba los sistemas de inversión extranjera y de endeudamiento para controlar las economías y la infraestructura extranjeras, en particular en América del Sur y África.
Cuando los destinatarios de la inversión china entran en los acuerdos, los términos normalmente suelen parecer razonables, afirmó Mosher, “pero si usted no cumple con el préstamo, el préstamo se convierte en capital. Se convierte en propiedad… y cuando no pueden pagarles, China es la dueña de la propiedad. Eso, de nuevo, es una forma de guerra económica”.
El sistema fue efectivo hasta cierto punto, pero el PCCh ha mostrado sus intenciones usando programas que incluyen la ciberguerra, la manipulación de moneda, las disputas territoriales, y otros además de la arrogancia del Partido y su desprecio por hacer tratos justos.
“El poder blando es algo que proviene del atractivo natural de las instituciones no gubernamentales; el atractivo natural de una cultura, del carácter de un pueblo”, sugirió Mosher. “Cuando viene del Partido Comunista Chino, es un poder duro: son los Institutos Confucianos, es comprar canales de televisión y estaciones de radio». Es propaganda por definición, no poder blando».
“Creo que la meta de China de convertirse en culturalmente dominante se ve obstaculizada por el hecho de que la cultura está controlada por el Partido. Y casi por definición, no es cultura”, afirmó. “Se parece más a la propaganda, o ideología propagandista”.
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